Las críticas de Laura Zurita:
El vengador tóxico
Winston Gooze, un conserje anónimo y padre viudo, sobrevive a un accidente en una planta química que lo transforma en una criatura mutante —«Toxie»— con un aspecto repulsivo y una fuerza descomunal. Con su icónica fregona mutante como arma, Winston emprende una cruzada contra la corrupción corporativa y la delincuencia que asolan su comunidad, mientras lucha por reconectar con su hijo y reclamar una dignidad que la sociedad le niega.
El vengador tóxico está escrita y dirigida por Macon Blair, basándose en The Toxic Avenger (Lloyd Kaufman / Troma) En su reparto encontramos a Peter Dinklage (Winston Gooze / Toxie), Jacob Tremblay, Taylour Paige, Elijah Wood, Kevin Bacon y Julia Davis. La película se estrena el 26 de septiembre de 2025 de la mano de Vértigo Films España.
Nostalgia y actualización
El vengador tóxico nació en 1984 como criatura de la independiente Troma: un joven humillado que, tras caer en residuos químicos, se convertía en un monstruo deformado con sed de justicia. Entre el gore, la sátira y el disparate, se volvió un icono del cine marginal. El éxito derivó en secuelas, serie animada y hasta musical de Broadway. La versión de 2023 dirigida por Macon Blair intenta recuperar esa energía anárquica y trasladarla a un contexto contemporáneo. El resultado oscila entre el homenaje nostálgico a lo punk y la voluntad de actualización del mensaje, ciertamente actual.
El gran acierto de esta versión de El vengador tóxico está en confiar el papel a Peter Dinklage. Su Winston, forzado a convertirse en héroe a pesar de sí mismo, carga con un aire de tragedia inesperada. En su carácter se combinan el maquillaje grotesco y una cierta ternura. Jacob Tremblay aporta la pieza emocional con el vínculo padre-hijo, mientras que Elijah Wood y Kevin Bacon se instalan en el exceso, desde sus gestos hasta su negro, negrísimo, humor.
La atmósfera del pueblo contaminado de El vengador tóxico, con su aire envenenado y su fealdad deliberada, está bien conseguida. Dana Gonzales rueda una ciudad purulenta donde cada rincón parece acechado por la podredumbre. El maquillaje, los efectos prácticos y el sonido contribuyen a un festín de golpes, fluidos y mutilaciones, todo rodado con intención entre fiestera y vomitiva. La partitura de los Blair cumple sin feísmo ni horterada, lo que es de destacar. El diseño sonoro, por su parte, logra transmitir tanto asco como incomodidad.
Película chocante
Ahora bien, la apuesta de El vengador tóxico por combinar sátira desbordada y sentimentalismo rara vez encuentra equilibrio. La narración se dispersa entre personajes apenas delineados, chistes escatológicos reiterados y un clímax que acumula excesos hasta saturar. En lugar de risa o emoción, en más de un tramo queda indiferencia.
El vengador tóxico es una película chocante, exagerada y torpe a ratos. En algún lugar del fondo hay un corazón que late en la interpretación de Dinklage, un antihéroe asqueroso y deforme, pero con alma. Funciona como curiosidad punk, como regreso de un mito grotesco, y entretiene si se acepta su lógica de feísmo y desmesura. No refina ni afila su sátira, pero sí logra que aflore cierta emoción entre tanta mugre.
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