Las críticas de David P. Davicine en el AMFF 2025:
Planeta B
Francia, 2039. Una noche, unos activistas perseguidos por el Estado desaparecen sin dejar rastro. Julia Bombarth (Adèle Exarchopoulos) entre ellos. Cuando se recupera, se encuentra atrapada en un mundo totalmente desconocido: el Planeta B. Más allá de Black Mirror, Adèle Exarchopoulos y Souheila Yacoub (Las chicas del balcón) protagonizan este frenético thriller de ciencia ficción que transcurre entre el París distópico del año 2039 y una cárcel virtual para presos políticos llamada Planeta B.
Dirigida por Aude Léa Rapin, Planeta B está protagonizada por Adèle Exarchopoulos, Souheila Yacoub, Eliane Umuhire, India Hair, Paul Beaurepaire, Jonathan Couzinié, Theo Cholbi, Amine Hamidou, Léo Chalié, Grace Seri, Yassine Stein, Marc BarbéyThierry Hancisse. Tras su paso por los festivales de Venecia y Sitges, entre otros, se ha incluido como parte de la Sección Noirs & Fantastiques de la programación del Atlàntida Film Festival, y se ha podido ver en Filmin.
La línea entre tortura física y virtual
Tras su aclamado debut cinematográfico con Los héroes nunca mueren, Aude Léa Rapin regresa con una película completamente diferente, dando un giro inesperado después de un falso documental tragicómico, y presentando una película que a primera vista parece difícil pensar que ha sido realizada por la misma cineasta. De una mirada al pasado ahora Rapin nos ofrece un vistazo al futuro, aunque un futuro relativamente cercano y demasiado real, siendo el tiempo el único que dirá si acierta hacia donde nos llevan los acontecimientos.
El Planeta B que nos presenta en su película es algo tan real en la misma como pudiera acabar siendo en nuestra realidad, y es que no es un planeta en absoluto, sino una realidad virtual creada para que los presos «vivan» en ella y puedan esperar su turno para ser juzgados, pero también torturados psicológica y «físicamente» saltándose los derechos humanos. En este planeta todo es posible… para bien o para mal.
Una buena idea, carente de intensidad
Planeta B parte de una premisa muy interesante. En vez de sentirse recluidos en celdas, los prisioneros residen en una realidad virtual, conscientes de ello, para que puedan declarar allí mismo sus delitos, acusar a compañeros o esperar a que les llegue el turno. Mientras tanto, noches de pesadillas, días eternos iguales unos a otros, y enfrentamientos entre compañeros para ver quien «canta» primero.
El día a día en este planeta se nos muestra con detalle, derivando los acontecimientos en personajes que pierden el control con fantasías impuestas sacadas de sus peores pesadillas, siendo controlados por un «ente» anónimo e invisible que solo busca conseguir crear una sociedad disciplinaria y vigilada. Lástima que la película no se decida por donde quiere llevarnos, si ver un abstracto y poco ético experimento mental o centrarse en el thriller con una dramaturgia convencional.
Con esa idea de torturas virtuales parecía que la película tendría una gran intensidad, ofreciendo una serie de planteamientos para hacernos reflexionar sobre la legalidad de esta vida virtual, pero no llega a mojarse en exceso. A la vez, toca temas muy actuales que pueden acercarnos aún más a la historia y hacer más sencillo reflexionar, como la presencia de grupos activistas enfrentándose al poder de un país, tildados de ecoterroristas para plantarles cara, la gestión que se hace de la tecnología para favorecer al propio Estado… Son muchos los temas que trata a lo largo de la película, cercana al thriller político con tintes de ciencia ficción, pero por desgracia hay algo que la hace desinflarse como thriller, y es la ausencia de tensión.
Más allá de la realidad
Sin tener claro hacia donde centrar sus pasos, Planeta B no se atreve a quedarse en el mundo virtual de la prisión, donde los prisioneros reconstruyen sus destinos, y opta por seguir la trayectoria de otro personaje entre el mundo exterior y el interior. La trama paralela de la periodista Nour (Souheila Yacoub) tras la pista de la historia es la más interesante de cara a generar un interés mayor por los acontecimientos, pero pierde el rumbo en muchas ocasiones y hace que perdamos el interés, generando cierta frustación por la falta de emoción que transmite, y por cómo el devenir de los acontecimientos se nos presentan sin mayor intensidad.
Usando gafas de realidad virtual, Nour puede acceder a la simulación del Planeta B y contactar con los prisioneros, sirviendo de ampliación de la visión de este mundo distópico, pero se aferra demasiado a lo que conocemos, repitiendo muchos de los conflictos ya presentados y los dramas personales de sus protagonistas, que se repiten innecesariamente. Muchas ideas interesantes poco desarrolladas, que provocan la necesidad en nosotros de esperar algo que realmente sea digno de mención, quedándose tan sólo en una buena idea global, visualmente llamativa, pero poco memorable.
En resumen, Planeta B es una película notable que busca aportar y ampliar al género carcelario, pero le falta intensidad mientras plantea una serie de cuestiones interesantes para hacernos reflexionar en torno a la exclusión política y la percepción de las protestas, a la par que nos hace temer el futuro que está por llegar.