Las críticas de Laura Zurita:
Blue Moon
En la noche del 31 de marzo de 1943, el legendario letrista Lorenz Hart se enfrenta a su dañada autoestima en el bar Sardi mientras su antiguo compañero creativo Richard Rodgers acoge la noche inaugural de su exitoso musical «¡Oklahoma!». Antes de que la noche acabe, Hart se habrá enfrentado tanto a un mundo que ya no valora su talento como a la aparente imposibilidad del amor.
Blue Moon está dirigida por Richard Linklater sobre un guion de Robert Kaplow. En su reparto tenemos a Ethan Hawke, Margaret Qualley, Bobby Cannavale, Andrew Scott, Patrick Kennedy, Jonah Lees, Simon Delaney, Giles Surridge, Andrew Bennett y Anne Brogan. La película se estrena en España el 28 de noviembre de 2025 de la mano de Sony Pictures Releasing de España.
Una noche en el tiempo
Richard Linklater es uno de los cineastas más singulares y coherentes del panorama estadounidense. Su obra se caracteriza por una mirada humanista que convierte lo cotidiano en un territorio privilegiado para la revelación. Sus historias avanzan sin efectismos, confiando en la inteligencia y sensibilidad del espectador, y en la fuerza de la palabra dicha con verdad.
El gran tema que articula su filmografía es el tiempo: cómo se experimenta, cómo transforma a las personas y cómo la memoria lo reordena. La trilogía Before (Before Sunrise, Before Sunset, Before Midnight) es quizá su ejemplo más depurado. Boyhood retrata el tiempo con un gesto radical; doce años de rodaje real para seguir el crecimiento de un niño y su familia.
Al tiempo, el director trabaja con honestidad emocional y respeto por la dignidad de los personajes. Blue Moon es un ejemplo de ambas cosas, del retrato íntimo y la reflexión sobre el paso del tiempo en la vida de Lorenz Hart.
Blue Moon es un relato radical, íntimo y profundamente humano que pone en primer plano a un hombre sometido al peso de sus demonios y a la urgencia de ser visto y amado tal como es. Linklater construye su película en tiempo real, en apenas cien minutos que transcurren en la noche decisiva de un personaje atrapado entre su pasado, sus recuerdos, sus culpas y su necesidad desesperada de reconocerse.
Magistral Ethan Hawke
Ethan Hawke nos regala un trabajo magistral en este personaje exquisito, profusamente elocuente y profundamente imperfecto, que intenta ocultar sus fragilidades bajo capas de humor oscuro, hedonismo y alcohol. Su interpretación en Blue Moon, irónica y desgarradora al mismo tiempo, es, sin duda, una de las más potentes del año, con un arco emocional impecable y una lección dolorosa implícita: el dolor de ser consciente de ser un bebedor imprevisible y la lucha por evitar mostrarse frágil y herido ante los demás.
Desde los primeros minutos de Blue Moon, Lorenz Hart habla de sí mismo casi sin interrupción. Esa verbosidad inicial abruma, incluso descoloca; parece un escudo verbal que lo protege de un silencio temido. Pero poco a poco, gracias a sus encuentros con viejos conocidos, con su ex-socio creativo y con la mujer que lo fascina, esa máscara comienza a resquebrajarse. Entre palabras, risas, confidencias y silencios dolorosos, la coraza comienza a ceder y la verdad emerge.
Blue Moon se desarrolla casi íntegramente en la barra de un bar y sus alrededores. Es un espacio limitado, pero pleno de sombras, reflejos y memorias contenidas. Para sostener esa propuesta se requiere actuación de primera línea (y la entrega de Hawke es total), una cámara que se mueva con gracia y discreción y un guion capaz de ofrecer, con pocas frases, las claves de personajes complejos. Linklater demuestra su dominio de esa arquitectura íntima: convierte un bar cualquiera en un escenario, donde la palabra dibuja los paisajes y las emociones.
Blue Moon no busca lo grandioso, ni un drama con héroes y villanos. Es una obra pequeña, honesta y dolorosamente hermosa. Su fuerza radica en su capacidad para mostrarnos al hombre tras la máscara, con sus luces y sus grietas. Hawke rezuma verdad y vida, construida con respeto y compasión, y permite al espectador comprender al personaje desde dentro, como si por un instante entráramos en su piel, compartiéramos su conflicto, su tormento y su declive.
Para mí, Blue Moon supone una experiencia sencillamente intensa: una obra discreta, austera, pero con una potencia emocional innegable. Una película que no busca aplausos multitudinarios, una obra de puro cine, sin alardes, maravillosa.
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