Las crónicas de Laura Zurita:
22 Festival de Sevilla
No es cine todo lo que reluce se ha desplazado hasta el 22 Festival de Sevilla, y queremos compartir nuestras primeras impresiones de películas y series que hemos tenido la oportunidad de ver. Hoy os hablamos de: Bajo el mismo sol, Islas y Vitrival.
Bajo el mismo sol. Vidas perdidas en el Caribe colonial
Bajo el mismo sol está dirigida por Ulises Porra sobre un guion que coescribe con Ulla Prida e interpretada por David Castillo, Valentina Shen Wu, Jean Johnny, Víctor Ramírez, y Toni Regueiro.
Bajo el mismo sol es un relato histórico de ficción ambientado en el Caribe colonial. Narra la historia de Lázaro, un joven heredero español y Mei, una tejedora china que intentan fundar una fábrica de seda en la isla La Española, en plena época de tensiones políticas y enfrentamientos armados entre el gobierno español y los ejércitos franceses. La empresa (transportar gusanos de seda a una tierra arrasada por la guerra) se presenta como el sueño de un visionario o la obstinación de un loco. Un haitiano desertor, Baptiste, se une a ellos por razones que solo él conoce.
Bajo el mismo sol se distingue por su cuidado formal. La fotografía, de una belleza evidente, aprovecha al máximo la selva húmeda, las sombras de los árboles, el agua y la luz del sol. Hay una búsqueda constante de contraste entre el esplendor del paisaje y la oscuridad interior de los personajes, casi siempre envueltos en dudas, culpas o silencios. El resultado visual es envolvente, y se echa de menos que la historia consiga sostener esa misma densidad emocional.
El ritmo es demasiado lento y solemne. La película opta por una narración reposada, casi ceremonial, que a ratos bordea el estatismo. En medio de tanta clama, es difícil comprender la psicología del protagonista: sus reacciones parecen arbitrarias, como si el guion prefiriera la ambigüedad al desarrollo emocional. Frente a él, destaca la figura de Baptiste, un haitiano desertor, el único personaje que irradia verdadera dignidad y carisma. Su presencia introduce un punto de anclaje moral en una historia que por momentos se dispersa entre la contemplación y la alegoría.
Bajo el mismo sol tiene un componente dramático y una base histórica sólidas, pero intenta rellenarlos con una majestuosidad que no llega a echar raíces, y esa indefinición acaba restándole fuerza. El filme tiene un aura de ambición y clasicismo, pero su indudable belleza se ve empañada por la irregularidad de su narrativa. La factura técnica es impecable sin que el guion ni las interpretaciones cautiven del mismo modo.
En conjunto, Bajo el mismo sol es una película correcta, con momentos de gran belleza, pero sin la profundidad ni el pulso narrativo necesarios para mantener el interés. El punto de partida es prometedor, pero el resultado final se queda en la superficie, y el drama no llega a convencernos.
Islas. Decadencia autoral
Islas está escrita y dirigida por Marina Seresesky y protagonizada por Ana Belén, Manuel Vega, Eva Llorach, Jorge Usón, Elena Zurita y Fran Jesús.
Islas relata el encuentro inesperado entre Amparo, una actriz que muy pocos recuerdan, y Toni, un joven con heridas abiertas, en un hotel muy venido a menos. La introducción de la película presenta a una Amparo que parece venir de un viaje en el tiempo, o haber caído del cielo directamente a ese lugar decadente, sin entender nada. Más tarde en la historia comprenderemos por qué.
Visualmente, la película ofrece destellos de buen hacer: los cuidadísimos encuadres, el paisaje canario y la atmósfera de decadencia crean un ambiente entre el sueño y la pesadilla. La fotografía de Kenneth Oribe hace un uso notable del espacio del hotel y de la luz. El escenario es tanto físico como simbólico: el hotel, que pasa de esplendoroso a ruinoso, se convierte en un reflejo del paso del tiempo y del desgaste emocional de la protagonista. El tiempo ha pasado, y ella no lo sabe.
Islas aspira a ser reposada, reflexiva y convertirse en un clásico, por eso contiene no pocas referencias visuales a El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950), un modelo cinematográfico evidente para la directora. Pero ese ritmo lento es un continente que no llega a tener el contenido que lo haría relevante. Algunos elementos, como el grupo de africanos que aparece de cuando en cuando, no aportan gran cosa más que pretensiones.
La actuación de Ana Belén es digna de mención, pues marca su regreso a un papel protagónico. Sin embargo, ni el guion ni la mirada de la directora le dan alas para desplegar todo su potencial. El personaje de Toni (Manu Vega) no está suficientemente definido, y quizás por eso resulta difícil creer en la química entre ambos ni en las decisiones que toman juntos. Sus motivaciones quedan demasiado implícitas, y la conexión emocional entre ellos se percibe más como un postulado que como una realidad.
En conjunto, Islas es una película visualmente ambiciosa y un tanto fallida, porque se presta mucha más atención a su belleza formal que a su desarrollo narrativo. Si bien puede interesar al espectador que aprecia el cine tranquilo, de atmósfera y silencios, no alcanza la intensidad dramática que le daría verdadero sentido.
Vitrival. Un lugar donde nunca pasa nada
Vitrival está escrita y dirigida por Noëlle Bastin y Baptiste Bogaert. La película tiene un reparto de actores no profesionales, vecinos del pueblo y familia de los directores.
Vitrival retrata la vida de un pequeño pueblo valón, que fue nombrado en su día el pueblo más bonito del mundo (lo que no se entiende al ver la película, la verdad). El pueblo es como de libro, con su calma aparente, bajo la que laten tristezas y silencios. Dos jóvenes policías locales investigan una ola de suicidios inexplicables y la aparición de unos grafitis provocadores.
Más que narrar, Vitrival sugiere, da apuntes y es más una atalaya de observación que una historia que atrape y remueva. El filme escoge la vida auténtica, de todos los días, de lo simple y lo cotidiano. En realidad, la investigación policial no tiene sentido ni va a ninguna parte, y el mérito de la película es de carácter antropológico y documental. Vitrival quiere transmitir naturalidad y para ello utiliza a vecinos reales del lugar como intérpretes y se centra en su vida diaria.
La narración avanza al ritmo de todos los días, es decir, ocurre muy poco. Se trata de la vida sentimental de los policías, que además son primos, de sus reuniones familiares, y en medio de todo, algún que otro suicidio. Las motivaciones de los personajes, las razones detrás de los actos, quedan a menudo en un plano sugerido más que explorado.
Vitrival es un ejercicio sobre la vida rural que evidentemente ha sido apasionante para sus directores, que tratan al pueblo y a sus habitantes con verdadero cariño. Si aprecias un cine de atmósfera, de vida rural, de silencios y miradas lejanas, puede resultarte satisfactoria, pero a muchos espectadores, entre ellos esta redactora desplazada al 22 Festival de Sevilla, no les va a saber a nada.
Crónicas realizadas durante el 22 Festival de Sevilla.

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