domingo, septiembre 28, 2025
Inicio Blog Página 4

73 SSIFF. Retrospectiva – Lillian Hellman. Crítica ‘Toys in the Attic (Cariño amargo)’ (1963)

0

Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo-Retrospectiva Lillian Hellman
Toys in the Attic (Cariño amargo) (1963)

Toys in the Attic (Cariño amargo / Pasiones en conflicto) es un melodrama estadounidense que está dirigido por George Roy Hill y que cuenta con un guion escrito por James Poe, adaptando la obra teatral de Lillian Hellman. Julian Berniers lleva a su esposa Lily a Nueva Orleans para que conozca a su familia. Llevan espléndidos regalos para Carrie y Anne, las hermanas de Julian, que albergan la esperanza de que su hermano las ayude económicamente; lo que ignoran es que Julian se ha visto obligado a cerrar su fábrica y tiene también problemas económicos.

Está protagonizada por Dean Martin, Geraldine Page, Yvette Mimieux, Wendy Hiller y Gene Tierney. La película ha podido verse en el Festival de San Sebastián 2025 dentro de la Retrospectiva Clásica que han dedicado a la guionista.

De vuelta al sur

Toys in the Attic (Cariño amargo) es un melodrama inflamado sobre una familia con secretos inconfesables que podríamos enmarcar dentro del gótico sureño de los años 50-60, muy al estilo de Tennessee Williams y la tradición teatral de la época. En realidad, se trata de la adaptación de una obra escrita en 1960 por la siempre controvertida Lillian Hellman, que supuso su regreso por la puerta grande a Broadway, tras pasar unos años en el desierto creativo debido a la «caza de brujas» que consideraba su prosa como sospechosa de propagar ideas comunistas. La obra trata temas tabús como el incesto y reflexiona sobre la frustración, el fracaso, la inestabilidad económica o los códigos de poder ocultos dentro de las estructuras familiares. El título original «Toys in the Attic» es una frase que en inglés significa perder la razón o estar loco, luego entenderemos porqué.

El texto es rico en matices, pero algo denso de digerir. El encargado de adaptarlo a la gran pantalla fue un guionista de prestigio y experto en trabajar con material ajeno, James Poe, tal y como ya había demostrado con obras tan notables como La gata sobre el tejado de zinc (Richard Brooks, 1958), El último tren de Gun Hill (John Sturges, 1959), Los lirios del valle (Ralph Nelson, 1963) o Danzad, danzad, malditos (Sydney Pollack, 1969), además de lograr un Oscar por el libreto de La vuelta al mundo en 80 días (Michael Anderson, 1956). Aquí se le nota más perdido que de costumbre y el guion se enmaraña en exceso haciendo confuso el mensaje, probablemente fuera debido a las desavenencias que mantuvo durante el rodaje con el director de la película, George Roy Hill, quien tenía una visión distinta a la suya.

Los roles familiares

Toys in the Attic (Cariño amargo) nos sitúa en la calurosa Nueva Orleans, tras la Gran Depresión. Las hermanas Berniers, Anna (Wendy Hiller) y Carrie (Geraldine Page), son lo que despectivamente se conoce como «dos solteronas» de mediana edad. Han sacrificado todos sus sueños y ambiciones para sustentar económicamente a su hermano menor, Julian (Dean Martin), un hombre díscolo y mujeriego, cuyos sueños de grandeza le llevan siempre a fracasar en sus negocios y tener que volver con las orejas gachas al regazo de sus hermanas. Sin embargo, esta vez es distinto. Por un lado, Julian se ha casado con Lily (Yvette Mimieux), una jovencita inestable y emocionalmente frágil que procede de una familia adinerada, y, por otro, sus negocios parecen haberle hecho rico.

Se produce, entonces, un desequilibrio familiar donde nadie parece encontrar el lugar que le correspondía habitualmente. La dependencia económica y emocional de Julian respecto a sus hermanas parece haberse roto, algo que descuajeringa la cotidianidad de Anna y Carrie, acostumbradas a arreglar los desaguisados de su hermano. La mayor, Anna, asume la nueva situación como una oportunidad para viajar por Europa y hacer todo aquello a lo que siempre había renunciado por su hermano. Sin embargo, Carrie, no acepta de buen grado el cambio de rol. Más tarde, aunque se evidencia desde el principio, saldrá a la luz el verdadero secreto que alberga la mujer y no es otro que el estar enamorada de su hermano. Eso le llevará a manipular a la infantil Lily con intención de recuperarlo, tanto emocionalmente (causando la ruptura de la pareja) como económicamente (propiciando el fracaso de su hermano para que vuelva a necesitarla).

Un melodrama con elementos de noir

El subtexto de Toys in the Attic (Cariño amargo) es más que interesante, así como la transformación interior que sufren todos los personajes a lo largo de la historia. Por desgracia, hay una tendencia a la sublimación de lo melodramático que resulta agotadora y pone en peligro el realismo que necesita cualquier historia familiar de estas características. Tampoco ayuda a la fluidez narrativa una estructura de guion imprecisa que juega con el misterio. La trama embarullada nunca equilibra adecuadamente las reflexiones sociales (racismo, diferencia de clases, crisis financiera, relaciones de poder) con las familiares (celos, posesión, manipulación, reformulación del pasado) y puede terminar descolocando al espectador menos atento. Aún así, la película nunca resulta aburrida o prescindible, es injusto que, en su momento, fuese un total fracaso en taquilla y ocasionase pérdidas a la productora.

Tras la cámara encontramos a George Roy Hill, quien realiza una aportación destacable con la introducción de elementos de cine negro, ya sea a través de la espléndida fotografía en blanco y negro de Joseph F. Biroc, o con movimientos de cámara sutiles que remarcan los cambios emocionales en los personajes (dando una especial importancia a las escaleras). En ese sentido, la escena de apertura es fascinante. En ella vemos a Lily caminar por las calles de una ciudad nocturna, con sombras casi expresionistas que acentúan la amenaza latente, una acción que repite cada noche para espiar los movimientos secretos de su marido que, al parecer, le está siendo infiel con otra mujer. Los créditos de sobreimpresionan sobre la imagen de manera original y la música de fondo, compuesta por George Duning, desgrana notas jazzísticas que otorgan al momento una atmósfera de noir puro.

(In)dependencia familiar y emocional 

En el clímax final de Toys in the Attic (Cariño amargo) volveremos a hallar una de las mejores secuencias también apegada al cine negro que incluye una doble explosión de violencia: primero el cruel ataque que sufren Julian y Charlotte Warkins (Nan Martin), con una planificación de la escena brillante; y, posteriormente, con la bofetada de la frustración que propina Julian a su joven esposa y que aparece como imagen principal en el póster publicitario de la película. Roy Hill utiliza la cámara con ingenio, mediante travellings descriptivos o planos que destacan algún elemento metafórico (el tarro de naranjas en almíbar que simboliza la rutina diaria de las hermanas; Carrie gritando desconsolada tras la verja de su casa convertida en prisión, etc).

Hay un personaje que lamentablemente queda más desdibujado y desconectado con la trama principal, el de Albertine Prine (Gene Tierney). Es la madre de Lily y mantiene una relación interracial con su chófer. Se trata de una mujer independiente, fuerte, económicamente estable y que vive al margen de las normas sociales de la época, lo que nos sirve como contraste antagónico a las dos hermanas, sin duda, su rol daba más juego para reflejar las contradicciones sociales de la época. Toys in the Attic (Cariño amargo) es un filme irregular e imperfecto, pero lleno de hallazgos que permanecen en la memoria, un filme semidesconocido que merece nuestra atención por su valentía a la hora de abordar el tabú del incesto y la dependencia castradora en las relaciones familiares.


¿Qué te ha parecido la película ‘Toys in the Attic (Cariño amargo / Pasiones en conflicto)’?

Tráiler y fecha de estreno de ‘Star Wars: The Mandalorian and Grogu’

0
Star Wars: The Mandalorian and Grogu

Ya podemos disfrutar del primer tráiler de Star Wars: The Mandalorian and Grogu. En esta ocasión el Mandaloriano y Grogu se embarcan en su misión más emocionante hasta la fecha en una nueva aventura de Star Wars que se estrenará en exclusiva en cines el 22 de mayo de 2026.

El malvado Imperio ha caído y los señores de la guerra imperiales siguen dispersos por toda la galaxia. Mientras la incipiente Nueva República trabaja para proteger todo por lo que luchó la Rebelión, ha reclutado la ayuda del legendario cazarrecompensas mandaloriano Din Djarin (Pedro Pascal) y su joven aprendiz Grogu.

Dirigida por Jon Favreau, Star Wars: The Mandalorian and Grogu también está protagonizada por Sigourney Weaver y producida por Jon Favreau, Kathleen Kennedy, Dave Filoni e Ian Bryce, con música compuesta por Ludwig Göransson.

Star Wars: The Mandalorian and Grogu

73 SSIFF. Retrospectiva – Lillian Hellman. Crítica ‘Watch on the Rhine (Alarma en el Rhin)’ (1943)

0

Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo-Retrospectiva Lillian Hellman
Watch on the Rhine (Alarma en el Rhin) (1943)

Watch on the Rhine (Alarma en el Rhin) es un drama estadounidense que está dirigido por Herman Shumlin (con la participación sin acreditar de Hal Mohr) y que cuenta con un guion escrito por Dashiell Hammett, con diálogos adicionales de Lillian Hellman, adaptando la obra teatral de esta última de igual título. Un ingeniero alemán comprometido con la causa antinazi y su esposa estadounidense se instalan con sus tres hijos en la casa familiar de ella, donde coinciden con un aristócrata rumano que simpatiza con los nazis.

Está protagonizada por Bette Davis, Paul Lukas, Geraldine Fitzgerald, Lucile Watson y Beulah Bondi. La película ha podido verse en el Festival de San Sebastián 2025 dentro de la Retrospectiva Clásica que han dedicado a la guionista.

Huyendo del fascismo

Watch on the Rhine es la adaptación cinematográfica de una exitosa obra teatral creada por Lillian Hellman que pone el acento en el patriotismo y el sacrificio individual como formas de expresión irrenunciables para luchar contra el fascismo. La trama nos sitúa en el año 1940, cuando un ingeniero de origen alemán Kurt Müller (Paul Lukas), junto a su esposa estadounidense Sara (Bette Davis), y sus tres hijos, cruzan la frontera de México para alojarse en Washington en la casa familiar de ella, donde viven su hermano David (Donald Woods) y su madre (Lucile Watson). Hace 17 años que nos los visita.

En realidad, no se trata de un simple viaje de ocio, la familia huye del nazismo que se ha extendido por Europa y Kurt es uno de los líderes de la lucha armada antifascista. La cosa se complica cuando descubran que en la casa hay un huésped inesperado, Teck de Brancovis (George Coulouris), un Conde rumano venido a menos que se relaciona amigablemente con los alemanes de la embajada y cuya presencia en la casa amenaza la seguridad de la familia y la identidad secreta de Kurt.

Una de las cosas que destaca en la película es el retrato de la aristocracia estadounidense de la época que vivía completamente ajena a lo que estaba sucediendo en Europa y de cómo podría repercutir eso en su propia cotidianidad. El fascismo es una enfermedad contagiosa, nunca hay que subestimarlo como se hizo con el auge del nazismo.

La película no logra evadir su origen teatral

Hellman estaba metida en otros proyectos y sugirió a los productores que fuese el novelista Dashiell Hammett (también era su pareja sentimental y estaba sin un centavo) quien adaptase el texto teatral a guion cinematográfico. La guionista solo intervino para añadir algunos diálogos adicionales que darían mayor cohesión, si cabe, al discurso político que ambos compartían en su vida privada. La afición de Hammett por la novela negra policíaca se deja notar en una estructura narrativa inversa, ya que en Watch on the Rhine no se plantea un crimen al inicio del que se investigan las causas sino todo lo contrario, aquí se justifica con explicaciones de calado ético sobre porqué debe cometerse ese asesinato.

Sin embargo, pese a lo interesante del planteamiento, el guion adolece de una verborrea excesiva, a menudo discursiva y aleccionadora, con la que se nos transmite un bienintencionado mensaje crítico de la manera más aburrida posible. Gran culpa de ello fue la elección como director de Herman Shumlin, quien había sido el encargado de dirigir la obra original sobre las tablas, pero que era un completo inexperto en el lenguaje cinematográfico.

Su dirección nunca trasciende la mera transcripción teatral, los personajes permanecen inmóviles en escena y la acción se circunscribe casi íntegramente al interior de la lujosa casa familiar. La cámara es una mera observadora que, salvo en contadas excepciones (como sí sucede en el clímax criminal fuera de escena), se limita a mostrar a unos personajes parlanchines que sueltan su respectiva soflama antifascista como si estuviéramos asistiendo a una convención política más que visionando una película.

Militancia política a través de las páginas de un guión

Nadie discute la importancia de lo que cuenta Watch on the Rhine, pero existen maneras más sutiles de hacérselo llegar al público. El controvertido desenlace estuvo a punto de ser censurado, pero finalmente sólo se añadió un epílogo que refuerza la creencia de Hellman sobre la necesidad de seguir luchando para que la historia no se repita. Es la escena en la que el hijo mayor decide emprender el camino de su padre como acto ideológico ineludible para todo hombre de bien. Fue una imposición que funciona muy bien y su enérgico grito contra el nazismo sigue de plena vigencia.

Gran parte del reparto procedía del elenco original de la obra teatral (los niños no pueden ser más repelentes), mientras que la presencia de Bette Davis en un rol secundario, pese a crecer en su traslación al cine, fue una estrategia de los productores para atraer a más público a las salas. El compromiso político de la actriz y su admiración por la escritura de Hellman le llevaron a considerar la oferta y lo cierto es que otorga glamour a una narrativa plúmbea.

Watch on the Rhine es un filme propagandístico fiel a la idiosincrasia melodramática del Hollywood de los años 40. La ausencia de ritmo, el exceso de diálogos y una puesta en escena estática perjudican el resultado final de una historia que tenía más interés sobre el papel. La película compitió de tú a tú en los Oscar con Casablanca (Michael Curtiz, 1942), podríamos hallar similitudes tanto en sus protagonistas masculinos como en el trasfondo histórico de la trama, sin embargo, pese a que Paul Lukas le arrebató en aquel entonces la estatuilla a Humphrey Bogart, el paso del tiempo ha colocado a cada película en su lugar.


¿Qué te ha parecido la película ‘Watch on the Rhine’?

73 SSIFF. Crónica 2 del Festival de San Sebastián 2025: ‘Deux Pianos’, ‘As We Breathe’ y ‘The Fence’

0

Cobertura realizada por Daniel Farriol:
73 Festival de San Sebastián

No es cine todo lo que reluce se ha desplazado hasta el 73 Festival de San Sebastián, y os iremos contando nuestras primeras impresiones de todas las películas que tengamos la oportunidad de ver, así como otras cosas interesantes que sucedan en estos días tan señalados y dedicados al mejor cine nacional e internacional que se estrenará en los próximos meses. Hoy os hablamos de las películas: Deux Pianos, As We Breathe y The Fence.


DEUX PIANOS / TWO PIANOS

Dirigida por: Arnaud Desplechin
Intérpretes: François Civil, Nadia Tereszkiewicz, Charlotte Rampling, Hippolyte Girardot
País: Francia
Sección Oficial

Sinopsis: Al regresar a Francia tras una larga ausencia, el pianista Mathias Vogler retoma el contacto con su mentora, Elena, para preparar un concierto. En un parque, el encuentro con un niño idéntico a él le conducirá a Claude, la mujer a la que una vez amó.

Nuestra opinión: Deux Pianos en un drama romántico inflado hasta la exasperación en busca una falsa trascendencia que disimule las carencias de su guion. Los personajes principales resultan odiosos en su toma de decisiones y cuesta mucho empatizar con ellos durante el desarrollo de una historia de amor interrumpida que se retoma años después tras una serie de desafortunadas desdichas. Arnaud Desplechin filma todo con elegancia, incluso los momentos más absurdos, pero sucumbe ante una frustrante ausencia de rumbo en una historia que nunca logra conectar la trama del romance con la del talento desaprovechado. Hay demasiados elementos colocados de manera arbitraria, combinando los tópicos telenovelescos con destellos misteriosos que despistan al espectador para crear  una atmósfera de suspense que se abandona después. Sin duda, lo más destacable es la presencia de Charlotte Rampling.


ALDIGIMIZ NEFES / AS WE BREATHE

Dirigida por: Seyhmus Altun
Intérpretes: Defne Zeynep Enci, Hakan Karsak
País: Turquía – Dinamarca
New Directors

Sinopsis: En un pequeño pueblo de Anatolia a principios de los 2000, el mundo de Esma, de diez años, se desmorona silenciosamente después de que una explosión en una fábrica provoque un incendio implacable. Mientras el humo envenena la tierra y su familia lucha por sobrevivir, Esma se aferra a lo que queda de su infancia.

Nuestra opinión: As We Breathe es un bello retrato de la resiliencia femenina en una sociedad patriarcal que utiliza las metáforas visuales para la transmisión de su mensaje. La película está contada desde los ojos de una niña y ocurre en un entorno rural que adquiere visos de escenario apocalíptico cuando se desata un incendio que provoca diversas catástrofes naturales. El fuego que amenaza con arrasar la vida del pueblo es también el símbolo de una sociedad destructora que impide avanzar a las mujeres. Esa simbología nos regala imágenes potentes donde también resulta importante el tratamiento del sonido para que vaya calando en el espectador esa sensación de asfixia y desesperación.

Sin embargo, esos lienzos de violencia apocalíptica se pintan sobre una historia sencilla de crecimiento, un coming of age sobre una niña que sufre en silencio la discriminación sexual de su entorno familiar (el padre compra una mochila escolar a su hermano y a ella no, su rol predestinado es quedarse en casa). El director ha manifestado que algunos detalles están extraídos de su propia infancia y de la discriminación que padeció su hermana. Es cierto que la película peca de tener un ritmo demasiado moroso y contemplativo, pero la fuerza de sus imágenes emerge por encima de cualquier objeción que podamos hacerle.


     The Fence

LE CRI DES GARDES / THE FENCE

Dirigida por: Claire Denis
Intérpretes: Isaach de Bankolé, Matt Dillon, Mia McKenna-Bruce, Tom Blyth
País: Francia
Sección Oficial

Sinopsis: Un gran proyecto de obras públicas en África Occidental. Horn, el jefe de obra, y Cal, un joven ingeniero, comparten alojamiento tras la doble puerta de sus instalaciones. Leone, la nueva esposa de Horn, llega para reunirse con ellos la misma noche en que un hombre aparece junto a la valla. Su nombre es Alboury. Como un espectro en la oscuridad, exige el cuerpo de su hermano, que murió ese mismo día en la obra. Acosará a los dos hombres durante toda la noche hasta que se lo entreguen, mientras Leone observa cómo el desastre crece ante sus ojos.

Nuestra opinión: The Fence es una obra compleja, imperfecta, densa y fascinante, a partir iguales. El guion está basado en el texto teatral «Combate de negro y de perros» del dramaturgo francés Bernard-Marie Koltès, y ese es uno de los mayores hándicaps que encontraremos en la película: una puesta en escena teatralizada hasta lo estático, unos diálogos imposibles de recitar, o situaciones que provocan la suspensión de credibilidad cuando Claire Denis las lleva a su habitual terreno de sublimación del exceso. La obra fue escrita en 1979 pero vista ahora adquiere un aspecto viejuno más cercano a las adaptaciones melodramáticas que se hicieron sobre Tennesse Williams durante los años 60.

Denis prioriza el texto sobre la puesta en escena, pero logra impregnar sus imágenes con cierto misterio surrealista que convierte el lugar de los hechos en una especie de purgatorio donde las emociones de los personajes estallarán de manera impredecible en el tramo final. La obra reflexiona sobre la lucha de clases y los conflictos raciales, poniendo especial énfasis en la impunidad con la que actúo el colonialismo en su despliegue de un poder abusivo, un colonialismo que ha continuado expandiéndose a nivel comercial a través de multinacionales que explotan a los países más pobres. Interesante y pedante, absorbente y desmesurada, The Fence puede llegar a aburrir por agotamiento y repetición, pero también deja un poso útil para reflexionar.


73 Festival de San Sebastián
73 Festival de San Sebastián

73 SSIFF. Sección Oficial. Crítica de ‘In-I In Motion’: Hipnótico documental de Juliette Binoche

0
In-I In Motion

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Sección Oficial
In-I In Motion

Juliette Binoche es en opinión de muchos, entre los que me encuentro (aunque aceptaría discusiones), la mejor actriz europea de las últimas décadas. Es tanto el reconocimiento y respeto alcanzado que podría dedicarse lo que le queda de carrera a pisar terreno conocido y a permitirse elegir interpretar solo aquellos papeles que realmente le apetezca hacer.

Sin embargo Juliette Binoche pertenece a la raza de los actores inquietos, los que necesitan salir de vez en cuando de su zona de confort y probar cosas nuevas. Esta sería probablemente la razón que la llevó, en 2007, a embarcarse en un espectáculo de danza teatro titulado In-I junto al bailarín y coreógrafo británico Akram Khan.

Dieciocho años después de aquella aventura, Binoche ha recuperado más de setenta cintas con un montón de horas de grabación de ensayos para montar (previa cierta guionización, se entiende) un largometraje titulado In-I in Motion que documenta el proceso de gestación y ensayo. Y el documental comienza, en sus primeros minutos con la voz de la Binoche confesando la verdad primigenia: esto surgió como la idea de hacer un espectáculo de danza-teatro entre una actriz que no sabía bailar y un bailarín que no sabía actuar. 

Juntos se encerraron durante seis meses que no fueron únicamente de ensayo, sino, y de un modo indisoluble, de creación, pues argumental y coreográficamente partían de cero. Con ellos trabajaron la directora de ensayos  Su-Man Hsu que, además, fue coach de danza de Binoche y la actriz, coach, escritora estadounidense y miembro del Actors Studio, Susan Batson cuya presencia en la primera media hora del documental es avasalladora y que fue quien les empujó hacia la fisicidad que requiere un espectáculo de este tipo, el contacto entre los cuerpos es casi permanente y salvar ese tipo de barreras era una de las primeras prioridades.

El metraje montado por Binoche (creo que es más exacto hablar de guion y montaje que tratar de venderlo como su primera dirección cinematográfica, pero no voy a abrir esa disquisición) ocupa sus dos primeras horas aproximadamente a seguir el día a día (no todos, obviamente) del proceso, vemos como Juiette Binoche pasa de moverse con torpeza por el escenario siguiendo a su compañero con movimientos poco armónicos a bailar de una manera más que competente. Al mismo tiempo, Akram Khan sufre con los textos, pero aprende a dotarles de emoción y resulta prodigioso oír y ver cómo consigue utilizar la voz y la gestualidad acompañando al cuerpo su principal herramienta de trabajo.

Se ven (y casi se huelen) los sudores, las llagas en los pies, se oyen los golpes, se respiran las inseguridades y los vértigos, incluso el miedo escénico de los días previos en dos artistas que son primeras figuras de orden mundial (cada uno en lo suyo). Resulta apasionante verles sufrir y disfrutar al tiempo que van dando cierto sentido argumental a una historia de amor que nace y se cancela entre una chica blanca y un chico de color. El resultado es un canto a la diversidad, a la integración, a la multiculturalidad.

Aproximadamente los últimos cuarenta minutos de In-I In Motion corresponden a grabaciones de la representación, incidiendo particularmente en aquellas escenas cuya gestación o ensayo es más pormenorizada durante la parte previa. Esta parte está filmada con un sentido de la plasticidad y la belleza desbordante. No hay respiro, los cuerpos se funden y se pegan a a pared del fondo que vira de colores sobre el espacio escénico de Anish Kapoor y la iluminación de Michael Hulls.

El espectáculo se estrenó en Londres y tras realizar posteriormente una temporada en París, giró por ciudades como Leicester, Sydney, Shanghai, Tokio y Nueva York. Allí, en Nueva York, ha contado estos días Juliette Binoche que fue a verlo una noche Robert Redford y que a la finalización del espectáculo fue a visitarla a su camerino y le dijo: «tienes que hacer una película con esto». Nunca sabremos si realmente fue el impulso de Redford lo que llevó a que Binoche rescatara sus cintas, pero, incuestionablemente, es una anécdota muy bonita de escuchar.

In-I In Motion dura 156 minutos que se les pueden hacer eternos a aquellos espectadores a los que no les guste la danza ni el teatro, pero a los aficionados a los escenarios y a los interesados en contemplar de primera mano cómo se va gestando un espectáculo de este tipo, nos resulta hipnótico, fascinante y sí, créanme, hasta corto.

Apple TV+ confirma el estreno de la quinta temporada de ‘Slow Horses’

0
Slow Horses

Slow Horses, la serie de espías ganadora del Emmy y el BAFTA protagonizada por el ganador del Oscar Gary Oldman, regresa a Apple TV+ con una quinta temporada que adapta «Las reglas de Londres», la siguiente novela de la saga «Jackson Lamb» de Mick Herron. Esta entrega se estrenará a nivel mundial el miércoles 24 de septiembre con el primero de sus seis episodios, seguido de nuevas entregas semanales hasta el 29 de octubre.

Slow Horses es una serie de espías llena de humor negro que sigue a un disfuncional equipo de agentes de inteligencia británicos que trabajan en un «vertedero» del MI5 conocido como Slough House o ‘La Ciénaga’.

En esta nueva entrega, todo el mundo sospecha cuando el geek de la tecnología Roddy Ho se echa una nueva y glamurosa novia, pero cuando empiezan a ocurrir sucesos cada vez más extraños por toda la ciudad, les toca a los Caballos Lentos averiguar cómo todo está conectado. Al final, Jackson Lamb sabe mejor que nadie que en el mundo del espionaje siempre se aplican las Reglas de Londres (básicamente, poner el culo a salvo).

Oldman, que ha sido nominado a los Globos de Oro, los Emmy y los BAFTA por este papel, interpreta a Jackson Lamb, el brillante e irascible cabecilla de los espías que han acabado en Slough House debido a graves errores en su carrera.

El reparto incluye a la nominada al Oscar Kristin Scott Thomas, el nominado al Emmy Jack Lowden, Saskia Reeves, Rosalind Eleazar, Christopher Chung, Aimee-Ffion Edwards, Ruth Bradley, James Callis, Tom Brooke y el nominado al Oscar Jonathan Pryce. Además esta quinta temporada dará la bienvenida a la estrella de Ted Lasso, Nick Mohammed, como invitado especial.

Tráiler, póster y fecha de estreno de ‘El Vengador Tóxico’

0
El Vengador Tóxico

El próximo viernes 26 de septiembre llegará a las salas de cine de nuestro país de la mano de Vértigo Films El Vengador Tóxico, la comedia de terror bizarro y superhéroes remake de The Toxic Avenger, el clásico de 1984 y la película más emblemática de Troma con la que se inició una de las sagas de serie Z más exitosas de la historia.

Winston Gooze, un conserje gris y explotado, sufre un catastrófico accidente tóxico, que lo transforma en nueva evolución de héroe: El Vengador Tóxico. Ahora, Toxie debe pasar de ser un paria a un salvador, enfrentándose a despiadados señores corporativos y fuerzas corruptas que amenazan a su hijo, sus amigos y su comunidad. En un mundo donde la codicia corre desenfrenada… la justicia se sirve mejor radiactiva.

Dirigida por Macon Blair y producida por los creadores Kaufman y Herz, la película cuenta con un elenco de lujo con nombres como el de Peter Dinklage, que interpreta al Vengador Tóxico, junto a Elijah Wood, Jacob Tremblay, Julia Davis o el mítico Kevin Bacon.

Esperada por los fans, que acudieron devotos a su presentación en el Festival de Sitges, esta quinta entrega actualiza la propuesta original con una nueva historia de El Vengador Tóxico, un mutante musculoso con fuerza sobrehumana y una fregona como arma, con una estética renovada pero sin perder su esencia irreverentemente cutre y divertida y su trasfondo ecologista.

El Vengador Tóxico

73 SSIFF. Sección Oficial. Crítica de ‘Los domingos’: Ruiz de Azúa se doctora en respeto

0
Los domingos

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Sección Oficial
Los domingos

El respeto es una de las palabras con la que más se nos llena la boca como sociedad y como individuos cuando queremos enarbolar banderas de tolerancia, empatía o reconocimiento de los derechos del prójimo. Resulta muy fácil respetar las opiniones de los demás cuando coinciden con las de uno y las decisiones cuando responden a las expectativas que uno se había puesto con el prójimo en cuestión, pero cuando no es así, el respeto se resquebraja y, según las circunstancias, podemos pasar a la persuasión, a la manipulación, a la discusión o, directamente, a poner distancia. Todas ellas, en mayor o menor medida, faltas de respeto.

Cuando esto lo trasladamos a las relaciones familiares, particularmente al vínculo entre padres e hijos, la cosa se torna particularmente peliaguda, porque por encima del respeto se pone cierta responsabilidad como si esas decisiones que se consideran más o menos equivocadas no correspondieran al vástago sino al progenitor, esto puede ser casi indiscutible en el caso de niños pequeños, pero claro, ¿hasta qué momento, cuándo hay que dejar que los hijos acierten o se equivoquen con sus propias decisiones?

En Los domingos, Alauda Ruiz de Azúa vuelve a demostrar su enorme talento para escribir (primero) y dirigir (después) sobre los vínculos familiares y sus múltiples naturalezas, sobre los sentimientos que los alimentan y complican, sobre los cauces de las emociones que los acompañan y sobre los prejuicios que los enturbian.

Ainara (impresionante debut de Blanca Soroa) es una joven de diecisiete años con una vida muy similar a la del resto de sus compañeros de colegio, un colegio religioso de los que, de vez en cuando, realiza convivencias o retiros de los alumnos. Comparte con sus amigas algunos gustos musicales, algún ligero escarceo con un chico y la indecisión de una edad en la que uno se enfrenta al fin del colegio y comienza la toma de decisiones sobre qué hacer después: trabajar o estudiar, qué, dónde…

Pero Ainara tiene inclinaciones muy poco habituales en su generación y siente cierta vocación religiosa sobre la que quiere profundizar haciendo un discernimiento de fé con un guía espiritual (un joven sacerdote de su colegio) y viviendo unas semanas con una comunidad de monjas. Con este detonante argumental, Alauda Ruiz de Azúa teje un delicadísimo guion mediante la creación de unos personajes muy bien escritos con los que evita caer en arquetipos o maniqueísmos. Y ahí es donde está uno de los grandes méritos de Ruiz de Azúa, que dirige perfectamente a sus actores, pero no al público. No hay doctrina religiosa ni manipulación antireligiosa, la mirada es limpia. Los espectadores somos interpelados, puestos en conflicto, pero no condicionados aunque, claro está, uno pueda identificarse más o menos con las formas de reaccionar de los demás personajes.

Su padre Iñaki (estupendo y lleno de matices Miguel Garcés), es quizá el personaje más atribulado de la película, por su situación personal, económica y afectiva, y no sabe muy bien cómo manejar la situación debatiéndose entre la comprensión hacia su hija y una autoridad mal entendida. Con la madre ausente, el rol materno de Ainara lo ostenta su tía Maite, hermana de Iñaki, con la que Patricia López Arnáiz crea un personaje complejísimo, probablemente el que más evoluciona a lo largo del film, y con el que vuelve a dar un soberbio recital interpretativo sin caer en ningún recurso fácil. El núcleo familiar se completa con las parejas de ambos hermanos, Pablo (espléndido Juan Minujín) y Estíbaliz, la nueva novia de Iñaki. La abuela (Mabel Rivera) y las dos hermanas pequeñas de Ainara.

En el otro lado de la trama (si esto fuese una cuestión de bandos, que no lo es), destaca la madre priora de la orden, Pilar (Nagore Aramburu) en un prodigioso ejercicio de contención y serenidad interpretativa, acompañada por el resto de religiosas que, talmente, parecen auténticas monjas aunque en realidad sean actrices.

Si por algo destacan todos los personajes es por su tremenda humanidad, sus dudas e inseguridades, y todo es tratado con una enorme sensibilidad por una directora que dirige actores con maestría y sabe muy bien lo que quiere hacer con su guion (interpelar) y lo que no (manipular).

Y en esta interpelación que cada uno puede hacerse como espectador, me pregunto si lo que hemos avanzado en algunos terrenos hemos podido retrocederlo en otros. Hoy existe (existimos) una generación de padres preparada (y dirigida) para aceptar (y respetar, volvemos al comienzo) que sus hijos manifiesten sus diferentes ideologías políticas o concepciones sobre el género o la identidad sexual, pero ¿estamos preparados para aceptar y respetar que en pleno 2025 nuestros hijos opten por el sacerdocio o el monacato femenino? ¿somos capaces de no prejuzgar a toda la comunidad religiosa por los detestables comportamientos de algunos? ¿Se empatizaría tanto tanto con la tía Maite si una reacción tan enconada como la que tiene hacia el final de la película se produjese ante una declaración de homosexualidad en lugar de ante una declaración de fe religiosa? Cuando menos, da para pensar.

73 SSIFF. Retrospectiva – Lillian Hellman. Crítica ‘Julia’ (1977)

0
Julia

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Ciclo-Retrospectiva Lillian Hellman
Julia (1977)

“Las pinturas al óleo, sobre el lienzo, al ir envejeciendo a veces se hacen transparentes y así es posible ver en determinados cuadros los trazos originales, aparecerá un árbol a través de un vestido de mujer, un niño dejará paso a un perro, un barco dejará de estar en alta mar. A esto se le llama pentimento, porque el pintor se arrepintió, cambió de idea”.

De todas las películas vinculadas con Lillian Hellman, ya sea porque se ocupó ella misma de escribir el guion o porque, aún con guiones de otros, son adaptaciones de obras suyas, Julia es, sin duda alguna, la más personal por estar basada en el segundo de sus tres libros de memorias que, con el título “Pentimento”, se publicó en 1973. Cuatro años después, en 1977, Fred Zinnemann filmó su última gran película sobre un guion de Alvin Sargent. Por lo visto Lillian Hellman, con más de setenta años y alejada ya de la maquinaria de Hollywood no puso ningún empeño en ocuparse personalmente de escribir el guion, algo que, a buen seguro habría chocado con el controlador carácter de Zinnemann.

Julia toma su título del nombre de la mejor amiga (Vanessa Redgrave) de infancia de Lilly, Lillian Hellmann (Jane Fonda). La acción se sitúa en 1934, en los inicios de la carrera de Hellmann como dramaturga cuando estaba ya emparejada con el escritor de novela negra Dashiell Hammett (Jason Robards). Ambos viven en una casa junto al mar y mientras Hammett da grandes paseos, Hellmann se pelea con la máquina de escribir y su bloqueo creativo. A partir de aquí, Zinnemann ejerce una dirección clásica, sobria y al servicio de sus personajes. Articula el relato como recuerdos de la propia Hellmann a través de flashbacks y mediante un uso (no demasiado invasivo) de la voz en off.

La reconstrucción de los recuerdos de infancia y primera juventud se alterna con episodios del presente, cuando Hellmann viaja a Europa para reencontrarse con Julia que, dejando atrás su aristocrática y adinerada familia se ha convertido en una militante antifascista a caballo entre Viena y Berlín. Todo el film transpira tensión dramática, pero son particularmente brillantes todas las secuencias en el tren, cuando Lilly viaja de París a Moscú pasando por Alemania para llevar a cabo un peligroso encargo.

La elegante realización de Zinnemann se enriquece con la romántica partitura de Georges Delerue y la fotografía de Douglas Slocombe llena de tonos cálidos y sombríos con sutiles virajes cromáticos para acentuar los cambios temporales. Sin embargo, lo más sobresaliente es un reparto plagado de grandes interpretaciones, Jane Fonda está soberbia en la encarnación de Hellmann, tanto en su fuerte carácter como escritora (crisis creativas incluidas) como en su lado más vulnerable durante los momentos de serio peligro que atraviesa durante su viaje. Vanessa Redgrave compone a una mujer vitalista, que lleva su idealismo a la acción encarnando la resistencia contra el nazismo como una militante activista dispuesta a arriesgar la vida. Jason Robards da vida al escritor Dashiell Hammett con un conseguido equilibrio, por contradictorio que parezca, entre despotismo y humanidad. El retrato se completa con una impresionante aparición de Maximilian Schell en un breve personaje enigmático y tierno. Finalmente, como curiosidad, aparece una jovencita desconocida, en su primer papel en el cine, cuyo nombre es, ni más ni menos, Meryl Streep.

En una lectura superficial, podríamos reducir Julia a una historia sobre una amistad entre dos mujeres que se demuestran lealtad y profundo cariño, pero este fragmento de la biografía de Lillian Hellmann es, además, un retrato histórico de la Europa del periodo de entreguerras cuando, superados los felices años veinte se respiraba un ambiente prebélico que, finalmente, sería el caldo de cultivo de la Segunda Guerra Mundial.

Julia nos habla además de la creación literaria, del compromiso político, de la fragilidad de la memoria a través de la fragmentación de los recuerdos y de la identidad femenina en un mundo dominado por hombres.

La película, a pesar de su incuestionable éxito en taquilla y sus once nominaciones al Óscar (que se tradujeron en tres estatuillas), estuvo rodeada de grandes controversias por las acusaciones a Hellmann de haber falseado la historia y haberse apropiado de la vida de otra mujer para escribir el personaje de Julia que, algunos investigadores y conocidos de Hellman señalaron que nunca existió. También provocó polémica el descontento de Hellmann con el resultado del film pues consideraba que Zinnemann había filmado una película “estéticamente cuidada pero emocionalmente fría” que desdibujaba a su personaje y desplazaba el protagonismo al de Julia, pintándola a ella como una mujer insegura y dependiente cuando ella se describía a sí misma con mucho más coraje y determinación.

El caso es que, controversias al margen, Julia fue una de las películas más importantes de 1977, recibió once nominaciones al Óscar, entre ellas las correspondientes a mejor película, dirección, guion y cuatro nominaciones interpretativas para Jane Fonda (mejor actriz), Vanessa Redgrave (mejor actriz de reparto), Jason Robards y Maximilian Schell (ambos a mejor actor de reparto). A pesar de que perdió los Óscar principales en favor de Annie Hall (Woody Allen), obtuvo tres Óscar, los correspondientes a mejor actriz de reparto para Redgrave, mejor actor de reparto para Robards y al mejor guion adaptado para Sargent.

73 SSIFF. Retrospectiva – Lillian Hellman. Crítica ‘The Little Foxes (La loba)’ (1941)

0

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Ciclo-Retrospectiva Lillian Hellman
The Little Foxes (La loba) (1941)

De las cinco películas que William Wyler filmó con guion de Lillian Hellman, todas ellas magníficas, La loba, estrenada en 1941, es, sin duda alguna, la que certificó el mayor hito de su colaboración en la historia del cine. Estamos ante una obra mayor en la que todo está a gran altura. Empezando, precisamente, por el afilado guion de Hellman, finalizando con la sobria y elegante puesta en escena de Wyler y pasando por la fotografía de Gregg Toland y las interpretaciones de Teresa Wright, Herbert Marshall, Patricia Collinge y una superlativa Bette Davis.

Lilian Hellman escribió el guion cinematográfico sobre su propia obra teatral, “The Little Foxes”, probablemente la más exitosa de su carrera como dramaturga, que se había estrenado dos años antes en Broadway con Tallulah Bankhead en el papel que en el cine interpretará Bette Davis. Para el resto del reparto se mantuvo a gran parte del elenco teatral incluyendo a Herbert Marshall, Patricia Collinge y Charles Dingle.

Y precisamente en ese título original de la obra teatral y de su adaptación cinematográfica está la única disonancia de la película en su versión española, supongo que por las connotaciones semánticas de la palabra “zorra” en español, se prefirió titular la película La loba en lugar de Las pequeñas zorras, referencia bíblica de El Cantar de los Cantares (2:15): “Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas que echan a perder las viñas porque nuestras viñas están en ciernes”, una cita con la que se abre la película y que volverá a repetirse en una de las secuencias centrales del film (la única en la que se dan cita juntos los cinco personajes buenos de la película) y que funciona como metáfora central de La loba: unas viñas en ciernes que representan los lazos familiares y afectivos, aún frágiles pero con posibilidad de dar fruto; y unas pequeñas zorras que no son sino la ambición desmedida y la codicia que corroen desde dentro aquello que debería sostenerlos.

Porque aunque pueda sonar reduccionista, La loba es ante todo una lucha entre el bien y el mal y, por tanto, tenemos a una serie de personajes que encarnan la generosidad, la integridad y la defensa de ciertos valores humanos frente a otros que viven devorados por la ambición, la codicia y la falta de escrúpulos.

Ambientada en los albores del siglo XX en el viejo y profundo Sur de los Estados Unidos, la acción nos introduce en el seno de la familia Hubbard compuesta por tres hermanos: los ambiciosos Ben (Charles Dingle) y Oscar (Carl Benton Reid) y su taimada hermana Regina Giddens (Bette Davis) casada con Horace Giddens (Herbert Marshall) un hombre bueno, honesto y gravemente enfermo al que ya únicamente parece mover el amor de su hija Alexandra (Teresa Wright).

El núcleo argumental de La loba nos lleva a una conspiración entre los tres hermanos de la familia Hubbard para hacerse con el dinero de Horace, un dinero que necesitan para cerrar la construcción de una algodonera con la que piensan enriquecerse contratando a obreros que trabajen por menos de la mitad de los salarios habituales en la época, en lo que supone una soterrada crítica al feroz y despiadado capitalismo imperante.

La loba, que podría haberse quedado en un sólido drama familiar, trasciende lo íntimo para convertirse en un tratado inapelable sobre la corrupción moral a través de la tensión entre los vínculos familiares y los intereses económicos. Las deslealtades y traiciones entre los tres hermanos son mostradas de un modo descarnado por un maestro de la puesta en escena como Wyler para el que cada plano está meticulosamente planificado para vehiculizar las pulsiones dramáticas de la narración y de los personajes.

Bette Davis compone uno de los grandes personajes femeninos de la historia del cine con esta mujer fría, arrogante, calculadora y absolutamente deshumanizada por su obsesión por enriquecerse y lo hace con sutileza, sin necesidad de alzar la voz ni forzar el gesto. Su interpretación armoniza su gelidez con una sobria elegancia que resulta en un personaje repulsivo y, sin embargo, magnético. Valga reseñar la secuencia en la que Horace sufre un ataque cardiaco y ella permanece inmóvil, impertérrita, con la mirada perdida, denegando el auxilio con una frialdad escalofriante.

La loba

Es precisamente en esta secuencia, una de las más célebres del film, en la que Wyler, ayudado por el maestro de la fotografía Gregg Toland consigue uno de los hitos de la narración en varios planos gracias a su virtuosismo con la profundidad de campo. Hellman y Wyler, desde el guion y la dirección, transforman un material teatral en cine de gran potencia visual sin que se pierda ni una pizca de su hondura dramática y de la clave moral de la historia que no es otra que la acción corrosiva y cotidiana de la mezquindad humana (las pequeñas zorras).

73 SSIFF. Retrospectiva – Lillian Hellman. Crítica ‘The Westerner (El forastero)’ (1940)

0

Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo-Retrospectiva Lillian Hellman
The Westerner (El forastero) (1940)

The Westerner (El forastero) es un wésterm cómico estadounidense que está dirigido por William Wyler (con la participación sin acreditar de Lewis Mileston en escenas adicionales) y que cuenta con un guion escrito por Jo Swerling y Niven Busch (con la participación sin acreditar de W.R. Burnett, Lillian Hellman, Oliver La Farge y Dudley Nichols), adaptando una historia de Stuart N. Lake. Stretch Willoughby es un cowboy rudo pero con buenos sentimientos. Western sobre las relaciones que se establecen entre Cole Harden, un vaquero honesto, y Roy Bean, personaje caprichoso y de singular moralidad, conocido históricamente como «el juez de la horca».

Está protagonizada por Gary Cooper, Walter Brennan, Doris Davenport, Fred Stone y Forrest Tucker. La película ha podido verse en el Festival de San Sebastián 2025 dentro de la Retrospectiva Clásica que han dedicado a la guionista.

‘El juez de la horca’, un personaje peculiar

The Westerner (El forastero) son dos wésterns en uno. El primero, la parte más original, narra en tono de comedia satírica las andanzas de Roy Bean (Walter Brennan), personaje verídico del Far West que era conocido como «el juez de la horca». Este peculiar personaje fue un tabernero de finales del siglo XIX que se dedicó desde la barra de un saloon a impartir su arbitraria visión sobre la ley, sin tener conocimientos reales sobre la misma, ejecutando sentencias de muerte a diestro y siniestro mientras pronunciaba chascarrillos que hacían reír a los asistentes. En verdad, esto no está tan inspirado en la realidad ya que nunca se ha podido documentar que sentenciase a nadie a morir en la horca, a menudo se confunde su figura con la de Isaac Parker que también era conocido con el mismo sobrenombre.

En la película se recrea también una amistad imposible con Cole Harden (personaje ficticio interpretado por Gary Cooper), un vaquero acusado de robar un caballo que elude inteligentemente la sentencia de muerte cuando el juez descubre que comparte su misma admiración por la actriz británica Lillie Langtry. La mujer de los sueños de Bean, cuyas numerosas fotografías decoraban la taberna, podríamos considerarla una de las primeras celebridades mediáticas de la época, tan conocida por su trabajo en el cine como por sus escándalos sentimentales fuera de la pantalla. Como vemos, la prensa rosa no es un invento contemporáneo.

En The Westerner (El forastero) la amistad entre los dos hombres protagonistas tiene un arco dramático interesante, convirtiéndose en una relación de amor-odio que pasa por distintas fases, desde dormir juntos en una misma cama tras una noche de borrachera a pegarse tiros en un teatro para defender sus posturas irreconciliables sobre un conflicto de tierras.

De la comedia inicial al melodrama romántico

De ahí deriva el «segundo» wéstern que incluye en su interior el film The Westerner (El forastero), probablemente el menos interesante y que resulta más convencional. El Juez Roy Bean se convierte en la cabeza visible de un grupo de ganaderos que han hecho suya la región y pretenden mantener el campo despejado para la libre circulación de las reses. Sin embargo, la presencia de colonos agricultores que se instalan en esas tierras, cercando el territorio para impedir que los animales se coman sus cosechas, crea un conflicto de intereses en el que Cole Harden deberá tomar partido tras enamorarse de Jane Ellen Mathews (Doris Davenport).

La chica es una joven de armas tomar (tal vez, algo tenga que ver en su caracterización la colaboración no acreditada de Lillian Hellman en el guion) que no piensa renunciar a las tierras donde se ha asentado junto a su familia. La película toma partido en favor de los agricultores y también plantea de manera tangencial un breve recorrido histórico del nacimiento de Texas previo a la Guerra de Secesión, pero con un planteamiento que poco tiene que ver con lo que ocurrió realmente (por ejemplo, no aparece ni un solo mexicano en pantalla).

The Westerner (El forastero) acaba siendo un divertimento menor que desaprovecha su material de partida. Ni siquiera Gary Cooper quedó satisfecho de su trabajo (de hecho, en las primeras secuencias se le nota más perdido que de costumbre), ya que consideraba que un buen wéstern debía tener tiroteos y menos diálogo. Sin embargo, el bueno de William Wyler se siente más cómodo explorando los personajes y sus respectivas relaciones, es evidente que lo que menos le preocupaba era realizar un wéstern común. Eso sí, donde de verdad se luce el director es en la espectacular secuencia del incendio.

La belleza de los cielos

Además de la interpretación de Walter Brennan, que le valió su tercer Oscar, The Westerner (El forastero) destaca por el trabajo fotográfico de Gregg Toland, camarógrafo reconocido por su revolucionario uso de la profundidad de campo y de los contraluces. Aquí nos regala algunas secuencias memorables enmarcando la subtrama romántica en imágenes en blanco y negro de cielos arrebatadores, cuyas texturas majestuosas bien podrían formar parte si estuvieran coloreadas de Lo que el viento se llevó (Víctor Fleming, 1939) o de los mejores melodramas de Douglas Sirk.

Como curiosidad complementaria podemos comentar que la actriz Doris Davenport precisamente se había postulado el año anterior para el papel de Scarlett O’Hara que encumbró a Vivien Leigh, llegando a estar seleccionada hasta las audiciones finales. Por desgracia, Davenport abandonaría de forma prematura la interpretación debido a la falta de oportunidades, lo que demuestra la sutil línea que separa el fracaso del éxito si tenemos en cuenta el estupendo trabajo que realiza en esta película.

The Westerner (El forastero) conjuga de manera irregular la comedia, el melodrama romántico22 y el wéstern, funcionando mejor cuanto más se aleja de los tópicos y se enfoca en la figura del Juez. Tiene un arranque y desenlace estupendos, pero el desarrollo es menos afortunado y el ritmo resulta inconstante ante los numerosos cambios de registro. Años después esta película tuvo un remake superior, a menudo denostado e incomprendido, El juez de la horca (The Life and Times of Judge Roy Bean) (John Huston, 1972), protagonizado por Paul Newman, Ava Gardner y el oso Bruno, donde se potenció el surrealismo inherente al personaje y se añadieron hechos relevantes de la leyenda real que aquí se pasan por alto.


¿Qué te ha parecido la película ‘The Westerner (El forastero)’?