domingo, octubre 5, 2025

Crítica de ‘Münter y el amor de Kandinsky’: La pintora de los colores brillantes

Las críticas de Daniel Farriol:
Münter y el amor de Kandinsky

Münter y el amor de Kandinsky es un biopic alemán sobre la vida y obra de los pintores Gabriele Münter y Wassily Kandinsky, que está dirigido por Markus Rosenmüller (Los vivos y los muertos), con guion de Alice Brauner. Gabriele Münter conoció a Wassily Kandinsky cuando aún soñaba con abrirse camino en el arte. Entre pinceles, viajes y el carácter inquieto de un genio atormentado, nació una pasión que los unió como amantes y como cómplices creativos. Mientras a él le llegó la fama y el reconocimiento artístico y económico, ella se consumió a su sombra.

Está protagonizada por Vanessa Loibl, Vladimir Burlakov, Felix Klare, Julian Koechlin, Monika Gossmann y Marianne Sägebrecht. La película se ha estrenado en España el 3 de octubre de 2025 gracias a Surtsey Films.

Mujer, amante y artista

Münter y el amor de Kandinsky es un convencional y aburrido biopic inspirado en hechos reales que dramatiza a conveniencia cómo fue la relación sentimental entre Gabriele Münter y Wassily Kandinsky. Münter fue una fotógrafa y pintora expresionista alemana mientras que Kandinsky fue un pintor y teórico ruso adscrito al fauvismo y la abstracción, ambos fueron fundadores de la «Neue Künstlervereinigung München (Nueva Unión de Artistas de Múnich)» y el «Der Blaue Reiter (El jinete azul)», movimientos artísticos que aglutinaron a los artistas vanguardistas más relevantes de principios del siglo XX para proponer una mirada artística que rompió moldes en el expresionismo alemán.

Sin embargo, la película de Markus Rosenmüller pasa de puntillas por el universo artístico de ambos, así como por el convulso contexto histórico en el que se desarrollaron sus vidas. La trama se centra casi exclusivamente en su tortuosa relación durante 14 años como amantes, ya que pese a las promesas de él nunca llegaron a casarse (por aquel entonces el famoso pintor ya había contraído matrimonio con su prima Nina Nikoláyevna de 17 años que era 33 años menor que él). El punto de vista de la película es el de Münter, figura a la que se pretende reivindicar, pero la representación gráfica que se hace de esa relación tóxica acaba tirando por tierra ese deseo, ya que la artista aparece en pantalla como una mujer obsesiva, insegura, dependiente emocional y un poco histérica.

La mujer de los cuadros

Münter y el amor de Kandinsky tiene un prólogo estupendo donde Münter es acosada en su casa por unos oficiales nazis que le acusan de haber sido amante de un bolchevique y de esconder obras pictóricas que atentan contar la moral alemana. Efectivamente, en realidad, la pintora también es recordada por haber evitado durante la Segunda Guerra Mundial la destrucción de más 80 cuadros de Kandinsky y otros pintores de «El jinete azul», incluida ella misma, que posteriormente donaría a un museo.

Durante ese elocuente inicio de la película vemos como la pintora recorta la tela de un cuadro de Kandinsky que oculta otro pintado por ella, sin duda, es una inteligente analogía de su propia relación sentimental y artística, en la que ella estuvo siempre a la sombra del talento de él, a veces incluso menospreciada. Pero esa heroicidad inicial contra los nazis contrasta con la actitud pusilánime que muestra el personaje en muchos pasajes del resto de la película, no parece la misma mujer.

El director Markus Rosenmüller nunca encuentra el tono adecuado ni el foco de lo que quiere contar. Si, como hemos visto, erra a la hora de ofrecer reconocimiento a la figura de Münter, como mujer y como artista, tampoco acierta en la escenificación de unos universos artísticos rompedores. Su puesta en escena es académica y plúmbea, busca la belleza del clasicismo en una historia que necesitaba algo de riesgo formal que sólo se sirve con cuentagotas (la secuencia del concierto de piano donde la música se transforma en colores en la mente de Kandinsky).

Münter y los demás

Por contra, los movimientos de cámara suaves, la banda sonora con arreglos jazzísticos y los colores pastel de la fotografía creada por Namche Okon, proponen una estética más cercana a un comercial de perfume que a una revisión histórica de un movimiento artístico que transformó la mirada en el arte. Bonita y aromatizada, sí, pero sin alma.

En definitiva, Münter y el amor de Kandinsky es un película decepcionante que, partiendo de un material sociopolítico y artístico tan rico como interesante, se centra casi en exclusividad en una relación sentimental desapasionada, sin morbo ni empatía posible, donde el único personaje con cara y ojos para el espectador es el de Gabriele Münter, gracias a la sentida interpretación de Vanessa Loibl, quien otorga una profundidad dramática a la vida de la pintora que no posee el texto. Lo mejor que puede lograr la película tras su visionado es despertar el interés de algunos espectadores en descubrir la obra artística de la pintora.


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Münter y el amor de Kandinsky

5

Puntuación

5.0/10

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