viernes, septiembre 26, 2025

73 SSIFF. Sección Oficial. Crítica de ‘Nuremberg’: Infame revisita a los juicios de Nuremberg

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Sección Oficial
Nuremberg

Me produjo cierta alegría enterarme que había una nueva película que iba a ocuparse de los juicios de Nuremberg. Tengo una sentida devoción por Vencedores o vencidos (Judgment at Nuremberg, 1961), la obra maestra de Stanley Kramer y un agradable recuerdo de la estimable miniserie canadiense que protagonizó Alec Baldwin a principios de siglo con este mismo título de la ciudad alemana de Nuremberg. A pesar de los referentes, no me pareció mal un nuevo acercamiento si volvía a tratar el tema con rigor y profundidad.

Se trata aquí de la adaptación (con guion del propio director del film, James Vanderbilt) del libro (no ficción), “El nazi y el psiquiatra” (The Nazi and the Psychiatrist, 2013) de Jack El-Hai que narra la relación entre el psiquiatra del ejército estadounidense Douglas M. Kelley y varios de los principales líderes nazis juzgados en Núremberg tras la Segunda Guerra Mundial.

Lamentablemente, en la segunda secuencia del film, nos damos cuenta de que no estamos ante una película seria cuando el personaje protagonista, Douglas Kelley, es presentado en el tren de llegada a Nuremberg interpretado por un Rami Malek hipervitaminado y pueril practicando juegos de magia con una baraja en un tren para seducir a una joven periodista (de que es periodista nos enteraremos más tarde). Poco después descubrimos que se trata de un psiquiatra del ejército estadounidense al que se ha citado en Nuremberg con la misión de evaluar la salud mental de los altos cargos nazis capturados (Hermann Göring y Rudolf Hess entre otros) para tratar averiguar si están en condiciones de ser juzgados y, particularmente, de evitar, que se suicidasen antes del juicio.

Todo suena falso e impostado en una puesta en escena efectista a pesar de que, eso sí, el diseño de producción (localizaciones, escenografías, vestuario) es de altura. Vanderbilt, que ha firmado un guion muy superficial, dirige sin saber hacia dónde quiere conducir su película. Al principio, parece debatirse entre hacer una película histórica ocupándose de los hechos que dieron lugar al primer juicio de la justicia penal internacional o, como hará finalmente, centrarse en la relación entre el psiquiatra (Malek) y Göring (Russell Crowe), una relación inquietante y ambigua, en el que la fascinación que, por lo visto, sintió Kelley ante Göring es mostrada con un exceso de efectismo gestual (sobran primeros planos) y un grave defecto de introspección de los personajes.

Aunque el reparto es de relumbrón, el resto de personajes aparecen desdibujados en su mayor parte cuando no gravemente desaprovechados. Poco sabemos del juez que interpreta Michael Shannon y que ejercerá, como fiscal, la acusación por el lado estadounidense, pero menos aún del fiscal británico interpretado por Richard E. Grant a pesar de que luego el guion le reservará un momento relevante en la resolución del juicio (otro golpe de efecto, en definitiva). Las presencias de John Slattery, Colin Hanks y Leo Woodall también caen del lado desaprovechado, pero peor suerte corren los personajes femeninos que son un mero adorno incluyendo el de la periodista que ha desaparecido desde el principio del film para reaparecer (a explicar la película) en el tercio final del film, cuando se trata del juicio.

Un juicio filmado sin tensión, sin emoción, sin pulso, sin ritmo, dejándolo todo a merced de una banda sonora enfática e invasiva (no solo en el juicio, durante todo el film). Eso sí, Vanderbilt, a pesar de haber renunciado a realizar una película histórica, no se priva (dejando de nuevo clara su apuesta por el efectismo) de incluir las imágenes reales de las grabaciones obtenidas en los campos de exterminio, esas imágenes crudísimas que todos hemos visto (o deberíamos) con cuerpos famélicos desnudos humillados por la barbarie y la crueldad nazi o cadáveres siendo removidos con máquinas excavadoras hacia fosas comunes.

En cuanto a las interpretaciones es tristísimo constatar la decadencia de Russell Crowe, uno añora a aquel actor vibrante y tenso, lleno de matices y con magnetismo para la pantalla. El gladiador se ha convertido en un actor decadente y desganado que utiliza mínimos recursos interpretativos para salvar (siendo generoso) su papel. No puede decirse lo mismo de Rami Malek, un actor muy endeble que ha sido encumbrado por realizar una meritoria imitación de Freddy Mercury. Imitar, personalizar a alguien famoso apoyado en una caracterización prodigiosa, tiene un mérito que no voy a discutir, pero no podemos confundir eso con interpretar, si así fuera, José Mota debería tener tres Óscar. Lo que hace Malek aquí es sencillamente sonrojante. Si en un festival se diera un premio a la peor interpretación estaríamos ante el gran favorito.

Nuremberg

2

Puntuación

2.0/10

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