Las críticas de Daniel Farriol:
Siempre es invierno
Siempre es invierno es una comedia dramática española que está escrita y dirigida por David Trueba (Saben aquell / Madrid, 1987), adaptando su novela homónima «Blitz». Miguel, arquitecto paisajista, viaja a Bélgica con su novia Marta para participar en un congreso. Allí se precipita el final de su relación y tras la ruptura con su pareja decide quedarse a solas unos días más para tratar de recomponer su futuro. Roto y desubicado, Miguel conoce a Olga, una mujer que trabaja como voluntaria en el congreso de arquitectura.
Está protagonizada por David Verdaguer, Amaia Salamanca, Isabelle Renauld, Jon Arias, Vito Sanz, Naiara Carmona, Carla Nieto y Violeta Rodríguez. La película se estrenó en España el día 7 de noviembre de 2025 de la mano de BTeam Pictures.

Naturalidad para reflejar el paso del tiempo
En Siempre es invierno, el cineasta David Trueba se adapta a sí mismo, transformando su novela corta «Blitz» en imágenes y, lo más controvertido, añadiendo un epílogo de carácter más resolutivo que en el libro. La metáfora de un arquitecto cuyo vida sentimental se desmorona, se nos cuenta a través de diálogos llenos de humor e ironía que invitan a reflexionar sobre la fragilidad de nuestra existencia y sobre cómo influye el paso del tiempo en nuestras relaciones personales. La película se ve fácil, es amena y divertida, aunque también resulta forzada en muchos momentos en su búsqueda de la naturalidad o cuando el autor pretende transmitir sus pensamientos más allá de la coherencia interna de la historia que nos cuenta.
La trama se centra en Miguel (David Verdaguer), un arquitecto paisajista, bastante pesimista y de porte melancólico. Acude junto a su novia, Marta (Amaia Salamanca), a una convención en Lieja, para realizar la presentación de un proyecto arquitectónico en un concurso al que asisten importantes arquitectos de todo el mundo. Su trabajo consiste en un parque lleno de relojes de arena que invita a la meditación en un mundo que va demasiado deprisa. Es evidente la analogía con su propia vida, un hombre que siente que la madurez le ha llegado demasiado pronto y que no ha consumado sus sueños de juventud, ni a nivel personal ni a nivel profesional.
El personaje de Miguel parece escrito expresamente para Verdaguer, un excelente actor que ha encontrado su zona de confort en el naturalismo y utilizando su sentido del humor en situaciones dramáticas. El encanto del personaje es más mérito del actor que del guionista porque Miguel, en realidad, es bastante plasta.

Una historia de personajes
El viaje a Lieja marca un punto de inflexión en su vida. Marta provoca la ruptura de la pareja y él decide quedarse solo en Lieja, sin saber qué hacer. Allí, sin nadie a quien recurrir, encuentra el refugio emocional que necesita en Helga (Isabelle Renauld), una mujer francesa que le dobla en edad y que trabaja en el congreso de arquitectura.
Trueba plantea esa relación intergeneracional como el verdadero núcleo de la historia y se propone desafiar los prejuicios y tabúes que existen en la sociedad respecto a la sexualidad de (y con) personas mayores. Lo consigue a medias, la relación es creíble hasta cierto punto, se entiende por la necesidad de ambos de hallar un consuelo emocional y un refugio a su soledad, pero pierde credibilidad cuando se muestra como algo más consistente y duradero (no porque no pueda suceder en la vida real sino por las propias características de los personajes).
Siempre es invierno es una película sencilla y agridulce que combina con acierto la comedia y el drama, mirándose en el espejo de Woody Allen o Billy Wilder, pero cayendo en un ensimismamiento introspectivo más propio del mundo literario que cinematográfico. Los personajes están por encima de la historia y no son suficientemente atractivos o empáticos para lograr la implicación emocional del espectador. El título original de la novela, «Blitz», es un término bélico alemán que podría traducirse como «relámpago», una manera de reflejar lo efímero de la vida y, también, las sacudidas inesperadas que nos obligan a replantearnos el futuro, los cambios abren nuevas posibilidades. De esa manera, la película funciona mejor en la incertidumbre que en las certezas, por eso sorprende la decisión de incorporar ese final en Palma de Mallorca, tan inverosímil como postizo.

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