jueves, marzo 28, 2024

Tom of Finland

Falo, pito, manubrio, polla, culebra, rabo, miembro, pirulo, verga, mástil, pija, pistola, banana, cipote, plátano, sable láser, pepino, volcán cárnico, cañón, joystick, chorra, minga, manija, palanca de cambios, tranca, palo, anaconda, salchicha, manguera, corneta, piruleta, soldadito, pajarito… todas son formas de llamar al pene. Hay que naturalizar la palabra pene como hay que naturalizar su visionado en pantalla grande o en cualquier variedad artística, y Tom of Finland consigue contarnos de una manera natural y sin complejos, independientemente de la sexualidad de cada espectador, la historia de un artista cuyas ilustraciones de hombres homosexuales musculosos, libres y desinhibidos dieron la vuelta al mundo y lo convirtieron en un icono de la revolución gay. 

Es habitual encontrarnos películas de artistas de renombre, casi de cualquier arte (música, pintura, escultura, arquitectura, danza, poesía,…), en las que nos cuentan sus orígenes, su evolución y cómo lograron llegar a ser reconocidos hasta nuestros días. Estas películas suelen tener un valor casi didáctico, pero Tom of Finland va más allá, y logra también enseñarnos mucho más sobre nosotros mismos, sobre la evolución del ser humano y sus prejuicios en lo que respecta a la homosexualidad, y mostrarnos fríamente una sociedad que todavía tiene mucho que cambiar.

Crítica completa aquí.

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