Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Ciclo-Retrospectiva Lillian Hellman
The Children’s Hour (La calumnia) (1961)
En 1936, William Wyler, filmó, tras quince años dirigiendo para la Universal, su primera película bajo la producción de Samuel Goldwyn; se trataba de la adaptación de la primera obra teatral de Lillian Hellman, que se había estrenado en Broadway un par de años antes con un enorme éxito de crítica y público. Su título era The Children’s Hour y, a pesar de su incontestable presencia en Broadway, su argumento era demasiado escabroso para la rígida censura instalada en Hollywood a través del moralista y puritano Código Hays que imponía qué se podía tratar, ver y decir en pantalla. Los rigores de la censura fueron tales que la propia Hellman tuvo que rehacer el texto de su obra para que la película pudiera ser rodada y estrenada con obligado cambio de título. Así fue cómo The Children´s Hour (La hora de los niños) se tranformó en Those Three (Esos tres) y un presunto amor lésbico se mutó en un triángulo amoroso. (A Hays, al parecer, le espantaban menos los ménage à trois que el safismo).
No es difícil imaginar que, a pesar de que el resultado de Esos tres fuera más que satisfactorio, a William Wyler le quedase cierta espinita clavada por no poder adaptar la obra de Liliam Hellman con fidelidad al texto. En 1961 el Código Hays seguía en vigor pero se había suavizado notablemente a partir de las sucesivas revisiones que desde 1956 terminarían con su derogación definitiva en 1968.
El caso es que Lilian Hellman, que había sido víctima de la caza de brujas liderada por el senador McCarthy no compartía con Wyler el entusiasmo por volver a una obra que ella, casi treinta años después de su estreno, daba por amortizada y rehusó ocuparse de un guion que, finalmente, fue escrito por John Michael Hayes, el guionista de moda en la época tras haber escrito los libretos de La ventana indiscreta, Atrapa un ladrón, Pero… ¿quién mató a Harry?, El hombre que sabía demasiado (todas de Alfred Hitchcock), Vidas borrascosas (Mark Robson) o Una mujer marcada (Daniel Mann). Hellman, sin embargo, aparece como coguionista en algunas fuentes pues, parece ser que accedió a leer el guion de Hayes una vez escrito y propuso algunas modificaciones.

La película se estrenó, esta vez sí, con su título original The Children’s Hour aunque en España lo hizo con el título de La calumnia. Para su reparto femenino se contrató a dos estrellas indiscutibles, Audrey Hepburn ya instalada en el olimpo de Hollywood (del que nunca se bajará) y Shirley McLaine que el año anterior acababa de protagonizar junto a Jack Lemmon El apartamento (Billy Wilder, 1960). El rol masculino cayó, sin embargo, en un actor sin estatus de estrella, un James Garner que, por aquel entonces, empezaba a despuntar como galán romántico.
La acción se desarrolla en un internado para niñas de familias pudientes regentado por dos profesoras y amigas, Karen Wright (Hepburn) y Martha Dobie (McLaine), junto a ellas vive la tía de esta última, una vieja actriz de teatro en decadencia interpretada por Miriam Hopkins (actriz que interpretó a Martha en Esos tres). Todo discurre plácidamente hasta que el castigo a una niña mala malísima (Karen Balkin) hace que esta, por pura venganza, haga correr una mentira que pronto se transforma en rumor y el rumor en calumnia.
Cuando la acusación de que ambas profesoras son amantes (esa es la palabra que se utiliza porque el acuerdo con la comisión Hays para autorizar la realización de la película imponía que se evitase, durante todo el metraje, la palabra lesbiana en todas su variantes) llega a oídos de la Sra. Tilford (Fay Bainter), una dama con enorme influencia social y, para más señas, abuela de la odiosa niña, la calumnia se extenderá como una mancha de aceite hasta arruinar la reputación de las dos profesoras y la marcha de la escuela.
Hellman en el texto y Wyler desde su sobria dirección profundizan en la fragilidad de la buena reputación ante el poder devastador de una mentira que, sin necesidad de ser probada pero convenientemente propagada, y apoyada sobre prejuicios sociales y objeciones morales, puede tener consecuencias dramáticas.

Wyler vuelve a demostrar su maestría en la puesta en escena y en el manejo narrativo del encuadre que, a menudo, privilegia los silencios y las miradas entre Hepburn y McLaine que ofrecen dos interpretaciones memorables. La tensión se va generando de manera natural, sin golpes de efecto visuales ni fuegos de artificio argumentales hasta desembocar en su impactante final filmado con suprema elegancia.
La calumnia recibió cinco nominaciones al Óscar, una de ellas para Fay Bainter como mejor actriz de reparto y las otras cuatro en facetas técnicas y artísticas (fotografía, vestuario, sonido y dirección artística). Tanto la dirección de Wyler como las interpretaciones de su dupla protagonista fueron desestimadas por los académicos que sí nominaron ese mismo año a Audrey Hepburn como mejor actriz por Desayuno con diamantes, una de sus interpretaciones más icónicas e inmortales.