jueves, octubre 9, 2025
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Crítica de ‘Perro perdido (Dog Gone)‘: Una sobredosis de optimismo – En Netflix

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Perro perdido

Las críticas de David Pérez «Davicine»:
Perro perdido (Dog Gone)

Basada en el libro «Dog Gone: A Lost Pet’s Extraordinary Journey and the Family Who Brought Him Home», de Pauls Toutonghi, en Perro perdido, cuando su querido perro desaparece, un chico y sus padres lo buscan desesperadamente: si no le dan su medicación, morirá. Dirigida por Stephen Herek, esta película optimista inspirada en una historia real está protagonizada por Rob Lowe, Johnny Berchtold y Kimberly Williams-Paisley. La película se estrena en Netflix el 13 de enero de 2023.

Una relación muy especial

Basada en una increíble historia real de humanidad y heroísmo cotidiano, la película nos presenta al joven Fielding (Johnny Berchtold), quien no sabe qué hacer con su vida, para disgusto de sus padres, Ginny (Kimberly Williams-Paisley) y John (Rob Lowe). Su padre está disgustado por la falta de objetivos de su hijo, lo que genera conflictos entre los dos, dado que Fielding no tiene perspectivas profesionales y solo parece tener ojos para su perro Gonker. Pero cuando el joven pierde a su querido perro en el Sendero de los Apalaches, él y su padre lo buscan desesperadamente antes de que sea demasiado tarde.

Ya no coge por sorpresa una película en la que se establece una relación muy especial entre una persona y un perro, y es que desde hace años se ha dicho que el mejor amigo del hombre es el perro, motivo por el que no son pocas las películas que aprovechan esto para generar cierta emotividad y que han pasado a la posteridad. Pero esto es es algo que no sucederá con Perro perdido, al haber una falta total de sentimentalismo que provoque en el espectador una emoción intensa como para que se recuerde algo de esta película tras su visionado.

La familia y la naturaleza en el centro de la historia

A pesar de girar todo alrededor del amor de este joven hacia su perro (y viceversa), el motor principal de la historia es la familia, siendo clave la distanciada relación entre padre e hijo para que este viaje en busca del perro los permita reencontrarse y conocerse mejor, sacando lo mejor de cada uno de ellos para que afloren de nuevo unos sentimientos que parecían perdidos. Es una lástima que Rob Lowe, con lo buen actor que es y lo versátil que siempre se ha mostrado en todas las películas y series que vemos suyas, no tenga un buen guion al que agarrarse para tan solo dar vida a un padre excesivamente optimista que a veces dan ganas de abofetear por recordar constantemente que todo puede tener un final feliz (aunque realmente en una película familiar como esta es algo que esperamos antes incluso de comenzar a verla).

Johnny Berchtold da vida al hijo y responsable de adentrarnos en el Sendero de los Apalaches en busca del perro, un actor que poco aporta a la historia, que intenta vendernos la moto de estar enfermo aunque lo oculte a la familia, sin saber cuál será su futuro pero no admitiendo estar más perdido que su perro. Quizás la elección de otro actor hubiera mejorado la química entre padre e hijo, pero aquí queda claro que hace un mejor trabajo el perro elegido para interpretar a Gonker que este joven actor del que no sabremos nunca si con un mejor guion hubiera sacado algo más de este personaje.

Igual de importante es la familia en Perro perdido como lo es la naturaleza, pues este padre y su hijo recorren el Sendero de los Apalaches durante toda la película en busca del perro, pareciendo un documental para dar a conocer la belleza de la zona y lo agradables que son todos sus habitantes. Si espera el espectador una película centrada en un animal, acabará defraudado, pues aquí lo importante es la unión familiar y la exposición de bellas imágenes de la naturaleza durante largos paseos, todo ello aderezado con una sobredosis de edulcorante y optimismo provocada por la cantidad ingente de personas solidarias que quieren ayudar a la familia a encontrar a su perro.

Un soplo de optimismo

Aunque tengamos claro cual va a ser el final, especialmente si se conoce la historia real en la que se inspira, aún así podemos acabar saturados con la positividad y el optimismo de este padre que confía plenamente en encontrar al perro en todo momento, demostrando que su única intención es la de animar a la gente a ser optimista con un mensaje sobre lo bien que salen las cosas si siempre piensas que van a salir bien. Pero, spoiler, la vida real no es así, y no salen las cosas bien solo con pensarlo.

Lo que si logra Perro perdido es dar al espectador cierta calma para sentirse bien durante la película, pues siempre es bonito (si se sabe lo que se va a ver) vislumbrar ese reencuentro de padre e hijo que se acercan de nuevo tras años de conflicto, aunque no es necesario que ambos hablen para ello, sino que basta con que el padre conozca a otros jóvenes y comprenda los conflictos actuales a los que se enfrentan los chicos de la edad de Fielding. Por desgracia, tampoco desarrolla demasiado estos temas ni profundiza en los problemas de los jóvenes, sino que se conforma con dejarnos unas cuantas frases dignas de cualquier agenda de Mr. Wonderful.

Perro perdido es una película excesivamente edulcorada y repleta de optimismo que, si bien no es malo en tiempos de crisis aportar algo de positividad a nuestras pantallas, acaba siendo bastante manipuladora, incluso estando inspirada en hechos reales, con una narrativa excesivamente pobre y una historia que no logra rozar el drama ni la emotividad.


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Crítica de ’Holy Spider – Araña sagrada’: Saeed o la cólera de Alá

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Las críticas de Laura Zurita:
Holy Spider – Araña sagrada

Irán, 2001. Una periodista de Teherán se sumerge en los barrios con peor reputación de la ciudad santa de Mashhad para investigar una serie de feminicidios. Pronto se dará cuenta de que las autoridades locales no tienen ninguna prisa por resolver el asunto. Los crímenes son obra de un solo hombre, que asegura purificar la ciudad de sus pecados y que ataca a prostitutas por la noche.

Holy Spider – Araña sagrada está dirigida por Ali Abbasi e interpretada por Zar Amir-Ebrahimi, Mehdi Bajestani, Arash Ashtiani, Forouzan Jamshidnejad, Mesbah Taleb, Alice Rahimi, Sara Fazilat, Sina Parvaneh, Nima Akbarpour y Firouz Agheli. La película se estrena en España el 13 de enero de 2023 de la mano de Karma Films y BTeam Pictures.

Un cine iraní diferente

El cine iraní se asocia a menudo con obras intimistas y tranquilas, dramas familiares llenos de sentimientos, pero con poca acción, en películas por otra parte estupendas como Nader y Simin, una separación, El viajante, o El perdón, por citar solamente algunas de mis favoritas. El año pasado descubrimos otra vertiente del cine iraní en un drama policial con una dirección dinámica y potente, La ley de Teherán. Debido en buena medida al buen sabor que me dejó esta última película, esperaba con ilusión Holy Spider – Araña sagrada, que ha sido recibida con entusiasmo por la crítica, Y, desde luego, la película no me ha defraudado.

Holy Spider – Araña sagrada se basa en un caso real sobre un asesino en serie en Irán, Saeed Hanaei. Este hombre, después de matar a 16 prostitutas entre 2000 y 2001, confesó que estaba haciendo un trabajo necesario para librar al mundo de la inmoralidad de estas mujeres  Al no obtener permiso para rodar en Irán, la película fue filmada en Jordania, que sustituye a Mashhad, una ciudad iraní de peregrinación islámica para adorar el santuario de imán Reza, donde ocurrieron los hechos. Mashhad se considera una ciudad sagrada, una razón de más para mantenerla limpia de corrupción, esto es, del pecado de la lujuria (es curioso que el de asesinato se considere menos grave).

La vida de las prostitutas en las calles de Mashhad no es fácil. Trabajan en barrios peligrosos y están expuestas al abuso, las vejaciones y el desprecio. Las mujeres parecen cansadas, estresadas e indefensas, y no es extraño que recurran a las drogas para sobrevivir. Tampoco parece que la policía ponga amucho empeño en protegerlas, viven al margen de la sociedad, como objetos de usar y tirar.  El director se toma el tiempo de mostrar que cada una de ellas es una persona con vida y circunstancias propias, con nombre e historia, en tanto que en los periódicos son sólo un número, una abstracción de mujer pecadora.

Llama la atención el hecho de que casi todos los personajes rezan en un momento u otro. Una prostituta reza con recogimiento antes de irse a trabajar, nuestro asesino reza continuamente, y la religión impregna cada rincón de los despachos públicos.

Mirada descarnada

Holy Spider – Araña sagrada tiene dos tramas paralelas: la investigación de los hechos llevada a cabo por la periodista, y el estudio de la vida y el modus operandi del asesino. El espectador lo ve en acción desde muy temprano en la película, y el suspense es si se lo atrapa y castiga o no. De hecho, es escalofriante la tranquilidad con la que el asesino opera, su manera calmada, casi desapasionado con el que prepara y ejecuta sus crímenes, y su certeza de estar del lado de la virtud. Es un asesino en serie bien integrado en la sociedad, y muy a gusto en su papel de justiciero que solamente ataca a los impuros, o, en este caso, impuras. Los justicieros son figuras oscuras, terribles, por lo peligrosos que son y por la épica que se despierta a su alrededor.

El director afronta la problemática de forma directa, sin circunloquios ni metáforas, y muestra lados oscuros y sórdidos de Irán. Los barrios bajos son sucios y peligrosos. La muerte no tiene ni brillo ni épica, es triste. te, fea y desagradable, tanto que cuesta no apartar los ojos de la pantalla. El director ha comentado que esa mirada descarnada, que contrasta con el modo oblicuo de criticar el sistema de otros compatriotas, es una reacción contra la censura, con la que no quiere negociar.

Una protagonista llena de verdad

Holy Spider – Araña sagrada es muy relevante en esta época, por los disturbios que se originaron tras la muerte de Mahsa Amini, que fue arrestada por no llevar correctamente su pañuelo (esta idea se recoge en la película, por cierto). Se presta mucha atención a que el pañuelo se lleve bien puesto. De hecho, las prostitutas lo llevan sucintamente, para mostrar su condición, y las mujeres cuando se quieren presentar como virtuosas se cubren casi todo el óvalo del rostro.

De paso, se señala lo difícil que es para una mujer soltera trabajar y hasta vivir. Rahimi (Zar Amir-Ebrahimi), la periodista que empujará la investigación, a pesar de ser fuerte y capaz, de tener un trabajo y cuidar de sí misma, está sometida a las normas y los prejuicios. Personas como ella van abriendo brecha y empujando el cambio, pero el precio que pagan es muy alto. La interpretación de Amir-Ebrahimi (que también es coguionista) es muy meritoria, combinando la fuerza interior con una especie de fatalismo cansado, fruto de la frustración de todos los días.  Ella, más que ninguna otra persona, comparte la mirada del espectador, indignada y horrorizada ante los hechos.

Holy Spider – Araña sagrada es una película sombría y dura, un testimonio de la situación política y social en Irán, con una protagonista que irradia honestidad y verdad.


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Crítica de ‘Poker Face’: Una partida de cartas que deriva en una «home invasion»

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Poker Face

Las críticas de Daniel Farriol:
Poker Face

Poker Face es un thriller estadounidense que está dirigido por Russell Crowe (El maestro del agua), el cuál también co escribe el guion junto a Stephen M. Coates (John Doe: Vigilante). La historia sigue a un multimillonario jugador de póquer que un día brinda a sus mejores amigos de infancia la oportunidad de ganar más dinero del que jamás hayan soñado. La partida servirá para revelar secretos inesperados, pero a medida que avance la noche aparecerán unos peligrosos intrusos que no habían sido invitados a la fiesta de reencuentro. Está protagonizada por Russell Crowe (La forja de un campeón, Salvaje), Liam Hemsworth (Most Dangerous Game, Arkansas: Un lugar peligroso), Elsa Pataky (Interceptor, La tierra de las mareas), RZA, Jacqueline McKenzie, Matt Nable, K. Callan y Lynn Gilmartin. La película se ha estrenado en España de la mano de Vértice Cine el día 13 de Enero de 2023.

Un proyecto nacido del caos solo puede generar más caos

Han transcurrido 8 años tras aquel interesante debut tras las cámaras del actor neozelandés Russell Crowe con El maestro del agua (2014), un drama épico de corte clásico que le auguraba un buen futuro posterior como director. Sin embargo, su segunda película es un tremendo fiasco cuyo rodaje fue catalogado por él mismo como «los 12 meses más tortuosos de mi vida».

Poker Face camina constantemente por una cuerda floja que separa el drama reflexivo del thriller criminal sin saber muy bien hacia donde quiere decantarse. El proyecto le llegó al director tan solo 5 semanas antes de iniciarse el rodaje, sin un reparto previsto, con un guion que tuvo que reescribirse a marchas forzadas y con los decorados a medio construir, pero aún así decidió embarcarse en la aventura de un rodaje a modo de catarsis personal tras haber fallecido su padre una semana antes y estando aún recuperándose de la pérdida de su buen amigo Andrew Lesnie, el director de fotografía que le ayudó con su ópera prima.

Los meses de rodaje tampoco ayudaron a mejorar las cosas por culpa del estricto protocolo Covid (con un positivo que trastocó el plan de trabajo) y de un set que quedó inundado tras una lluvia torrencial en Nueva Gales del Sur. Como es lógico, todas esas situaciones y circunstancias son imposibles de disimular en el resultado de una película que traspira caos por los cuatro costados.

Una partida de karma

El argumento de Poker Face parece escrito sobre la marcha y eso que parte de una idea con estupendas posibilidades dramáticas. El protagonista es Jake Foley (Russell Crowe), un multimillonario que ha amasado su fortuna como jugador de póquer y que, tras ser diagnosticado con un cáncer terminal, decide que antes de morir debe reencontrarse con sus mejores amigos de la infancia para saldar algunas cuentas pendientes, ¿qué mejor que hacerlo con una partida de cartas en su mansión? La historia se nos cuenta a través de una voz en off narrativa donde el propio personaje nos traslada sus pensamientos más íntimos e intenta explicar cuáles son las motivaciones que le llevan a subir la apuesta durante la partida.

Y es que, tras un breve paso por los recuerdos que sirven para establecer con imágenes el fuerte vínculo existente entre el grupo de amigos, descubriremos que Jake ha adquirido un potente veneno a través de un chamán (empiezan las escenas absurdas) que en grandes dosis puede ser mortal, pero que con solo unas gotas actúa como una especie de «suero de la verdad». Eso nos da a entender que la partida de póquer va a convertirse en una «partida de karma» (como alguien define en la película) que sirva para poner las cartas sobre la mesa y que todos se sinceren entre ellos para sacar a relucir los secretos y mentiras que han ido acumulando durante todos estos años al hacerse adultos.

Los amigos de Jake y el intruso sorpresa

Los amigos de Jake (que no de Peter) son Michael Nankervis (Liam Hemsworth), Andrew Johnson (RZA), Alex Harris (Aden Young) y Paul Muccino (Steve Bastoni). Por desgracia, los personajes están muy mal definidos y no se aprovecha ese punto de partida que podía haber dado lugar a un tenso thriller psicológico cocinado a fuego lento. Tan solo sabremos que hay un político corrupto, un borracho con tendencias suicidas y que uno de los cuatro es el amante secreto de la esposa de Jake con la que ya está en trámites de divorcio. El plan vengativo resulta que no es tal y que las intenciones reales del anfitrión son mucho más benevolentes. El mensaje moralista que desprende el filme revela la necesidad de recuperar los orígenes de quiénes fuimos para afrontar la muerte con dignidad sincerándose con la gente que amamos y perdonando así aquellas imperfecciones que todos tenemos.

Lo peor de todo es cuando descubrimos que la partida de cartas conducida por la croupier Penelope (Elsa Pataky) no va a ser el eje central de la narración y solo es una mera excusa para iniciar la reunión. En un nuevo giro arbitrario de los acontecimientos, irrumpirán en la casa unos atracadores liderados por Victor (Paul Tassone), un hombre que parece tener mucha rabia a Jake aunque tampoco se explore esa relación, los cuáles quieren hacerse con las obras de arte que el «cara póker» tiene decorando las paredes de toda la casa.

Así pues, tras media película dando bandazos con los amigos de Jake y otras subtramas familiares poco consistentes (la esposa anterior fallecida, la hija, etc), resulta que lo que de verdad nos ofrecen es una rutinaria home invasion pasada de vueltas (el personaje de Victor es una caricatura en sí mismo) con los cinco amigos enfrentados a los malhechores de turno. La trama de acción aparta de la mesa de juego a las reflexiones y todo se vuelve un disparate (sino lo era ya) tan mayúsculo como la idea de derivar un juego de póker para ordenador en un programa de vigilancia militar (¿a qué cojones venía eso?). Lo único que salva a Poker Face de quemar todas sus copias en la hoguera es una lujosa escenografía (especialmente para los que sean más aficionados a los Rolex que a los Casio) y alguna presencia destacable en el reparto, poco más.


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Llega a FlixOlé ‘El camino’, obra cumbre de la pionera cineasta Ana Mariscal

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El camino

La plataforma FlixOlé ha estrenado hoy, 13 de enero, El camino (1963) de Ana Mariscal, una de las joyas desconocidas del cine español, la primera en adaptar una novela de Miguel Delibes. 

El recuerdo de Ana Mariscal como actriz de cabecera en las películas de los 40 y 50 permanece imborrable, pero ese no ha sido el único legado que dejó esta estrella incontestable del cine español: fue una de las primeras mujeres en encarnar un personaje masculino en el teatro, en fundar su propia productora y en ponerse detrás de la cámara, haciendo carrera de ello. También fue la primera en adaptar una novela de Miguel Delibes: El camino, una de las joyas del séptimo arte patrio, olvidada durante décadas, que se puede ver ya en la plataforma FlixOlé.

Mariscal fue una de las precursoras del neorrealismo italiano en la España del franquismo, y su obra cumbre, El camino, es un claro ejemplo del cine personal, apegado a la realidad y a las preocupaciones sociales, que desarrolló la diva de la gran pantalla en su faceta de directora. Esto no era del agrado de la censura, que entorpeció la exhibición y distribución de la película, contribuyendo a que ésta quedase como un título maldito.

El interés por El camino ha experimentado un reciente despertar en certámenes y filmotecas, y el Festival Internacional de Cannes, en su 74ª edición, incluyó su proyección en la sección de clásicos. Gracias a FlixOlé podemos ver esta obra imprescindible en una versión restaurada y digitalizada.

El humanismo y existencialismo del texto de Delibes se convirtieron en imágenes en este largometraje con el que la directora representó la vida de un cotidiano pueblo de la sierra de Ávila, con sus penalidades y alegrías. La cineasta filmó un retablo costumbrista del mundo rural y sus gentes durante la dictadura. Para ello utilizó como hilo conductor a Daniel, un niño apodado ‘El mochuelo’ al que su padre quiere enviar a la ciudad para que termine sus estudios y sea un hombre de provecho. Durante las horas previas a su marcha, por la mente del adolescente desfilan los recuerdos del pueblo y de sus vecinos.

El bucólico retrato maquilla el ambiente opresivo, la falta de oportunidades y el paternalismo religioso que evidencia la película. Una crítica social que, paradójicamente, no descarga su culpa en los personajes. La ternura e inocencia de los protagonistas nos alcanzan de lleno, y nos dejan numerosos episodios imborrables: como el del ejército de beatas persiguiendo las pecaminosas conductas de sus convecinos; las diabluras de los jóvenes del lugar, algunas de las cuales terminan en tragedia; el juego de la cucaña como excusa para ensalzar la masculinidad entre los lugareños; o las sonrisas y lágrimas de la pequeña Mariuca-Uca.

Crítica de ’Brian y Charles’: Un cuento sobre un príncipe depre

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Brian y Charles

Las críticas de Laura Zurita:
Brian y Charles

Brian y Charles nos descubre la historia de Brian, un solitario inventor que vive en un remoto valle de Gales del Norte. Aparentemente, la soledad no parece molestarle, y se pasa la mayor parte de su aislada vida en su ruinoso taller creando objetos extraños que nadie quiere. Hasta que, un día, Brian construye un robot. Fabricado con una vieja lavadora y una maltrecha cabeza de maniquí, la imponente máquina de más de 2 metros de altura es una peculiar construcción similar a un anciano destartalado. Aunque al principio no consigue activarlo, cuando Brian vuelve a casa en una oscura noche de tormenta descubre que Charles no solo está funcionando, sino que ha superado todas sus expectativas: es una forma de vida que anda y habla como un niño inquisitivo, ansioso por saberlo todo sobre su entorno y sobre cómo funcionan las cosas.

Al principio, Brian se lleva de maravilla con Charles, que es el antídoto perfecto a su soledad. Sin embargo, a medida que su relación se desarrolla, surgen las tensiones. Charles, como un muchacho en plena fase de crecimiento, desea más independencia y se obsesiona con explorar nuevos horizontes, pero Brian se resiste a compartir su robot con el mundo exterior. Se resiste incluso a dejarlo salir, aclarándole desde el principio que hay muchos peligros al acecho. La principal preocupación de Brian son los Tommington, una familia local, y en particular Eddie Tommington, un granjero curtido que ya le ha robado en el pasado.

Gracias a sus interacciones con Charles, Brian va ganando confianza y forja amistad con una mujer del pueblo, Hazel, tan tímida y aislada como él mismo. Justo cuando empiezan a conocerse y abrirse el uno al otro, de pronto se ven más unidos que nunca cuando se cumple la peor pesadilla de Brian: Charles desaparece. Después de vivir como un ermitaño toda su vida y de dejar que Eddie lo intimide durante demasiado tiempo, Brian deberá decidir si es capaz reunir el coraje suficiente para alzarse por sí mismo… o si volverá a recluirse en las sombras.

Brian y Charles está dirigida por Jim Archer e interpretada por David Earl, Chris Hayward, Louise Brealey, Jamie Michie, Lynn Hunter, Lowri Izzard, Mari Izzard, Cara Chase, Nicholas Asbury, Sunil Patel, Vivienne Soan y Nina Sosanya. La película se estrena en España el 13 de enero de 2023 de la mano de  Universal Pictures International Spain.

Un cuento para todos los públicos

Brian y Charles es un cuento curioso, un cuento para todas las edades. El escenario no es el País de Nunca Jamás, sino un lugar muy recóndito de Gales, donde todo es como siempre y la vida muy tranquila, donde seguro que hay un pub, pero poco más. Una ocupación muy agradecida en un sitio así es vigilar a los demás, y, para algunos, hacerles la vida imposible a los vecinos.

En todos los cuentos hay un héroe, y en Brian y Charles érase que se era Brian, un héroe improbable y moderno, con gafas y barriguita, que reconoce, nada más empezar, que a veces está un poco depre. Al principio parece que hablara con un equipo de rodaje, como en un pseudodocumental, y por este recurso conocemos la voz interior de Brian, que nos cuenta su vida tal como él la ve. Cuando ya hemos entrado en calor, el modo de narrar cambia y el equipo de rodaje y su documental parecen desparecer, pero a esas alturas estamos tan entretenidos que no los echamos de menos. La película muestra a cada paso que Brian lleva una vida solitaria, con cenas para uno, y sus pobres resultados en su partida consigo mismo, así que bien pudiera ser que ese equipo de rodaje era el amigo invisible que aliviaba su soledad y su depresión, y ya no fuera necesario al llegar Carles.

También estos primeros momentos son en los que Brian sobreactúa un poco. Claro que, si lo que quiere es ser influencer, puede que ese sea el modo correcto de expresarse ante las cámaras. Luego, afortunadamente, modera esos excesos, y resulta notablemente natural y entrañable. David Earl de hecho, hace un trabajo excelente y mucho más difícil de lo que podría parecer en un primer momento. Resulta ingenuo sin ser simplón, excéntrico con estilo y ermitaño pero amable, y su actuación es sobresaliente porque parece brotar sin esfuerzo una vez pasado el primer cuarto de hora.

Brian es el manitas excéntrico del pueblo, y en su muy modesto palacio elabora artefactos varios, dignos de un inspector Gadget desbocado. Brian encuentra los restos de un maniquí, y por casualidad se vuelve un Frankenstein bonachón y bien intencionado. Planea crear un ser vivo, una especie de robot que será tan extraordinario, delirante y poco práctico como el resto de sus obras, y como la película en sí misma, que tiene flecos pero se hace querer.

Un desvencijado amigo

Charles aparece en el cuento. Es tosco y desgarbado, como em monstruo de Frankenstein de las películas mudas, como un Pinocho feo y grandullón para un Gepetto que no quiere un hijo, sino un  amigo con quien compartir sus días, sus dardos y sus coles. Charles no tiene mucho movimiento en sus miembros torpes, ni en su cara de plástico, y su voz es metálica y en apariencia impersonal, y, sin embargo, captamos sus estados de ánimo, y nos parece conocer su carácter de adolescente imposible pero encantador.

El cuento, como todo cuento que se precie, tiene una princesa. Hazel es rubia y tan desubicada como Brian, y tiene una madre que seguro que es, en realidad, una madrastra. No tiene un hada madrina, y es una pena, porque le vendría muy bien alguien que le remozara el armario. Tanto el vestuario como la dirección artística son muy adecuados, todo anticuado, usado y de un gusto dudoso, en perfecta consonancia con nuestro príncipe deslucido.

También hay un malo de cuento, con una carroza imponente de muchos caballos, que seguro que son de color negro. A su lado, por cierto, las hermanas malvadas y malcriadas que no tiene una Cenicienta a la que maltratar.

Un final con sorpresa

Con todos estos ingredientes, el cuento resulta completito y encantador, y deseamos con todas nuestras fuerzas que Brian y sus amigos sean felices y coman perdices. Aunque este es un cuento moderno, y nos reservará una sorpresa. Pero tranquilos, el príncipe destartalado seguro que acabará siendo feliz y comerá alguna que otra perdiz, eso sí, con coles.

Brian y Charles es un cuento para todos los públicos, optimista y acogedor, una obra muy personal para aquellos a los que no les importa dejar volar su imaginación en un pequeño pueblo de Gales.


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Crítica de ’El libro del amor’: La telenovela que quiere ser feminista

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El libro del amor

Las críticas de Laura Zurita:
El libro del amor

La novela del joven escritor inglés Henry Cooper es un auténtico fracaso de ventas. Pero, cuando su libro se convierte en un éxito inesperado en México, su publicista le insiste en que viaje allí para hacer una gira promocional. Al llegar, descubre la razón de la popularidad de su novela: la traductora mexicana María ha reescrito su aburrido relato como una tórrida novela erótica. Él está muy furioso, pero a medida que los ánimos se caldean y las chispas comienzan a saltar, los dos empiezan a encontrar el amor y la lujuria a pesar de ellos mismos.

El libro del amor está dirigida por Analeine Cal y Mayor e interpretada por Sam Claflin, Verónica Echegui y Horacio García Rojas.  La película se estrena en cines el 13 de enero de 2023 de la mano de Flins y Pinículas.

Un libro malentendido

El libro del amor se basa en malentendidos. Para empezar, el libro original que ha escrito el protagonista, «A sensible heart», se debe traducir como «Corazón sensato». Por eso se entiende mejor, a pesar de su retorcidísima y sosa prosa, el fragmento que el autor lee al principio de la película, un amor tranquilo, sosegado, alelado, casi ausente. Y, la verdad, pocas ganas dan de leer ese libro, que seguramente nunca habría pasado por el filtro de un editor. Pero, de repente, llega la noticia de que se vende bien en México. Pero claro, hay algo raro. La portada es coloreada, una especie de versión para mayores de las novelas de Corín Tellado versión rancho. El mismo título del libro, traducido como «Un corazón sensible», está en las antípodas de la intención inicial del autor.

El escritor viaja junto con su traductora de gira y, poco a poco, va descubriendo que ese no es su libro, que se lo han cambiado. A partir de ahí, los tópicos se acumulan en la pantalla. En buen amor y compañía, el inglés aboga por la sensatez, la mexicana por la pasión, el amor todo lo puede, los mexicanos son exagerados y en Inglaterra llueve. No faltan indígenas con trajes precolombinos, que suponemos se han colocado en honor de los honorables invitados.

Entre el homenaje y la parodia

Sobre este armazón tan clásico, se construyen algunas ideas más acordes con los signos de  los tiempos. El escritor da por sentado que lo ha traducido un hombre, y se lleva una sorpresa cuando ve que se trata de una mujer joven y guapa. María es fuerte y saca a su familia adelante, y tiene todo tipo de talentos escondidos. Su exmarido no la posee, y ella lo deja claro.

Un poco de humor ayuda a pasar mejor la historia, y de hecho ciertas escenas se mueven entre el homenaje y la parodia, como en el desenlace con un exmarido celoso, el inglés que no se entera y la doncella en apuros al rescate. Casi lo mejor de la película es la descripción del inglés de su telenovela favorita, y se nos ponen todos los lugares comunes unos detrás de otros.

Desde luego no se puede reprochar a una comedia romántica que sea romántica y que tenga un tono humorístico, así que los espectadores que elijan verla saben qué van a encontrar y seguramente saldrán satisfechos con una sonrisa en el rostro. Se trata de un visionado agradable y correcto, y es un placer ver los hermosos paisajes de México.

El libro del amor es una comedia romántica que desde el principio se entrega sin complejos a su concepto, una suma de tópicos y humor que es tan inofensiva como olvidable.


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Crítica de ’El falsificador de pasaportes’: Ser joven viviendo en peligro

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El falsificador de pasaportes

Las críticas de Laura Zurita:
El falsificador de pasaportes

Cioma Schönhaus, de 21 años, no dejará que nadie le robe las ganas de vivir, y mucho menos los nazis. Quiere descubrir la vida, pero tiene la desgracia de vivir como judío en el Berlín de los años cuarenta. Como los mejores escondites están ya ocupados, Cioma decide salir a la luz para escapar de la deportación. Utilizando la identidad de un oficial de la marina que creó para sí mismo, se lanza a la vida nocturna de la ciudad e incluso encuentra una frágil esperanza de amor durante los momentos más oscuros de la guerra. A lo largo del día, falsifica identificaciones con solo un pincel, un poco de tinta y una mano firme y salva la vida de muchos otros. Sin embargo, su talento le pone cada vez más en peligro, y en algún momento la única esperanza de Cioma para sobrevivir es una última identificación falsificada con su propio nombre.

El falsificador de pasaportes está dirigida por Maggie Peren e interpretada por Louis Hofmann, Jonathan Berlin, Luna Wedler, Nina Gummich, André Jung, Marc Limpach, Yotam Ishay, Luc Feit, Jeanne Werner, Sina Reiß, Catherine Janke, Stephanie Stremler, Marie Jung, Stefan Merki y Nickel Bösenberg. La película se estrena en España el 13 de enero de 2023 de la mano de VerCine.

La vida cotidiana en el filo de la navaja

El falsificador de pasaportes se basa en el libro homónimo, una biografía novelada de Cioma (Salomón) Schönhaus, un judío alemán. Siendo muy joven, Cioma laboró documentos falsos para ayudar a salvar a otras personas de la persecución nazi. Hemos visto muchas obras sobre el sufrimiento de los perseguidos por el régimen nazi durante la segunda guerra mundial, desde la eterna El diario de Ana Frank hasta la durísima El hijo de Saul, que retrata la vida cotidiana  en los campos de concentración.

El falsificador de pasaportes tiene un enfoque diferente, sucede en Berlín antes de que los crímenes cometidos en los campos de concentración fueran públicos, mientras algunos judíos, por circunstancias diversas, aun eran tolerados en tanto fueran útiles. Al principio de la película se nos cuenta de manera breve que los padres de Cioma, como tantos otros, habían sido enviados hacia el este, un eufemismo para aquellos mandado a trabajar, sufrir y morir en los campos de concentración. El conocimiento de la magnitud del exterminio, sin embargo, no estaba extendido entre los que se quedaban.

Cioma, como tantos otros, intenta llevar una vida normal, aunque sabiéndose miembro de una minoría perseguida y odiada. No obstante, el cerco se va cerrando, y vemos cómo se desarrolla el latrocinio de los bienes de los judíos alemanes, ejecutado con la misma burocrática y detallada frialdad con la que funcionaría la aniquilación de minorías y supuestos enemigos de la sociedad.

El falsificador de pasaportes no da muchos detalles sobre las leyes antijudías, ni de la persecución a la que se sometió a estos y otros enemigos del régimen, pero se muestran sus consecuencias para Cioma y su amigo Det. Al principio son tolerados y despreciados, luego saqueados y  al final tienen que emplear el ingenio en una vida de huida y secretismo. El odio y la persecución están presentes e intuidos, pero no se nos somete a un bombardeo pedagógico sobre los desastres del régimen nazi. El autor nos hace saber que había actitudes variadas entre los alemanes con respecto a los judíos, ya que Cioma y muchos otros, deben la vida a personas que creían en la solidaridad por amor al prójimo.

Cioma vive un poco en la inopia, intentando no solo sobrevivir sino también ser feliz. Tiene 21 años, y envuelto en un frágil equilibrio y una falsa identidad, quiere llevar una vida normal. Los lados sórdidos de la vida, como las jóvenes que se prostituyen para sobrevivir, o la dura economía del estraperlo, se exponen con mucha discreción. De hecho, la película a veces peca de exceso de elipsis, y hay saltos en la trama que cuesta seguir, dando la impresión de que algunas escenas se han quedado en la mesa de montaje.

Un aura de tristeza

La dirección busca minimizar la carga dramática que siempre se mantiene bajo la superficie, y es que vemos el mundo a través de los ojos de Cioma, ignorante al principio de los hechos trágicos a los que se veía sometida su país y su familia. Además, los alemanes van a perder la guerra y muchos lo saben ya. Toda esa tristeza se expresa de una forma sutil, en la luz fría y triste y los colores apagados que predominan durante el metraje

El joven Cioma (Louis Hofmann) y su amigo Det (Yotam Ishay) actúan con naturalidad y encanto. En el trabajo de Hofmann asoman continuamente la vida y la alegría, y parece moverse por una época tan triste y con tantos sinsabores con una cierta inocencia, con los brotes de energía juvenil alternando con los momentos sombríos.

Las mejores interpretaciones de la película, sin embargo, son un par de personajes de reparto que no precisamente son simpáticos. Por un lado, el señor Kaufman (Marc Limpach), seco y serio, que actúa por idealismo, pero sin calidez, y que ayuda a cientos de personas con un aura imperturbable de juez. Y por el otro la vecina, la señora Peters (Nina Gummich), que lo hará todo por sobrevivir, en la que el resentimiento, la rigidez y la tristeza construyen una fachada exterior dentro de la que embutida y apagada.

El falsificador de pasaportes es una película de corte clásico, bien hecha y bien interpretada, que da una visión distinta sobre la vida de las víctimas del régimen nazi.


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Crítica de ‘La piedad’: La puta vida en rosa

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Las críticas de Daniel Farriol:
La piedad

La piedad es un drama español que está escrito y dirigido por Eduardo Casanova (Pieles). La historia nos muestra a un chico que vive con su madre en un mundo color de rosa, un microcosmos surrealista que tiene precisamente a dos únicos habitantes, madre e hijo. Todo se trunca cuando al chico le diagnostican cáncer… Está protagonizada por Ángela Molina (Charlotte, Carta a mi madre para mi hijo), Manel Llunell (Malnazidos, Moebius), Ana Polvorosa (La fortuna, Con quién viajas), María León (El universo de Óliver, Los Japón), Antonio Durán «Morris» (Ons, Dhogs), Macarena Gómez (Y todos arderán, El hombre del saco), Daniel Freire, Songa Park y Alberto Jo Lee. La película tuvo su presentación nacional en España dentro del Festival de Sitges 2022. Se ha estrenado en salas comerciales de la mano de Barton Films el día 13 de Enero de 2023.

La dictadura maternal vs. la dictadura política

Tras la impactante y bizarra Pieles (2017), que supuso el debut en el largometraje del joven director español Eduardo Casanova, con su segunda película La piedad profundiza aún más en su peculiar y perturbador universo de color rosado. Sin duda, se trata de una propuesta radical y controvertida, no apta para todos los públicos ni para gente fácilmente impresionable. La historia retrata la enfermiza dependencia materno-filial existente entre Mateo (Manel Llunell) y Libertad (Ángela Molina), algo que en la película se equipara a una dictadura política como la existente en la actualidad en Corea del Norte (¡sic!). ¡Que le envíen una copia a Kim Jong-un!

Mateo vive con su madre, Libertad, en un mundo de color de rosa. Es como un microcosmos distópico que tiene precisamente a dos únicos habitantes, madre e hijo, no necesitan a nadie más. Sin embargo, todo cambiará cuando a Mateo le diagnostiquen un cáncer… Dicha analogía entre la cabeza de familia y el gobierno de un país militarizado resulta una decisión de guion tan ridícula como innecesaria que lo único que consigue es proponer una trama paralela sin ningún tipo de consistencia dramática ni mayor intención que la provocación gratuita (igual que el propio discurso que hizo el director en la rueda de prensa posterior a la presentación de la película en el Festival de Sitges donde hizo una referencia despectiva a los votantes de VOX).

Transgresión pasada de moda

La piedad es una película tan conceptualmente extraña que me fascina por su ambiciosa puesta en escena. El rosa es un color asociado en nuestro subconsciente a la inocencia infantil que aquí se utiliza para engendrar la más perversa oscuridad inherente a la condición humana. Casanova consigue imágenes de gran impacto visual que entrelaza con otras presuntamente transgresoras como el plano explícito de una vagina orinando sobre el espectador. Alguien debería decirle al director que ya no estamos en los años 70 y que cineastas como John Waters hacían cosas así hace 50 años cuando la contracultura significaba algo más que una postiza pose artística. Cuando lo único que se busca es la provocación per se lo que de verdad se obtiene es un distanciamiento del espectador hacia la obra que está viendo, al menos, es lo que me sucedió a mí en determinados momentos.

Por otro lado, el tratamiento esperpéntico que hace la película acerca de una enfermedad tan cruel y dolorosa como es el cáncer roza peligrosamente la banalización de la misma. Entiendo que sirve para determinar la capacidad de manipulación que tiene esa posesiva madre hacia su hijo, pero no hallo el equilibro necesario entre drama y comedia en sus postulados sobre la maternidad para no tener que traspasar algunas líneas rojas que me hacen rechazar el tono empleado.

Un artefacto visual fascinante

De todas formas, está claro que La piedad es un filme que arriesga y eso es algo muy positivo dentro del acomodado cine actual. Su aportación escénica tiene una particularidad única que, con sus altibajos, la diferencia de cualquier otra cosa que hayamos visto antes, por ejemplo, tanto la dirección de arte como la fotografía de Luis Ángel Pérez son alucinantes. Solo por esas cuestiones estéticas la película ya merece la pena ser vista y, como es lógico, también por el portentoso trabajo que realiza una valiente Ángela Molina en un papel especialmente antipático.

Es una pena que el actor/director convertido ya en azote de los ultraderechistas tenga la misma tendencia a la grandilocuencia con un micrófono en sus manos que posicionándose como director por encima de sus imágenes, vamos, genio y figura hasta la sepultura. El problema de todo eso es que a menudo su polémica personalidad (dentro y fuera de la pantalla) acaba desviando la atención de lo que es importante y el discurso que pretende transmitir se pierde en un bosque de palabrería más panfletaria que revolucionaria.

En definitiva, La piedad es una película sobre relaciones tóxicas y poderes fácticos que recabará opiniones contrapuestas debido al delicado contenido que alberga, siendo un trabajo donde finalmente la forma acaba estando por encima del fondo. Se podría decir que con esta película Eduardo Casanova ha subido un peldaño respecto a su anterior obra en cuanto al poderoso artefacto visual que regurgita, pero que desgraciadamente ha bajado otros dos peldaños por su «moderna» concepción ideológica que acaba resultando tan naif e inofensiva como el color rosa que inunda toda la pantalla.


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Crítica de ‘La guarida (The Lair)’: Cutre y casposa, a mucha honra

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Las críticas de Daniel Farriol:
La guarida (The Lair)

La guarida (The Lair) es un filme británico de terror que está escrito y dirigido por Neil Marshall (The Descent, Dog Soldiers). La historia sigue a una piloto de la RAF que resulta herida durante su última misión en Afganistán. Para escapar de su perseguidores, se refugia en un búnker que antiguamente había sido usado por los rusos para experimentar con ADN alienígena. La batalla entre soldados y monstruos mutantes dará inicio. Está protagonizada por Charlotte Kirk (Vice, The Reckoning), Jonathan Howard (The Five Rules of Success, La caza), Jamie Bamber, Tanji Kibong, Leon Ockenden, Mark Strepan, Hadi Khanjanpour y Cesare Taurasi. La película tuvo su presentación en España en la sección Midnight X-Treme del Festival de Sitges 2022. Se ha estrenado comercialmente de la mano de A Contracorriente Films el día 13 de Enero de 2023.

Neil Marshall nos trae una película con olor a VHS

La guarida (The Lair) es la nueva película dirigida por el británico Neil Marshall que, como buen conocedor del género, nos regala un auténtico disfrute palomitero donde se combinan universos propios de anteriores trabajos suyos como Dog Soldiers (2002) y The Descent (2005) con los de obras ajenas referentes para el fantástico como puede ser Aliens: El regreso (James Cameron, 1986).

Pero hay algo importante a tener en cuenta antes de ver esta película y es que todas esas influencias/homenajes están integradas en una atmósfera que rezuma olor a VHS ochentero y a ese cine de explotación que asomaba con orgullo sus sangrientas carátulas entre las estanterías de cualquier videoclub de barrio lleno de blockbusters. Así que nadie espere encontrarse con una gran superproducción, efectos CGI que te dejen con la boca abierta o un guion sutilmente elaborado para atraparnos mediante giros sorprendentes.

Es por eso que me sorprendió mucho la fría acogida que tuvo la película durante las maratones golfas del Festival de Sitges (un escenario ideal para la peli) donde Marshall recibió el Premio «Máquina del Tiempo». Aún me sorprende más leer reseñas negativas de algunos especialistas en el género que se toman la película en serio como si ya se nos hubiera olvidado pasarlo bien en un cine. Cada vez tengo más claro que hoy en día cineastas como John Carpenter, Joe Dante o John Landis, grandes influencias en el cine de Marshall, lo tendrían crudo y serían despreciados ante tal necesidad de trascendencia elevada en cualquier producto de terror o fantástico, si esos directores son aún reconocidos es más por el efecto que tiene el culto a la nostalgia y el postureo que por otra cosa.

¡Cómo se echa de menos la Serie B sin ínfulas autorales!

La guarida (The Lair) se adentra, pues, en la Serie B más simpática y desprejuiciada, con acción de viñeta y humor chusquero a raudales, en una trama en la que veremos a un grupo de soldados de élite liderados por la Capitana Kate Sinclair (Charlotte Kirk) durante una peligrosa misión en los desiertos de Afganistán. El grupo de soldados y todos los personajes que aparecerán en la película están caracterizados bajo los parámetros del estereotipo puro, es decir, son una parodia autoconsciente de sí mismos. Los militares de la RAF (Royal Air Force) deberán enfrentarse con igual vehemencia tanto a los insurgentes afganos que quieren expulsar de su territorio a las tropas invasoras como a unos monstruos mutantes de afilada dentadura que han sido creados en un laboratorio ruso. ¿De verdad pretendes tomarte en serio todo esto a la hora de valorar la película?

Pues claro que no. El argumento, en realidad, es lo de menos. La previsibilidad de todo lo que acontece no evita que Marshall encienda las luces de su feria ambulante y asegure la diversión a un público sediento de sangre que sepa que tipo de (sub)producto tiene delante. En ese sentido, me atrevería decir, situándome en contra de lo que opinan muchos compañeros, que Marshall sí que ha recuperado la audacia que le faltaba en sus últimos trabajos.

La guarida (The Lair) es una divertidísima monster movie que combina terror y desfachatez con escenas absurdas donde, por ejemplo, los chascarrillos de los diálogos te hacen sonreír mientras a alguien le están comiendo la cara (literalmente). ¿Son esos diálogos terriblemente estúpidos? Pues sí, ahí radica la gracia de la película. ¿O es que vamos a pretender tomarnos de la misma forma a Sharknado (Anthony C. Ferrante, 2013) y Tiburón (Steven Spielberg, 1975) por el simple hecho de que en ambas aparezcan escualos hambrientos? Lo que hace muy bien Neil Marshall es invitarnos a un tipo de propuesta que se echa en falta en el género actual y que, gracias a Dios, está exenta de toda pretenciosidad, yo me lo pasé bomba. En definitiva, La guarida (The Lair) es cutre y casposa, sí, pero a mucha honra.


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Crítica de ‘El suplente‘: La importancia de inculcar valores

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El suplente

Las críticas de David Pérez «Davicine»:
El suplente

Lucio, un prestigioso profesor de literatura en la universidad, toma un curso en una escuela del barrio donde creció, en los suburbios de Buenos Aires. Allí intentará ayudar a su padre a salvar a Dilan, un estudiante perseguido por un grupo de narcos. El suplente, del cineasta argentino Diego Lerman, está protagonizada por Juan Minujín, Bárbara Lennie, Alfredo Castro, María Merlino, Lucas Arrua y Rita Cortese. La película se presentó en España en la Sección Oficial de la 70 edición del Festival de San Sebastián y se estrena en cines el 13 de enero de 2023 de la mano de A Contracorriente Films.

De festival en festival

Director, guionista y productor argentino, Diego Lerman cuenta con una amplia experiencia en cine, televisión y teatro, y su último largometraje estrenado hasta la fecha, Una especie de familia, consiguió, además del premio al mejor guion en el Festival de San Sebastián, el premio a la mejor película en los festivales de Chicago y Miami. Otras de sus películas más reconocidas han sido La mirada invisible y Refugiado, estrenadas mundialmente en la Quincena de realizadores de Cannes, Mientras tanto, que compitió en el Festival de Venecia o Tan de repente, que fue premiada en el Festival de Locarno.

Su último trabajo, El suplente, es una coproducción internacional que nos presenta a Lucio, un prestigioso profesor de literatura en la universidad que decide aceptar una suplencia en un curso en una escuela del barrio donde creció, en los suburbios de Buenos Aires. Allí intentará ayudar a su padre a salvar a Dilan, un estudiante perseguido por un grupo de narcos.

La importancia de una buena educación

A través de Lucio, la película nos presenta una historia para hacernos reflexionar sobre la importancia de la educación, pero no sólo por sus conocimientos, sino también por los valores que nos inculcan desde pequeños. Muchas veces nos quedamos en la educación como un medio para tener acceso a un futuro profesional, pero aún más importante es el desarrollo del individuo a nivel intelectual, moral e incluso afectivo. En la escuela aprendemos y creamos nuestra primera comunidad, nuestro primer grupo de amigos con los que compartimos experiencias, y aprendemos a convivir marcando cómo serán nuestras decisiones futuras.

Con esta premisa está claro que la película se encaja en el subgénero de «películas de profesores», y aunque no son pocas las películas que nos vendrán a la mente durante su visionado, Diego Lerman opta por actualizar estas historias añadiendo un extra de conflictos sociales actuales, no sólo dentro de las clases, sino también en el entorno de los estudiantes de esta zona conflictiva de Buenos Aires, donde la presencia de narcotraficantes en el barrio y la corrupción política son parte del día a día de sus habitantes.

Honestidad sin innovación

Lerman no quiere innovar, y no podemos juzgar negativamente por eso al cineasta, pues en ocasiones es difícil ofrecer narrativas innovadoras con temáticas tan comunes, pero al menos es capaz de contar una historia de forma honesta y accesible tanto por su forma como por su contenido, apreciando cada una de las etapas por las que pasan profesor y alumnos desde su primer desencuentro y rechazo inicial -tan habitual de este género- hasta la evolución de su relación y desenlace tan predecible como emotivo y rápido.

La película tiene como protagonista a Juan Minujín, uno de los actores más relevantes del cine y la televisión argentinas, protagonista de una de las series argentinas de mayor éxito mundial en Netflix, El Marginal. Junto al desarrollo del personaje a través de su aprendizaje con los alumnos que tiene que formar en su nueva escuela, también vemos la estrecha relación con su antigua pareja así como la dificultad que tiene para comunicarse con su hija adolescente, lo que sirve para ampliar el conocimiento que tenemos del personaje y comprender mejor su posterior relación con el alumnado.

Mariela, la expareja de Julio, está interpretada por Bárbara Lennie, que colabora por segunda vez con Diego Lerman tras Una especie de familia, y a pesar de ser un papel breve, ofrece una interpretación correcta aunque sin sacar demasiado provecho a su personaje, que no daba mucho más de si por su guion. Destacar la presencia en el reparto de Alfredo Castro, uno de los actores latinoamericanos más internacionales gracias a papeles como El Club, Desde allá y Neruda, quien tampoco tiene un rol con mucho peso en la narrativa pero sin mucha importancia en la historia.

El suplente es una película con todos los clichés del subgénero de profesores, que funciona muy bien para el público en general, y nos recuerda la importancia de una educación basada en los valores más allá de las notas que den acceso a estudios posteriores.


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Vídeo avance de los estrenos de cine del 13 de enero de 2023

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Vídeo avance de los estrenos de cine del 13 de enero de 2023

Hoy, 13 de enero de 2023, llegan todos los estrenos de cine de la semana, y nos decantamos por El suplente, la nueva película del cineasta argentino Diego Lerman. La película tiene como protagonista a Juan Minujín, uno de los actores más relevantes del cine y la televisión argentinas, protagonista de uno de los éxitos más recientes de la televisión a nivel mundial, El Marginal. Le acompañan Alfredo Castro, uno de los actores latinoamericanos más internacionales gracias a papeles como El Club, Desde allá y Neruda, entre muchos otros, y Bárbara Lennie, que colabora por segunda vez con Diego Lerman tras Una especie de familia. María Merlino, Lucas Arrua y Rita Cortese completan el reparto.

En El suplente, Lucio, un prestigioso profesor de literatura en la universidad de Buenos Aires, decide aceptar una suplencia en una escuela del barrio donde creció, en la periferia de la ciudad. Rápidamente, se ve envuelto en los conflictos de los estudiantes, por lo que deberá apelar a todo su ingenio para sacar adelante las clases y, al mismo tiempo, superar sus límites y prejuicios para intentar salvar a Dilan, su alumno favorito, que es perseguido por un grupo narco del barrio.

Podéis leer la crítica de uno de nuestros colaboradores durante el 70 Festival de San Sebastián aquí.


A continuación os dejamos con los tráilers de los estrenos de cine de la semana que llegan a las salas hoy, 13 de enero de 2023: