Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo-Retrospectiva Lillian Hellman
The North Star (La Estrella del Norte) (1943)
The North Star (La Estrella del Norte) es un melodrama bélico estadounidense que está dirigido por Lewis Milestone (con la participación sin acreditar de William Cameron Menzies en escenas adicionales) y que cuenta con un guion escrito por Lillian Hellman (con la participación sin acreditar de Burt Beck en los diálogos adicionales de la versión manipulada). Segunda Guerra Mundial. En el verano de 1941, los alemanes invaden las poblaciones fronterizas de la Rusia comunista. Un grupo de jóvenes abandonan uno de estos pueblos, llamado Estrella del Norte, y emprenden un viaje que estará lleno de dificultades.
Está protagonizada por Anne Baxter, Dana Andrews, Walter Huston, Walter Brennan y Ann Harding. La película ha podido verse en el Festival de San Sebastián 2025 dentro de la Retrospectiva Clásica que han dedicado a la guionista.
Una película propagandística
The North Star (La Estrella del Norte) es una obra controvertida y contradictoria debido a su mensaje prorruso, pese a esta realizada en Hollywood. La razón es que durante un breve espacio de tiempo la Unión Soviética y los Estados Unidos se habían convertido en aliados y tocaba hacer campaña propagandística en favor de los nuevos amigos. El «blanqueamiento» llegó al cine con películas como Misión en Moscú (Michael Curtiz, 1943), Song of Russia (Gregory Ratoff y László Benedek, 1944) o la que nos ocupa. Para todas ellas se buscó un enemigo común, el nazismo, y se contó con directores de Europa del Este que habían recalado en Hollywood huyendo de la situación política de sus respectivos países.
En el caso de The North Star tamaña empresa recayó sobre los hombros del director moldavo Lev Milstein (rebautizado y americanizado en Hollywood como Lewis Milestone), quien ya había llevado a la pantalla el inolvidable relato antibelicista Sin novedad en el frente (1930). Este nuevo filme repitió la buena acogida de público y crítica, logrando 6 nominaciones al Oscar, pero fue algo efímero. Tras el inicio de la Guerra Fría en 1945 se cambiaron las tornas y los soviéticos volvieron a convertirse en el enemigo número uno de los norteamericanos, algo que afectó considerablemente a la recepción posterior que tuvo el filme.
Se decidió entonces realizar un nuevo montaje donde se suprimieron todas las referencias al pueblo ruso, llevando la acción a Hungría y cambiando el título original por el de Armored Attack. Los vientos de cambio también afectaron a la guionista Lillian Hellman, cuyo nombre apareció en la lista negra del senador McCarthy, siendo acusada de comunista y llamada a declarar.
Ucrania invadida por los nazis
El argumento de The North Star narra los primeros días de la invasión nazi a Ucrania a través de una serie de personajes que viajan por carretera ajenos a la guerra que se avecina sobre ellos. El planteamiento es bastante manipulador y no refleja para nada las tensiones geopolíticas que se vivían en una zona ya de por sí castigada debido a la intervención de la Unión Soviética en los años previos. Por contra, la guionista Lillian Hellman (que visitó Ucrania durante varias semanas para empaparse de la idiosincrasia de la zona) realiza un retrato pintoresco e idílico de la vida ucraniana, más propio de un episodio de Heidi que de una película con contexto histórico verídico.
Los primeros 35 minutos son insufribles, la presentación de los personajes principales se mueve entre la comedia y el musical, pero con una ingenuidad que da vergüenza ajena. En realidad, todo eso nos lo cuelan a modo de trampantojo para que el impacto posterior en el espectador sea mayor cuando llega el drama de la guerra. Es una técnica que le gustaba bastante a Hellman, iniciar sus historias desde la comedia ligera para golpear después con un giro melodramático, pero en esta ocasión se pasa de frenada con la ñoñería y después cuesta remontar el vuelo.
Adiós a la inocencia
A partir del inicio de la guerra se suceden varias secuencias que sorprenden por su atrocidad en la representación de la violencia: el primer bombardeo a las carretas, el ataque al pueblo en llamas o los métodos utilizados por los médicos nazis contra sus prisioneros. El contraste entonces con los primeros minutos es salvaje y demoledor. Milestone se muestra efectivo en las escenas de combate y deja su huella narrativa en algún momento concreto, por ejemplo, la escena en que una mujer va a ser torturada por los nazis y, al cerrarse la puerta de las dependencias, la cámara realiza un lento y significativo travelling hacia atrás para alejarse del lugar hasta que escuchamos el grito desgarrador de la mujer.
«Hoy hemos dejado de ser jóvenes», espeta el personaje de Marina Pavlov (Ann Baxter), tras ser atacados por los bombarderos nazis en la carretera dejando un reguero de cadáveres, entre ellos un niño. A partir de entonces los protagonistas se transforman en milicianos y se encargan de transportar un cargamento de armas para que los hombres del pueblo luchen en igualdad de condiciones contra los invasores nazis. El activismo político de Hellman se manifiesta claramente en la necesidad de que el pueblo debe involucrarse activamente en el conflicto.
El horror de la guerra
En general, la película plantea de manera constante la fuerza del orgullo del pueblo ruso y su capacidad de resiliencia ante las ofensas militares (a veces enfatizándolo con himnos patrióticos). Es por ello que se acusó a la película de realizar propaganda prosoviética, sin embargo, al estar focalizada en el pueblo ucraniano, su visión ahora resulta paradójica y encontramos un giro a la tortilla en el mensaje que se pretendía dar en su momento.
The North Star es un filme bélico menor, perjudicado por sus subrayados ideológicos, aunque contiene secuencias vibrantes de acción, tanto en los combates aéreos como a pie de tierra, mostrando una violencia inusitada contra los niños para reflejar sin tapujos el dolor provocado por la guerra. En ese retrato del horror, Hellman repite en su libreto la ceguera como elemento dramático, algo que ya utilizó en El ángel de las tinieblas (1935), y pone sobre la mesa la maldad humana sin límites al destapar cómo médicos nazis realizaron transfusiones de sangre a sus soldados heridos extrayéndosela a niños que dejaban morir por la anemia que les provocaban.
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