Las críticas de Daniel Farriol:
Black Mirror (Temporada 6)
Black Mirror es una serie británica de ciencia-ficción creada por Charlie Brooker (Dead Set: Muerte en directo). Se trata de una serie antológica que muestra el lado oscuro de la tecnología y cómo esta afecta y puede alterar nuestra vida, a veces con consecuencias tan impredecibles como aterradoras. Comenzó a emitirse en 2011 en el canal británico Channel 4, con dos temporadas de tres episodios cada una, y tras producirse un especial de Navidad la serie fue comprada y renovada por Netflix. Esta sexta temporada se ha estrenado el día 15 de Junio de 2023.
¡Hola, Charlie Brooker! ¿Qué hay de nuevo, viejo?
Vuelve a Netflix Black Mirror, la mítica serie creada por Charlie Brooker en 2011 que impactó a todo el mundo con su visión apocalíptica de la influencia de las nuevas tecnologías en nuestras vidas. Mala leche, nihilismo y oscuridad fueron algunas características de esta serie antológica que tantos grandes momentos televisivos nos ha ofrecido. Así que 12 años después de ver en «The National Anthem» a un Primer Ministro británico sodomizar a un cerdo y todo lo acontecido en los 20 episodios posteriores, nos toca hacernos la gran pregunta con que el conejo Bugs Bunny siempre recibía al cazador Elmer Gruñón, ¿qué hay de nuevo, viejo?.
Y sí, porque la fórmula ha ido desgastándose durante todos estos años hasta unas últimas temporadas donde fue inevitable tener sensación de dèja vú. Supongo que es a raíz de eso que el avispado Brooker ha querido darle un impulso nuevo a esta sexta temporada que no estoy seguro de que sea el camino más acertado para avanzar al alejarse de todo aquello que hacía diferente a su creación inicial. Los 5 episodios que componen la nueva temporada optan por alejarse casi siempre de lo tecnológico, cambiar el humor corrosivo por un humor infantiloide, y derivar su mirada distópica hacia un lenguaje cercano a la Serie B que recuerda al cine de género que se hacía en la televisión de los años 80.
En mi opinión, es una opción arriesgada que solo funciona en un par de casos aislados, pero el tono general de Black Mirror (Temporada 6) con esta nueva tanda de 5 episodios resulta bastante decepcionante, aunque será mejor que analicemos cada uno de manera independiente.
Joan es horrible (Joan is Awful)
Dirección: Ally Pankiw (Feel Good, I Used to Be Funny)
Guion: Charlie Brooker
Intérpretes: Annie Murphy, Salma Hayek, Michael Cera, Himesh Patel, Max Harwood.
Duración: 57 min.
Sinopsis: Una mujer corriente descubre que un servicio de streaming ha convertido su vida (y sus secretos) en una serie dramática protagonizada por la famosa actriz Salma Hayek.
Una sátira sin suficiente mordiente
Black Mirror (Temporada 6) comienza con Joan es horrible (Joan is Awful), un malévolo juego de metaficción con el que Charlie Brooker muerde la mano que le da de comer… pero es un mordisquito que finalmente no hace herida. La idea de partida es una de las más originales de esta temporada y también de las más terroríficas. ¿Te imaginas entrar a la app de Netflix (Streamberry en la ficción) y comprobar que la última serie de éxito añadida a la plataforma es tu propia vida? Eso es lo que le ocurre a Joan (Annie Murphy), una oficinista corriente que tras despedir a una trabajadora asiste a la reformulación exagerada de su día a día creada por una inteligencia artificial que utiliza la imagen virtual de Salma Hayek para reinterpretar su vida.
El episodio critica los términos y condiciones que solemos firmar sin mirar antes de acceder a cualquier servicio tecnológico, así como el control que ejercen las grandes corporaciones sobre nosotros. Edward Snowden ya reveló hace años cómo los individuos éramos espiados por los gobiernos a través de las cámaras, los micros y los localizadores de nuestros dispositivos móviles, la tecnología ha llegado para hacernos la vida más fácil, pero también se ha convertido en un peligro para conservar nuestra libertad individual. El discurso crítico del episodio queda lastrado por un tono humorístico de brocha gorda y elementos escatológicos que hacen imposible tomarse en serio nada de lo que ocurre. Tampoco saca provecho al multiverso de metaficción que recrea más allá de un par de gags inspirados, pero el guion se lía tanto que al final se llena de agujeros en su lógica interna.
Joan es horrible (Joan is Awful) es un episodio simplón que tenía mimbres para ser mucho mejor. La esforzada interpretación de Annie Murphy no es suficiente reclamo para levantar el vuelo de esta sátira sobre la identidad que muestra la tendencia humana que tiene para observar a los demás desde la negatividad y con una moraleja final de manual de autoayuda: «sé la protagonista de tu propia vida».
Loch Henry
Dirección: Sam Miller (Sin escrúpulos, Luther)
Guion: Charlie Brooker
Intérpretes: Samuel Blenkin, Myha’la Herrold, Monica Dolan, John Hannah, Daniel Portman.
Duración: 55 min.
Sinopsis: Una pareja llega a un pueblo escocés semidesierto para grabar un documental sobre naturaleza. Pero todo cambia cuando deciden investigar un truculento suceso del pasado.
El morbo de los true crime
El segundo episodio de Black Mirror (Temporada 6) muestra ese nuevo camino de la franquicia del que hablábamos antes. El uso de las tecnologías adquiere un tono deliberadamente retro mediante unas cintas VHS que serán la clave para desentrañar una intriga malsana que reflexiona sobre el precio del éxito y sobre la pérdida de identidad en una industria audiovisual globalizada.
La trama nos conduce hasta un pequeño pueblo escocés al que regresa Davis McCardle (Samuel Blenkin) junto a su pareja Pia Koreshi (Myha’la Herrold) con la idea de filmar un documental sobre un peculiar coleccionista local. Sin embargo, rememorando viejas historias con un amigo, Stuart King (Daniel Portman), que regenta el único pub del lugar, cambiarán de idea para grabar un true crime sobre un despiadado asesino que vivió allí años atrás. Esa historia afecta a David de manera personal, su padre era policía del pueblo y su muerte estuvo vinculada con todo aquello, algo que su madre (Monica Dolan) aún no ha superado.
Tras un inicio contemplativo para ponernos en situación, el episodio adquirirá una negrura dramática cada vez más intensa a medida que los protagonistas avancen con la investigación descubriendo detalles escabrosos e imprevisibles… al menos, para ellos. El único problema de este interesante episodio es lo previsible que resultan todos los giros de guion. Por lo demás, está muy bien construida una atmósfera perturbadora en la parte final o ese contraste ambiental entre exteriores (paisajes idílicos) e interiores (la casa de Iain Adair es dolorosamente lúgubre). El final resultará devastador para los protagonistas al tiempo que su documental hará recobrar el esplendor económico del pueblo gracias a turistas atraídos por el morbo. Es un episodio que satiriza a una industria audiovisual insensible que regala «carnaza» a espectadores ávidos de hincarle el diente.
Beyond the Sea
Dirección: John Crowley (Una y otra vez, El jilguero)
Guion: Charlie Brooker
Intérpretes: Aaron Paul, Josh Hartnett, Kate Mara, Auden Thornton, Rory Culkin.
Duración: 80 min.
Sinopsis: En un 1969 alternativo, dos astronautas en una arriesgada misión espacial de alta tecnología deben lidiar con las consecuencias de una tragedia inimaginable.
El mejor episodio de la temporada parte de una idea absurda
Sin duda, el mejor episodio (y más largo) de Black Mirror (Temporada 6) es el titulado «Beyond the Sea» en honor a la nostálgica canción romántica «La Mer» de Charles Trenet. También sea probablemente el más fiel al estilo acostumbrado de la serie con la combinación de ciencia-ficción clásica junto a una lobreguez pesimista en su acercamiento a la condición humana. La historia está ambientada en el año 1969, el mismo en que Neil Armstrong se convertiría en el primer hombre en pisar la Luna, pero el capítulo utiliza uno de los trucos habituales de Charlie Brooker como es incorporar a la trama avances tecnológicos propios de un futuro que aún hoy en día tenemos por explorar.
De esa manera, se nos plantea un sugestivo contraste anacrónico entre el estilo retro de decorados, vestuario o peluquería con las posibilidades de una ciencia que ha creado réplicas humanas para sustituir en la Tierra a los astronautas que están realizando alguna misión en el espacio, pero no son clones independientes sino dispositivos mecánicos manejados por la conciencia del humano que se conecta a miles de kilómetros desde la nave espacial. La premisa es bastante absurda si tenemos en cuenta que los astronautas se pasan casi toda la misión conectados a su réplica de la Tierra para seguir con su vida familiar, por tanto, hubiera sido más lógico mandar las réplicas al espacio y controlarlas desde aquí.
Si damos el salto de fe que requiere ese punto de partida (necesario para entender lo que ocurrirrá después), nos encontramos frente a un relato (falsamente) romántico de apariencia sosegada que a medida que avance irá acumulando una tensión dramática irrespirable hasta llegar a límites insospechados en uno de los finales más oscuros de toda la serie.
Muchas referencias a la cultura popular
Los astronautas protagonistas son David Ross (Josh Hartnett) y Cliff Stanfield (Aaron Paul), dos personalidades antagónicas que deben compartir un viaje espacial de 6 años y que solo cruzan unas breves palabras durante la rutinaria puesta a punto semanal de la nave. Todo cambiará cuando una secta fanática que defiende el «orden natural» asaltará la casa de David para destruir a su réplica y asesinar a su familia sin que él pueda evitarlo desde allí arriba. El trauma de perderlo todo causará mella en su estado anímico que se verá afectado con aquello que en Pandorum (Christian Alvart, 2009) llamaban «Síndrome Disfuncional Orbital» para definir la paranoia que afectaba a astronautas expuestos a un largo período de soledad en el espacio. Mientras que Cliff puede seguir visitando a su familia, él vaga como alma en pena por la nave.
Por eso, Cliff y su esposa Lana (Kate Mara), decidirán darle la oportunidad a David de utilizar el enlace a su réplica para «airearse» un poco, lo que supone un extraña suplantación de identidad al adquirir físicamente la apariencia de Cliff. A partir de entonces, la deriva argumental es hasta cierto punto previsible, pero tiene una narración sólida que se centra en los detalles de la evolución psicológica y las contradicciones emocionales por la que pasan los tres personajes. Y es que los monstruos de la soledad nunca son buenos compañeros de viaje…
Además de la canción citada, el episodio contiene múltiples referencias a la cultura popular con menciones a la literatura a través de «El valle de las muñecas» de Jacqueline Susann, «La luna es una cruel amante» de Robert A. Heinlein o «El hombre ilustrado» de Ray Bradbury, una recopilación de cuentos de ciencia-ficción que precisamente incluía uno titulado «Marionetas, S.A.» acerca de una sociedad donde las personas convivían con robots tan realistas que era imposible distinguirlos de los humanos. El año 1969 fue también cuando la Familia Manson asesinó a Sharon Tate, por eso hay una similitud evidente de ese trágico hecho con el asalto a la casa del astronauta. En definitiva, este tercer episodio acaba siendo tan memorable como espeluznante en su oscura reflexión sobre la ambición del alma humana cuando ya no se tiene nada que perder.
Mazey Day
Dirección: Uta Briesewitz (Fellow Travelers, La rueda del tiempo)
Guion: Charlie Brooker
Intérpretes: Zazie Beetz, Clara Rugaard, Danny Ramirez, Robbie Tann, Jack Bandeira.
Duración: 41 min.
Sinopsis: Una joven y problemática estrella de Hollywood hace lo imposible para escapar de los paparazzi mientras afronta las repercusiones de un atropello con fuga.
La paparazzi vs. la estrella de Hollywood
Si hay un episodio de Black Mirror (Temporada 6) que se ha ganado una (injusta) animadversión por parte de los seguidores más puristas de la serie ese es «Mazey Day». El relato sigue a Bo (Zazie Beetz), una joven paparazzi que realiza fotos comprometidas a famosos a cambio de unos pocos dólares que le permitan pagar el alquiler del piso compartido donde vive. Por otro lado, tenemos la cara opuesta de la moneda, Mazey Day (Clara Rugaard), la estrella del momento en Hollywood que acapara todas las portadas de revistas y parece llevar una vida de ensueño solo empañada por su adicción a las drogas. Eso es precisamente lo que una noche acabará provocando que tenga un accidente de tráfico en el que atropellará a alguien.
A partir de ahí, acuciada por las pesadillas y el remordimiento, Mazey abandonará el set de rodaje de una serie y desaparecerá por completo de la escena pública, convirtiéndose entonces en el objetivo número uno y el más cotizado para toda la prensa rosa. Eso coincidirá con la «retirada» de Bo que ahora trabaja en una cafetería al sentir que sus compañeros de alfombra roja han traspasado una línea moral invisible en la que son capaces de cualquier cosa por lograr la mejor foto, incluso denigrar o insultar al famoso de turno. Pero el dinero fácil es un reclamo poderoso para los seres humanos y la posibilidad de ser la primera en conseguir la ansiada foto de Mazey hará que inicie una investigación que le llevará a adentrarse hasta un aislado centro de rehabilitación convertido en fortaleza.
Es interesante ese planteamiento inicial de contrastes entre el camino inverso y en paralelo de dos mujeres que viven en mundos antagónicos. Tirando de estereotipos caricaturescos, hay una crítica feroz a la prensa carroñera que fácilmente podríamos emparentar con la genial Nightcrawler (Dan Gilroy, 2014), donde quedaba claro aquello de que «el morbo vende».
La avaricia es un demonio más peligroso que la tecnología
El capítulo nos habla sobre las consecuencias de nuestros actos desde ambos puntos de vista de las dos protagonistas. De ese modo, vemos como conducir bajos los efectos de las drogas causa el accidente que provoca todo lo que sucederá a posterior, pero también como una fotografía tomada por Bo a un famoso presentador para destapar su verdadera condición sexual acaba motivando el suicidio del hombre. La vulnerabilidad humana ante la presión mediática conecta levemente a este episodio con la pesimista visión tecnológica habitual en la serie. Es cierto que parece estar ambientado en los años 90, pero queda claro que su discurso es extrapolable a una sociedad actual dominada por la sobreinformación en redes que a menudo se llenan de peligrosas fake news donde el impacto de la noticia está por encima de la culpabilidad/inocencia de la persona.
Con solo 40 minutos de duración muy bien aprovechados, este denostado episodio es capaz de exponer todo eso con contundencia y, además, regalarnos un sorprendente giro de guion que descolocará al más pintado. Muchos no lo han entendido porque conecta el universo tecnológico de Black Mirror con seriales ochenteros más adscritos al cine de género puro, es decir, aquí hay menos de ciencia-ficción sesuda y más terror de Serie B. Es una apuesta arriesgada que parece no haber gustado demasiado aunque aquí funcione de maravilla como una metáfora sobre la bestialidad humana y sobre cómo la avaricia nos puede transformar en alguien distinto. El punto de vista predominante del capítulo es el de Bo, una chica se nos presenta con un código ético más desarrollado que sus compañeros de profesión, pero ¿será capaz de resistirse a tomar una foto moralmente reprobable que podría hacerle rica?
Demonio 79 (Demon 79)
Dirección: Toby Haynes (Andor, Utopia)
Guion: Charlie Brooker y Bisha K. Ali
Intérpretes: Anjana Vasan, Paapa Essiedu, Katherine Rose Morley, Nicholas Burns.
Duración: 75 min.
Sinopsis: Norte de Inglaterra, 1979. Una tímida dependienta se ve obligada a cometer actos horribles para evitar un desastre inminente.
Una comedia sobrenatural menos original de lo que aparenta
El capítulo final de Black Mirror (Temporada 6), en general, ha hecho más gracia a la gente que a mi. «Demonio 79», al igual que «Mazey Day», propugna por ese giro temático que abre nuevas posibilidades en la serie y que, al mismo tiempo, puede alejarle de todo aquello que la hizo diferente. En esta ocasión, con un tono humorístico pueril, se nos relata la historia de Nida Huq (Anjana Vasan), una inmigrante hindú que trabaja como dependienta de una zapatería en el Reino Unido thatcheriano de finales de los años 70. Desterrada a comer en el sótano por culpa del racismo de una compañera en la tienda, Vicky (Katherine Rose Morley), la chica encontrará allí una runa talismán de aspecto ancestral que alberga un demonio en su interior, un ser sobrenatural que le instigará a cometer asesinatos si quiere evitar que un apocalipsis acabe con la humanidad.
Al no tomarse en serio a sí mismo, el capítulo pasa por encima de temas sociopolíticos interesantes que podrían conectar esa realidad con todo lo que está sucediendo actualmente en Europa (la discriminación racial contra los inmigrantes, el ascenso populista de los nacionalismos, el riesgo de una tercera Guerra Mundial, etc), pero no llega a profundizar en ninguno de ellos. El humor surrealista se potencia cuando el demonio cambia su terrorífica apariencia y cornamenta por el aspecto molón que tenía el cantante Bobby Farrell de Boney M, alguien muy popular en la televisión de entonces y que atrae físicamente a la protagonista cada vez que lo ve cantando «Rasputin».
Aunque a primera vista el argumento pueda parecer algo original, lo cierto es que el guion termina siendo un remedo entre el espíritu irreverente de aquellas comedias familiares sobrenaturales de principios de siglo como Al diablo con el diablo (Harold Ramis, 2000) o Little Nicky (Steven Brill, 2000), sumándoles la idea del sacrificio homicida para salvar el mundo ya abordada por Paul Tremblay en la novela «La cabaña del fin del mundo» que fue recientemente llevada a la pantalla por el genial M. Night Shyamalan en Llaman a la puerta (2023) y, claro, este episodio de Black Mirror (Temporada 6) pierde en todas las comparaciones. Un cierre discreto para una temporada irregular que podría suponer un cambio definitivo en el rumbo que tome la serie de cara al futuro.
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«Al no tomarse en serio a sí mismo, el capítulo pasa por encima de temas sociopolíticos interesantes que podrían conectar esa realidad con todo lo que está sucediendo actualmente en Europa (la discriminación racial contra los inmigrantes, el ascenso populista de los nacionalismos, el riesgo de una tercera Guerra Mundial, etc), pero no llega a profundizar en ninguno de ellos»
Yo creo que es un capítulo que se toma en serio a sí mismo bastante en serio. La crítica del capítulo al neoliberalismo, el neofascismo y el racismo que les es propio es contundente. En este sentido, por ejemplo, la escena entre el candidato conservador y la protagonista en la zapatería es escalofriante. De algún modo, ella se convierte en una terrorista en contra de ese futuro político de fascismo y extinción que avizora.
Black Mirror siempre fue una serie sobre dispositivos tecnológicos, sólo que esta vez amplía su mirada hacia el pasado con cámaras fotográficas, cintas de videocassette, réplicas anacrónicas y runas. El avance sobre el pasado desplaza a la serie de la distopía y la ubica, en particular en su último capítulo, en la ucronía, que es el de mayor impacto emocional.
Y siempre apreciaré la irrupción del humor, a veces el mejor vehículo para la descripción de lo terrible, como en el primer epísodio.
En resumen, una gran temporada.
Las series antológicas conllevan siempre debates sobre los episodios que más gustan y los que no. Respecto a este último que comentas me alegro que a ti te haya entusiasmado, lamentablemente a mi me aburrió pese a tener sobre el papel un material con múltiples posibilidades para hablar sobre todo lo que cuentas. Creo que quisieron abarcar demasiados temas sin centrar el tiro y que el tono no es el adecuado (no porque sea humorístico, Chaplin o Kubrick hicieron sátira política de manera muy inteligente). Mi impresión personal es que el guion escrito fue perdiendo su esencia y volviéndose más ligero durante la adaptación a la pantalla, por ejemplo, la idea inicial era que el demonio fuera un punk cuyo aspecto intimidaba a la chica para empujarle a cometer los crímenes. Muchas gracias por compartir tu análisis y ofrecer una visión distinta a la mía desde la reflexión. Un saludo!