lunes, noviembre 24, 2025

Crítica de ‘La primera escuela’: Las escuelas que cambiaron el mundo

Las críticas de Laura Zurita:
La primera escuela

En la Francia rural de 1889, una maestra parisina, Louise Violet, es destinada a una aldea remota con la misión de implantar la enseñanza pública, laica y obligatoria. En un lugar donde la vida gira al ritmo de las estaciones y el trabajo de la tierra, la llegada de la profesora choca con la desconfianza de las familias: los niños deben quedarse para ayudar en las cosechas y la escuela se considera prescindible. Con paciencia, vocación y firmeza, Louise se gana poco a poco la confianza del pueblo y logra abrir la primera escuela, un cambio que transformará la vida de los niños y de la comunidad.

La primera escuela está escrita y dirigida por Éric Besnard. En su reparto encontramos a Alexandra Lamy, Grégory Gadebois, Jérôme Kirchey y Jérémy Lopez, entre otros. La película se estrena en España el 19 de septiembre de 2025, de la mano de A Contracorriente Films.

Critica de ‘La primera escuela’: Las escuelas que cambiaron el mundoEl cambio imparable

La primera escuela muestra la lucha de una maestra de escuela, la primera en un pueblo francés. La profesora viene de lejos, a un pueblo que no la espera ni parece tenerla en la más mínima estima. Y es que en el pueblo está muy enraizado el modo de vida tradicional, en el que los niños forman parte del tejido económico. La película nos va presentando los obstáculos a los que la mujer se enfrenta y cómo la sociedad va cambiando gracias a su constancia y a la ley de educación obligatoria.

Se trata de una película de diseño clásico, cine de época para contar un hecho importante en un marco histórico, en este caso, la educación como creadora de futuro e instrucción. Con un tono amable y una historia bien definida, la historia de Louise Violet se abre camino en una sociedad con un acendrado miedo al cambio. Su victoria llega poco a poco: su fuerza reside en la paciencia y en los pequeños avances, más que en un golpe puntual.

Los conflictos y las resistencias en la sociedad se van verbalizando en La primera escuela a través de diálogos cortos, pero llenos de sentido: las desconfianzas de los padres, los miedos de los campesinos ante un avance que perciben como amenaza. Alexandra Lamy encabeza el reparto con una presencia de mujer madura y curtida, que domina la historia como una fuerza lenta y amable pero avasalladora. Gregory Gadebois la acompaña en un papel difícil que tiene que combinar un carácter introvertido con una emocionalidad no por reprimida menos cierta. Los personajes del pueblo, además, tienen también su fuerza tranquila pero muy real: miradas recelosas, manos curtidas y una gran testarudez.

La fotografía de La primera escuela está muy cuidada y retrata la progresión de las estaciones, una metáfora de la atmósfera en el pueblo. La luz natural capta las texturas del paisaje rural, tan inclemente en invierno como prometedor en primavera. El diseño de producción y el vestuario se esfuerzan por reconstruir tanto las formas como el espíritu de la época. Desde el modesto vestuario hasta los objetos cotidianos y los alojamientos miserables, todo transmite la dureza de la vida rural que la escuela contribuirá a transformar. Las aulas mínimas, los interiores austeros, todo contribuye a hacer creíble la implantación de la escuela como un pequeño acto revolucionario.

Critica de La primera escuela: Las escuelas que cambiaron el mundoPrima la serenidad

La primera escuela prima la serenidad y la explicación gradual sobre la complejidad del conflicto social que se apunta en el pasado de Violet. La película evita la confrontación directa y rara vez explora las aristas más duras de la resistencia social y las tensiones económicas en contra del cambio, que eran muy reales. De esta manera, La primera escuela es un retrato estilizado más que en un documento histórico exhaustivo: el mensaje de la educación como motor de libertad se transmite sin ambages, con la claridad y la ternura propias del cine familiar y didáctico.

La primera escuela tiene un ritmo lento que reproduce la gradualidad del cambio, sin grandes enfrentamientos ni momentos dramáticos, ya que la transformación es progresiva: se convence a unos y a otros de manera pausada. Ese tempo tranquilo, lejos de ser una carencia, es coherente con la historia que se cuenta.

En definitiva, La primera escuela reivindica valores básicos en la sociedad actual, tales como la educación universal. Es una película de corte clásico sobre un momento relevante en la construcción de las sociedades modernas, una narración sobre cómo una mujer y su vocación —metonimia de la educación pública— pueden abrir una ventana de futuro. Cine de buena factura, apto para familias y para quienes buscan en la sala una historia humana, serena y conmovedora.


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La primera escuela

6

Puntuación

6.0/10

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