Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo-Retrospectiva Lillian Hellman
Toys in the Attic (Cariño amargo) (1963)
Toys in the Attic (Cariño amargo / Pasiones en conflicto) es un melodrama estadounidense que está dirigido por George Roy Hill y que cuenta con un guion escrito por James Poe, adaptando la obra teatral de Lillian Hellman. Julian Berniers lleva a su esposa Lily a Nueva Orleans para que conozca a su familia. Llevan espléndidos regalos para Carrie y Anne, las hermanas de Julian, que albergan la esperanza de que su hermano las ayude económicamente; lo que ignoran es que Julian se ha visto obligado a cerrar su fábrica y tiene también problemas económicos.
Está protagonizada por Dean Martin, Geraldine Page, Yvette Mimieux, Wendy Hiller y Gene Tierney. La película ha podido verse en el Festival de San Sebastián 2025 dentro de la Retrospectiva Clásica que han dedicado a la guionista.
De vuelta al sur
Toys in the Attic (Cariño amargo) es un melodrama inflamado sobre una familia con secretos inconfesables que podríamos enmarcar dentro del gótico sureño de los años 50-60, muy al estilo de Tennessee Williams y la tradición teatral de la época. En realidad, se trata de la adaptación de una obra escrita en 1960 por la siempre controvertida Lillian Hellman, que supuso su regreso por la puerta grande a Broadway, tras pasar unos años en el desierto creativo debido a la «caza de brujas» que consideraba su prosa como sospechosa de propagar ideas comunistas. La obra trata temas tabús como el incesto y reflexiona sobre la frustración, el fracaso, la inestabilidad económica o los códigos de poder ocultos dentro de las estructuras familiares. El título original «Toys in the Attic» es una frase que en inglés significa perder la razón o estar loco, luego entenderemos porqué.
El texto es rico en matices, pero algo denso de digerir. El encargado de adaptarlo a la gran pantalla fue un guionista de prestigio y experto en trabajar con material ajeno, James Poe, tal y como ya había demostrado con obras tan notables como La gata sobre el tejado de zinc (Richard Brooks, 1958), El último tren de Gun Hill (John Sturges, 1959), Los lirios del valle (Ralph Nelson, 1963) o Danzad, danzad, malditos (Sydney Pollack, 1969), además de lograr un Oscar por el libreto de La vuelta al mundo en 80 días (Michael Anderson, 1956). Aquí se le nota más perdido que de costumbre y el guion se enmaraña en exceso haciendo confuso el mensaje, probablemente fuera debido a las desavenencias que mantuvo durante el rodaje con el director de la película, George Roy Hill, quien tenía una visión distinta a la suya.
Los roles familiares
Toys in the Attic (Cariño amargo) nos sitúa en la calurosa Nueva Orleans, tras la Gran Depresión. Las hermanas Berniers, Anna (Wendy Hiller) y Carrie (Geraldine Page), son lo que despectivamente se conoce como «dos solteronas» de mediana edad. Han sacrificado todos sus sueños y ambiciones para sustentar económicamente a su hermano menor, Julian (Dean Martin), un hombre díscolo y mujeriego, cuyos sueños de grandeza le llevan siempre a fracasar en sus negocios y tener que volver con las orejas gachas al regazo de sus hermanas. Sin embargo, esta vez es distinto. Por un lado, Julian se ha casado con Lily (Yvette Mimieux), una jovencita inestable y emocionalmente frágil que procede de una familia adinerada, y, por otro, sus negocios parecen haberle hecho rico.
Se produce, entonces, un desequilibrio familiar donde nadie parece encontrar el lugar que le correspondía habitualmente. La dependencia económica y emocional de Julian respecto a sus hermanas parece haberse roto, algo que descuajeringa la cotidianidad de Anna y Carrie, acostumbradas a arreglar los desaguisados de su hermano. La mayor, Anna, asume la nueva situación como una oportunidad para viajar por Europa y hacer todo aquello a lo que siempre había renunciado por su hermano. Sin embargo, Carrie, no acepta de buen grado el cambio de rol. Más tarde, aunque se evidencia desde el principio, saldrá a la luz el verdadero secreto que alberga la mujer y no es otro que el estar enamorada de su hermano. Eso le llevará a manipular a la infantil Lily con intención de recuperarlo, tanto emocionalmente (causando la ruptura de la pareja) como económicamente (propiciando el fracaso de su hermano para que vuelva a necesitarla).
Un melodrama con elementos de noir
El subtexto de Toys in the Attic (Cariño amargo) es más que interesante, así como la transformación interior que sufren todos los personajes a lo largo de la historia. Por desgracia, hay una tendencia a la sublimación de lo melodramático que resulta agotadora y pone en peligro el realismo que necesita cualquier historia familiar de estas características. Tampoco ayuda a la fluidez narrativa una estructura de guion imprecisa que juega con el misterio. La trama embarullada nunca equilibra adecuadamente las reflexiones sociales (racismo, diferencia de clases, crisis financiera, relaciones de poder) con las familiares (celos, posesión, manipulación, reformulación del pasado) y puede terminar descolocando al espectador menos atento. Aún así, la película nunca resulta aburrida o prescindible, es injusto que, en su momento, fuese un total fracaso en taquilla y ocasionase pérdidas a la productora.
Tras la cámara encontramos a George Roy Hill, quien realiza una aportación destacable con la introducción de elementos de cine negro, ya sea a través de la espléndida fotografía en blanco y negro de Joseph F. Biroc, o con movimientos de cámara sutiles que remarcan los cambios emocionales en los personajes (dando una especial importancia a las escaleras). En ese sentido, la escena de apertura es fascinante. En ella vemos a Lily caminar por las calles de una ciudad nocturna, con sombras casi expresionistas que acentúan la amenaza latente, una acción que repite cada noche para espiar los movimientos secretos de su marido que, al parecer, le está siendo infiel con otra mujer. Los créditos de sobreimpresionan sobre la imagen de manera original y la música de fondo, compuesta por George Duning, desgrana notas jazzísticas que otorgan al momento una atmósfera de noir puro.
(In)dependencia familiar y emocional
En el clímax final de Toys in the Attic (Cariño amargo) volveremos a hallar una de las mejores secuencias también apegada al cine negro que incluye una doble explosión de violencia: primero el cruel ataque que sufren Julian y Charlotte Warkins (Nan Martin), con una planificación de la escena brillante; y, posteriormente, con la bofetada de la frustración que propina Julian a su joven esposa y que aparece como imagen principal en el póster publicitario de la película. Roy Hill utiliza la cámara con ingenio, mediante travellings descriptivos o planos que destacan algún elemento metafórico (el tarro de naranjas en almíbar que simboliza la rutina diaria de las hermanas; Carrie gritando desconsolada tras la verja de su casa convertida en prisión, etc).
Hay un personaje que lamentablemente queda más desdibujado y desconectado con la trama principal, el de Albertine Prine (Gene Tierney). Es la madre de Lily y mantiene una relación interracial con su chófer. Se trata de una mujer independiente, fuerte, económicamente estable y que vive al margen de las normas sociales de la época, lo que nos sirve como contraste antagónico a las dos hermanas, sin duda, su rol daba más juego para reflejar las contradicciones sociales de la época. Toys in the Attic (Cariño amargo) es un filme irregular e imperfecto, pero lleno de hallazgos que permanecen en la memoria, un filme semidesconocido que merece nuestra atención por su valentía a la hora de abordar el tabú del incesto y la dependencia castradora en las relaciones familiares.
¿Qué te ha parecido la película ‘Toys in the Attic (Cariño amargo / Pasiones en conflicto)’?