Las críticas de Daniel Farriol en el 73 SSIFF
New Directors
Bad Apples
Bad Apples es un thriller británico con elementos de humor negro que está dirigido por Jonatan Etzler con un guion de Jess O’Kane. Maria es una maestra de escuela primaria que hace todo lo posible para motivar a una clase de niños de 11 años, pero un estudiante particularmente rebelde y caótico obstaculiza sus objetivos. Con su carrera cuestionada, el comportamiento del niño va de mal en peor y su clase está fuera de control, Maria toma una serie de malas decisiones que la llevan a encerrar accidentalmente a esa manzana podrida en su casa.
Está protagonizada por Saoirse Ronan, Jacob Anderson, Eddie Waller, Nia Brown, Rakie Ayola, Robert Emms y Sean Gilder. La película ha podido verse en el Festival de San Sebastián 2025 dentro de la Sección New Directors.

Una sátira moral
Bad Apples es una sátira mordaz sobre la incapacidad del sistema educativo actual y de las estructuras sociales contemporáneas para lidiar con niños problemáticos en situaciones de estrés en el ámbito escolar. La protagonista de esta historia es Maria (Saoirse Ronan), una joven e inexperta profesora de primaria que recibe un ultimátum por parte del centro educativo en el que da clases al considerar que es una persona incapaz de controlar los episodios violentos de uno de sus alumnos. Por ejemplo, durante una excursión a una fábrica de sidra, el dulce infante provocará la avería de una de las máquinas, y, otro día, en un nuevo ataque de ira lanzará por las escaleras a una de sus compañeras de clase.
Pese a todos los intentos de la profesora para comprender las reacciones del alumno, sufrirá una serie de desafortunados incidentes que le harán tomar decisiones en contra de sus propios principios. La fórmula para solucionar de golpe todos sus problemas será encerrar al alumno en el sótano de su casa, liberando al resto de sus compañeros del caos que provocaba su presencia en clase.
El director Jonatan Etzler nos regala una película vigorosa y salvaje, con un sentido del humor malsano que obliga a los espectadores a implicarse y posicionarse durante el caótico desarrollo de los acontecimientos. El discurso moral del trasfondo nos plantea cuestiones controvertidas que poseen respuestas complejas y no siempre complacientes, pero al hacerlo a través del género, con una clara incursión en el thriller psicológico, o de la comedia absurda, estirando los conflictos de los personajes hacia lo puramente inverosímil, transforma los gags en reflexiones, y/o viceversa.
La mala educación
¿Son las manzanas podridas de la sociedad elementos prescindibles para el buen funcionamiento de las normas establecidas? ¿O esas manzanas podridas son precisamente un producto de la falta de humanidad en una sociedad enferma? ¿Es necesaria la mano dura para corregir los comportamientos negativos en la infancia? ¿O es la falta de cariño y comprensión la que genera esos comportamientos? Esas son algunas de las grandes cuestiones que plantea la película a través del inteligente guion de Jess O’Kane que no teme meterse en el fango en muchas ocasiones aunque opte por un desenlace abierto donde elude posicionarse con la claridad que hubiera sido necesaria.
Bad Apples utiliza un lenguaje narrativo directo, moderno y dinámico que atrapa al público dentro de su espiral de violencia indómita. Por el camino se pone en entredicho la calidad de la educación pública y las herramientas de control que poseen los profesores para intervenir en casos que perturban la convivencia entre los alumnos, pero sobre todo, la película lo que quiere denunciar es el fracaso en el modelo de responsabilidad compartida entre centros escolares y familias en lo que hace referencia a la educación de los niños, ya que ambas partes están delegando sobre el otro su propia responsabilidad en el asunto y porque los cambios sociales han puesto en entredicho la autoridad que pueden ejercer sobre los niños.
Aplaudir actos delictivos
La ironía de Bad Apples resulta incómoda porque nos sitúa frente a un espejo donde nuestro reflejo se retuerce hasta traspasar las líneas rojas de lo éticamente reprochable, sin embargo, también resulta satisfactoria cuando las decisiones más terribles obtienen un reconocimiento positivo por parte del entorno. Así lo demuestran los efusivos y espontáneos aplausos escuchados en mitad de las proyecciones de la película (la secuencia en que la niña más repelente de clase descubre todo el pastel y quiere sacar su propio beneficio del asunto). ¿Era un objetivo de la película conseguir esa reacción? No lo creo, es más, esa reacción ratifica las contradicciones que tenemos los seres humanos ante situaciones de conflicto que interpelan o sacuden a nuestra zona de confort, incluso desde la distancia otorgada por la ficción en una pantalla de cine.
Es cierto que podemos achacar a Bad Apples que plantea pocas soluciones reales para contrarrestar los problemas educativos, que los personajes secundarios están poco definidos o que algunas situaciones tienen una perspectiva de gran guiñol que perjudica la permeabilidad del discurso crítico, pero son detalles que no impiden el disfrute de la presencia de una estupenda Saoirse Ronan, cuya interpretación nunca cae en la caricatura, de la vuelta de hoja que se da al subgénero «de profesores inspiradores», y que cuenta en su haber con algunos tan ilustres como Michelle Pfeiffer o Sidney Poitier, o de la hipérbole pesimista acerca de la condición humana planteada a contrapelo del buenismo generalizado de hoy en día.
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