viernes, octubre 17, 2025

Teatro | Crítica de ‘Todo lo que veo me sobrevivirá’: Lúcida y profundamente emocional

Las críticas teatrales de Laura Zurita:
Todo lo que veo me sobrevivirá

A veces, lo más anecdótico contiene una revelación que cambia completamente el rumbo de nuestras vidas. Esta obra propone viajar de lo insignificante a la totalidad. Todo lo que veo me sobrevivirá aborda cuestiones que nos afectan a todas las personas: cómo decidimos sobre nuestra vida, cómo nos enfrentamos a esos momentos y cómo los atravesamos. Y lo hace a través de cinco historias, con protagonistas de diferentes edades y en distintas etapas de la vida que se enfrentan como pueden, y de forma inesperada, a una decisión vital. Y lo hacen frente a las miradas ajenas; porque, a menudo, la vida se manifiesta en los lugares más inesperados, como la cafetería de un supermercado, un parque de bolas o un BlaBlaCar.

Todo lo que veo me sobrevivirá está dirigida por Raquel Alarcón sobre un texto de Raquel Alarcón, Lucía Carballal, Esther García Llovet, Roberto Martín Maiztegui, Pablo Remón y Melanie Werder. En el reparto encontramos a Esther Isla, Puchi Lagarde, Jorge Mayor, Julio Montañana, Gilda Polo Camacho y Viena Polo Camacho. La obra se estrenó el 10 de abril de 2025 en la Sala Cuarta Pared, como tercera y última parte del «Tríptico de la Vida».

Las decisiones y la palabra

Todo lo que veo me sobrevivirá, dirigida por Raquel Alarcón, cierra el ambicioso «Tríptico de la Vida» con una propuesta escénica que transita entre lo íntimo y lo universal. Si Todas las casas abordaba lo universal desde lo cotidiano, y Murmullo reflexionaba sobre la vida en su relación con la muerte, Todo lo que veo me sobrevivirá, la tercera entrega de este tríptico teatral, se centra en la palabra y las decisiones como motores existenciales.

Todo lo que veo me sobrevivirá se compone de cinco relatos independientes, escritos por Lucía Carballal, Esther García Llovet, Roberto Martín Maiztegui, Pablo Remón, Mélanie Werder Avilés y la propia Raquel Alarcón. La obra entrelaza estas cinco historias con forma anecdótica, revelando decisiones vitales que transforman la existencia de sus protagonistas. El título está tomado de una exposición del escultor Juan Muñoz e inspirado en un soneto de Anna Ajmátova, reforzando la idea de que nuestras experiencias perduran en el tiempo.

El texto de la obra presenta dos dimensiones claramente delimitadas: por un lado, un prólogo y un epílogo que reivindican, de manera implícita, el valor y la relevancia de la palabra. En un tiempo dominado por la imagen, Todo lo que veo me sobrevivirá apuesta decididamente por el poder del lenguaje; por otro lado, las cinco narrativas distintas interpretadas por un elenco diverso, exploran momentos cruciales en la vida de personajes de distintas edades y contextos. La obra nos habla de la importancia de las decisiones que, aunque aparentemente nimias, están cargadas de sentido y resonancia vital.

La puesta en escena, sobria y precisa, permite que el foco recaiga en las actuaciones y en la palabra. La dirección de Alarcón concede al texto todo su peso, haciendo de la escucha una experiencia activa y luminosa.

Todo lo que veo me sobrevivirá

Momentos vitales que perduran en el tiempo

En Todo lo que veo me sobrevivirá, las decisiones, incluso las más pequeñas, pueden tener un impacto profundo y duradero en nuestras vidas. A través de situaciones en apariencia insignificantes, los personajes se enfrentan a los momentos cruciales; un padre se interroga por la imagen que dejará en la vida de su hija; un hombre actúa llevado por el amor incondicional por su hermano; un autor se enfrenta a lo que podría ser —o no— la obra de su vida. Todo es cercano y concreto, pero al mismo tiempo colmado de significado. Lo real se eleva de manera lúcida hacia lo trascendente, y los actores, con interpretaciones que aparentan sencillez cotidiana, dotan al texto de una notable profundidad emocional.

Destaca especialmente el último relato, donde los intérpretes interpelan directamente al público y unen sus voces en una construcción escénica que recuerda al coro griego, generando una atmósfera de tragedia elevada y resonante. El efecto es de gran intensidad dramática y emocional, y ofrece un cierre a la altura del recorrido vital que plantea toda la obra.

En conclusión, Todo lo que veo me sobrevivirá es una obra lúcida y profundamente emocional. Su enfoque en lo cotidiano como vehículo de transformación es una conclusión adecuada para el «Tríptico de la Vida», consolidando el compromiso de Cuarta Pared con un teatro que explora las complejidades de la existencia humana.


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