Las crónicas de Laura Zurita:
22 Festival de Sevilla
No es cine todo lo que reluce se ha desplazado hasta el 22 Festival de Sevilla, y queremos compartir nuestras primeras impresiones de películas y series que hemos tenido la oportunidad de ver. Hoy os hablamos de: La anatomía de los caballos y Mother.
La anatomía de los caballos. La opresión a través de los tiempos
La anatomía de los caballos está dirigida por Daniel Vidal Toche sobre un guion que coescribe con Ignacio Vuelta, y está interpretada por Juan Quispe y Edith Ramos.
La anatomía de los caballos transcurre en un rincón remoto del Perú. La revolución de Túpac Amaru II ha fracasado y un grupo de revolucionarios agotados intenta encontrar un modo de volver a sus vidas. En esa despedida suspendida en el tiempo se habla del sentido de la muerte y de la condición temporal del ser humano. La película trata al tiempo como una materia elástica, ni definida ni definitiva, en la que todo parece ocurrir y no ocurrir al mismo tiempo. Los hechos regresan una y otra vez, transformados, como ecos de un pasado que insiste en permanecer. Las personas transitan los tiempos y solo cambian las formas de opresión.
Al tiempo, Eustaquia, una joven que busca a su hermana desaparecida tras protestar contra una mina contaminante, encarna la memoria colectiva y el dolor de generaciones. Una figura femenina —que es quizás ella, o quizás su hermana— aparece y desaparece: tal vez perdida, tal vez transformada; una presencia fantasmal que irrumpe en sueños, ligada a una pierna que pertenece y no pertenece a esa mujer, símbolo de una identidad fragmentada y de un cuerpo roto que resiste. La realidad en La anatomía de los caballos se experimenta como una superficie fracturada, donde hechos incompatibles conviven sin solución de continuidad. Los personajes sostienen una visión mágica de la muerte: viven con ella, la eligen más que la temen.
La fotografía de la película es de una belleza imponente: planos amplios que revelan la aspereza majestuosa del paisaje, donde los seres humanos aparecen reducidos a siluetas pequeñas y solitarias, casi desamparadas frente a la inmensidad de la naturaleza. En ese espacio áspero y silencioso, la realidad y el sueño se alternan o se mezclan hasta convertirse en una sola sustancia. Los personajes navegan por un flujo temporal en el que lo visible y lo invisible coexisten.
La anatomía de los caballos reflexiona sobre los mitos de la creación, la trascendencia y los umbrales entre la vida y la muerte. También aborda la lucha del pueblo contra la corrupción, las falsas promesas, la contaminación y la opresión, aunque la escena que plantea las quejas en el siglo XXI queda algo desligada del resto, como un añadido más conceptual que orgánico. Esa densidad estética y conceptual, aunque poderosa, exige una entrega activa del público. Se recoge así una historia de opresión repetida a lo largo de los tiempos, pero queda la sensación de que ese hilo aún necesita una integración más profunda dentro del conjunto.
En conjunto, La anatomía de los caballos es una obra de una belleza rotunda, con una fotografía de fuerte tono poético. La película es valiente y formalmente ambiciosa, pero su concepto indefinido del tiempo y la narración y los constantes saltos entre épocas pueden resultar confusos. No es una obra de narrativa convencional, sino de atmósferas, de contemplación y de revelaciones misteriosas. Hay que aceptarla en sus propias coordenadas y en su ritmo interno; desde allí se convierte en una experiencia sensorial con sello propio.
Mother. Una ficción inmisericorde
Mother está dirigida por Teona Strugar Mitevska sobre un guion que coescribe con Goce Smilevski y Elma Tataragic. En su reparto encontramos a Noomi Rapace, Sylvia Hoeks, Nikola Ritanovski, Ekin Corapci, Marijke Pinoy y Labina Mitevska.
Mother es una película de ficción sobre Teresa de Calcuta, no un relato verídico de la vida de la monja. La narración se sitúa en un marco temporal conscientemente indefinido dentro de la biografía de Teresa de Calcuta, entonces abadesa en un convento, durante los siete días previos a la autorización para fundar su propia orden, las Misioneras de la Caridad.
Junto a ella aparece la hermana Agnieska, quien en ese momento revela estar embarazada. Este hecho desencadena una fuerte discusión sobre el aborto, al cual Teresa se opone con firmeza. Y es la única, pues quiere el guion de Mother que todas las otras figuras, excepto ella, se muestren claras y elocuentemente a favor del aborto, incluida la muy católica figura del confesor de Teresa, algo que resulta cuando menos extraño y desconcertante.
Mother acompaña a la madre Teresa por las calles de la ciudad y presenta una India atravesada por la pobreza, la enfermedad y la miseria, quizás con cierta complacencia en el dolor y en la representación explícita del sufrimiento, con algunas escenas de heridas infectadas que resultan excesivas. En determinados momentos aparecen elementos que subrayan el carácter anacrónico de la película, como el uso de música pop (Tool, Lordi o Black Sabbath) y algunas secuencias oníricas con trazos contemporáneos. Sin embargo, estas escenas de sueño distraen más de lo que iluminan la figura principal de Teresa.
La madre Teresa está construida como una persona llena de contradicciones. Posee un fuerte sentido de la justicia, es caritativa y abnegada, pero sus rasgos más enfatizados son la ambición extrema, la rigidez fanática y una frialdad absoluta hacia todo lo que no pertenezca a su misión. Es inflexible hasta la exageración, obsesiva y con muy poca compasión hacia sus correligionarias. En conjunto, la mirada sobre la madre Teresa resulta profundamente negativa, inmisericorde, e incluso la interpretación de Noomi Rapace aborda al personaje con auténtica furia, otorgándole un aire casi alienado al personaje.
En resumen, Mother es una obra compleja, sesgada y excesiva en su empeño por desmitificar a la madre Teresa, con algunos elementos pop que no concuerdan con el tono general de la película.
Crónicas realizadas durante el 22 Festival de Sevilla.

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