martes, octubre 14, 2025

AMFF 2025. Crítica de ‘Último robo en Berlín’: La avaricia rompe el saco

Las críticas de Daniel Farriol en el AMFF 2025:
Último robo en Berlín 

Último robo en Berlín (Verbrannte Erde / Scorched Earth) es un thriller alemán que está escrito y dirigido por Thomas Arslan (En las sombras (In the Shadows), Bright Nights). Doce años después de su huida, el delincuente profesional Trojan regresa a Berlín. Se dispone a robar un valioso cuadro en la ciudad. Pero el robo, meticulosamente planeado, pronto se sale de control.

Está protagonizada por Misel Maticevic, Marie Leuenberger, Alexander Fehling, Tim Seyfi, Marie-Lou Sellem, Katrin Röver y Bilge Bingul. La película se estrenó internacionalmente en la sección Panorama del Festival de Berlín, donde obtuvo el Premio del Público, y en España en la sección Punto de Encuentro de Seminci 2024. Desde el 25 de julio de 2025, se ha incluido como parte de la Sección Noirs & Fantastiques de la programación del Atlàntida Film Festival, de la mano del Filmin.

Un polar germánico

Último robo en Berlín (Verbrannte Erde / Scorched Earth) es una estilizada heist movie (película de atracos) que luego deriva hacia el thriller criminal clásico con reminiscencias estéticas del polar francés y del neo noir acuñado por Michael Mann. La trama pone su punto de mira en Trojan, un veterano delincuente acostumbrado a realizar robos complicados. Durante su regreso a Berlín, tras años de exilio forzado ocultándose tras un golpe, contactará con viejos compañeros de tropelías para seguir haciendo lo que mejor se le da. En esta ocasión, le proponen robar un valioso cuadro que se exhibirá temporalmente en un museo de la ciudad germana, «Mujer frente a la puesta de sol» pintado en 1818 por Caspar David Friedrich. Rápidamente se armará un grupo de cuatro delincuentes, cada uno con una misión concreta, para acometer el asalto al taller de restauración del museo.

Otras películas de atracos destinan la mayor parte de su metraje a la preparación meticulosa y consumación del robo, sin embargo, en Último robo en Berlín todo eso se reduce a un par de secuencias escuetas donde la adrenalina se reduce a su mínima expresión, estamos ante una expresión del suspense mucho más introspectiva y psicológica. Las cosas comenzarán a complicarse a posteriori cuando los clientes que querían el cuadro robado se niegan a pagar el dinero acordado, pero tampoco quieren renunciar a tener la obra de arte en su poder…

No hay paz para los avariciosos

El refrán «la avaricia rompe el saco» define a la perfección la condición humana de la desmesura y la envidia en muchas facetas de la vida, pero si nos centramos en el mundo criminal que retrata Último robo en Berlín, es algo inherente a la mayoría de los personajes y lo que a menudo se convierte en la causa principal que malogra los objetivos iniciales de los delincuentes. En este caso, si todos hubieran aceptado el trozo del pastel que les tocaba no hubiera habido ni dolor ni muertes, pero nunca es suficiente cuando se trata de dinero y la adicción al color verde es lo que corrompe las acuerdos adquiridos (incluso contagia a personajes que no pertenece al «mundillo»).

El director alemán Thomas Arslan fue uno de los pioneros junto a Angela Schanelec y Christian Petzold del movimiento conocido como «Escuela de Berlín». Los postulados no escritos en aquel tipo de cine repleto de personajes que viven en tránsito como retrato de una sociedad alemana de futuro incierto son tomados aquí por el director para enmarcarlos en una trama clásica de cine negro.

Es algo que vemos con claridad en la breve conversación que mantienen en una cafetería Trojan (Mišel Matičević) y Diana (Marie Leuenberger), quienes hubieran podido iniciar una relación sentimental si se hubieran conocido en otras circunstancias, pero que tras las decisiones que les han llevado a vivir delinquiendo han quedado destinados a la soledad eterna sin remedio. Pese a ello, son los únicos con cierta integridad moral en una trama que desmitifica la ética del gángster, el resto se comportan como usureros sin ninguna complicidad emocional con el resto de sus semejantes.

Fatalismo y melancolía

Es en ese retrato íntimo y descorazonador de la condición humana lo que convierte a Último robo en Berlín en un thriller tan bello como atípico, más allá de los lugares comunes de la trama o algunas decisiones de los personajes que carecen de la credibilidad necesaria. El director desenreda los tópicos del género con algunos giros de guion acertados que impulsan el interés en la trama y, sobre todo, lo hace impregnando las imágenes de su película con una atmósfera seca y melancólica que se desliza por la pantalla.

Se puede achacar en su contra que tiene un ritmo demasiado aletargado que perjudica el desarrollo de la acción, pero forma parte de un estilo narrativo que busca alejarse de la habitual violencia scorsesiana como sello identidad del género para enfocarse en el fatalismo existencialista y un curioso uso de la elipsis que a menudo sortea las expectativas del espectador.


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Último robo en Berlín

7

Puntuación

7.0/10

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