viernes, diciembre 19, 2025

Crítica de ‘Keeper’: Ambigüedad sin coherencia

Las críticas de Laura Zurita:
Keeper

Una escapada romántica a una cabaña aislada se convierte en una auténtica pesadilla cuando una presencia oscura obliga a la pareja a enfrentarse al inquietante pasado de la propiedad.

Keeper está dirigida por Osgood Perkins sobre un guion de Nick Lepard, y en su reparto encontramos a Tatiana Maslany, Rossif Sutherland, Kett Turton, Erin Boyes, Claire Friesen, Logan Pierce y Glen Gordon. La película se estrenó el 19 de diciembre de 2025 de la mano de DeAPlaneta.

Constructor de atmósferas

Dentro del terror contemporáneo, Osgood Perkins ocupa un lugar singular: el de un cineasta más interesado en los estados emocionales que en la progresión narrativa, en la sugestión antes que en el impacto. Su filmografía, breve pero coherente, revela una querencia persistente por los espacios cerrados, el tiempo suspendido y una melancolía de raíz casi mortuoria. Desde La enviada del mal (2015), pasando por Soy la bonita criatura que vive en esta casa (2016), Gretel y Hansel: Un oscuro cuento de hadas (2020), Longlegs (2024) y The Monkey (2025), el terror en Perkins se filtra lentamente, se confunde con el duelo y con una tristeza que parece impregnarlo todo. Más que contar historias, su cine instala climas, y en ellos la atmósfera termina pesando más que la causalidad.

Su última película, Keeper, desde sus primeros minutos, sugiere que el espacio doméstico puede contener una amenaza. La cabaña aislada en la que transcurre la acción funciona como un núcleo de incomodidad constante, un lugar que sugiere una inquietud difusa que nunca termina de formularse. El director vuelve a trabajar con lo insinuado, con el fuera de campo y el silencio, con una lentitud en sordina que exige del espectador una disposición activa.

Encierro psicológico

La puesta en escena de la película es rigurosa y refuerza la sensación de encierro psicológico, que recorre los recovecos de la cabaña. La fotografía construye un espacio opresivo, de tonos apagados y encuadres difíciles, que prolonga el aislamiento emocional. El espacio y la soledad condicionan y amenazan.

Keeper muestra cómo la casa al mismo tiempo descubre y esconde, sugiere y amenaza. De hecho, la película funciona mejor en su tramo inicial, cuando presenta el espacio y a los personajes en este caleidoscopio de sensaciones y propone una experiencia sensorial abierta. En ese momento, la ambigüedad interpela a un espectador acostumbrado a que la indefinición genere tensión. Pero prolongar esa indefinición del relato sin una progresión clara, tiene un costo: la inquietud no se desarrolla en un relato cohesionado ni en una deriva verdaderamente perturbadora. Las explicaciones, cuando aparecen, resultan insuficientes o desajustadas, y dejan una sensación de vacío difícil de justificar solo desde lo atmosférico.

Problemas en la narrativa

El principal problema de Keeper no reside en su ambigüedad, que es uno de los rasgos más atractivos del cine de Perkins, sino en su forma narrativa. El relato avanza de manera irregular, a veces dubitativa, como si la película desconfiara de la necesidad de articular sus propias ideas. La inquietud no alcanza para sostener el conjunto: falta una estructura que permita que esa atmósfera se traduzca en una experiencia dramática más consistente.

Keeper confirma el notable control de Perkins sobre el tono y el espacio, pero también evidencia los límites de un cine que parece resistirse a la densidad narrativa que sus propias ideas reclaman. La película deja una impresión persistente de desajuste, de algo que no termina de encajar, y que acaba por debilitar su potencia. La película es un ejercicio coherente dentro de su filmografía, sugestivo en lo formal, pero que también expone los riesgos de confiar en que la atmósfera, por sí sola, pueda reemplazar al relato.

Terror psicológico que pierde efectividad

La fotografía es igualmente atmosférica, en consonancia con la puesta en escena. Para terminar de crear un mundo en la cabaña, se cuida al extremo el diseño de sonido, perfectamente construido y muy inquietante.

En el centro de Keeper vemos a Tatiana Maslany, cuyo trabajo se basa a partir de silencios, miradas y gestos mínimos, componiendo un personaje cuyos evidentes atractivo y fuerza parecen derretirse ante nuestros ojos. Ella parece intuir el peligro antes de comprenderlo, y termina sujeto al terror psicológico, donde el miedo nace de la percepción y no del acontecimiento explícito.

En resumen, Keeper transforma el espacio doméstico en una amenaza latente. La cabaña aislada, el silencio y los fuera de campo sostienen una atmósfera opresiva, apoyada en la interpretación contenida de Tatiana Maslany. Aunque la ambigüedad resulta efectiva al inicio, la falta de progresión narrativa termina debilitando el conjunto, dejando en evidencia los límites de un cine que confía únicamente en la atmósfera por encima del relato.


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Keeper

5.7

Puntuación

5.7/10

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