Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
La maternal
De todos los procesos de transformación que atravesamos los seres humanos, el de madurar es acaso el más fascinante y el que más misterios encierra. Resulta relativamente fácil entender todos los cambios biológicos que acompañan el crecimiento desde un punto de vista orgánico, la ciencia se ha encargado de explicar el desarrollo de un ser humano desde su estado de recién nacido a la niñez, de ahí a la adolescencia, la edad adulta y la senectud. Pero definir el estado de madurez psicológica y emocional de una persona es mucho más complejo y espinoso. Para empezar porque no todos maduramos a las mismas edades ni alcanzamos la madurez al mismo tiempo para todas las esferas de la vida. Todos conocemos eternos inmaduros que suman varias décadas de vida y adolescentes capaces de tomar decisiones, adquirir responsabilidades o adaptarse a situaciones difíciles con una entereza y seguridad admirables.
Carla (Carla Quílez) tiene catorce años y está muy lejos de ser lo suficientemente madura para ser madre, el caso es que las circunstancias de la vida la ponen en la tesitura de repetir la misma experiencia vital de su joven madre soltera (Ángela Cervantes): verse abocada a una maternidad para la que no está preparada en absoluto. La entrada en escena de los servicios sociales la llevará a “La maternal”, una casa de acogida para madres menores de edad en la que convivirá con otras jóvenes adolescentes en la misma situación y, poco a poco, irá tomando conciencia, entre otros muchos hallazgos vitales, de lo que supone ser madre.
Pilar Palomero demostró en su ópera prima, la premiadísima Las niñas, un talento especial para mirar en el interior de un grupo de niñas en el comienzo de su vida, su revelación como directora se apoyaba en un abordaje sutil, una mirada limpia y una puesta en escena realista y cercana al espectador. Virtudes que mantiene y amplifica en La maternal, su segundo film que se estrena ahora en salas de toda España tras su paso por el Festival de San Sebastián donde su joven protagonista, la debutante Carla Quílez, obtuvo el premio de interpretación. Premio que no podrá recibir en los próximos Goya por la absurda norma de la Academia de Cine española de prohibir las nominaciones a menores de 16 años. Y lo cierto es que la joven Carla Quílez está de premio (a mejor actriz revelación) del mismo modo que lo estaba, hace un par de años, la aún más joven Andrea Fandos, protagonista de Las niñas. Otro mérito que apuntar a Pilar Palomero: su capacidad para encontrar y dirigir a jóvenes actrices debutantes sobre las que hace recaer todo el peso narrativo de sus films.
En La maternal se dosifica con mesura el componente dramático con el tono desenfadado, divertido incluso, en el que se desarrollan muchas de las secuencias cuando, a partir de la primera media hora de película, la acción se desplaza a lo que les ocurre a estas jóvenes interpretadas por actrices debutantes y no profesionales de las que Palomero consigue una naturalidad pasmosa. Todo lo que ocurre es tratado con sensibilidad y cercanía, pero manteniendo el pudor a la hora de exhibir los sentimientos de las protagonistas, no hay ningún subrayado, ningún tono aleccionador ni ningún discurso. Algo muy de agradecer en estos tiempos en los que determinados asuntos se abordan con demasiada frecuencia en tono panfletario.
Si hay un pero que ponerle a La maternal es su duración, el metraje se alarga hasta los 122 minutos cuando lo mismo podría haber sido contado, y bien contado, en veinte minutos menos que podrían haberse quedado en la mesa de montaje. Entiendo que tiene que ser muy difícil (y doloroso) descartar secuencias que se han conseguido con tanto trabajo y en el que las jóvenes actrices dan lo mejor de si mismas, pero la realidad es que en el conjunto del film, algunas resultan demasiado reiterativas y la película se beneficiaría de una mayor concisión.
Ya me he referido al sobresaliente trabajo de Carla Quílez que va, además, mejorando a medida que avanza el metraje. Hay algunos momentos en los que Pilar Palomero deja la cámara suspendida sobre su rostro mientras las cosas acontecen a su alrededor y lo que brota en la pantalla es oro puro. Del resto del reparto lo más destacable es la interpretación de Ángela Cervantes que da vida a la madre de Carla manejando registros amplísimos en un personaje tan aborrecible como querible en diferentes momentos del film.
En conclusión, es un firme y coherente paso más en la hasta ahora breve filmografía de Pilar Palomero, en mi opinión La maternal llega más lejos que Las niñas tanto en robustez argumental como en la madurez cinematográfica de una directora que se ha ganado por derecho propio que esperemos con expectación sus próximos pasos.
La maternal
Qué gusto que el cine español dé estos frutos.