Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Sección Oficial
Franz
La veterana realizadora Agnieszka Holland aborda en su nueva película la figura del escritor checo Franz Kafka. Y lo hace mediante una suerte de biopic atípico en el que juega con diferentes líneas narrativas, momentos temporales y suertes del estilo cinematográfico.
Hay una parte que podríamos catalogar como biopic clásico, académico incluso, en el que predomina un aspecto visual formal y una ambientación cuidada en todos los aspectos estéticos, pero incluso en esta parte más historicista, Holland se permite jugar con el lenguaje cinematográfico rompiendo en algunos momentos la cuarta pared a través de personajes que hablan directamente a cámara. Se nos muestran aquí fragmentos de la infancia de Franz Kafka, de su primera juventud y del final de su vida víctima de una tuberculosis a los cuarenta años.
En esta parte que, en conjunto, ocupa la mayoría del metraje, la trama se centra en la relación de Kafka con su familia, en particular con su castrante padre (Peter Kurth), con su pusilánime madre y con su hermana a la que parecía estar muy unido, también en los inicios de su perezosa vocación como escritor (un escritor al que no le gusta escribir) y en el surgimiento de sus obsesiones, luego tan presentes en sus obras, particularmente con todo lo que encarnaba feminidad.
Tenemos, intercaladas con el metraje, secuencias oníricas en las que se trata de dar vida a algunos fragmentos de sus obras. Estas secuencias son las menos conseguidas del film pues ni logran tener un corpus estético propio ni transmiten nada de la complejidad argumental ni narrativa del autor de «El proceso» o «La metamorfosis», tan solo parecen querer incidir en sus obsesiones pero de un modo un tanto deslavazado y confuso.
Finalmente (o no), hay momentos en los que Agnieszka Holland nos trae al presente, a la Praga de 2025 donde Kafka es un recurso turístico de primer nivel como podría ser el sirtaki en Atenás, la Torre Eiffel en París o la paella en Valencia. De hecho, no escatima información como cuál es la proporción de palabras escritas sobre Kafka en relación con las palabras escritas por Kafka (no retuve el dato), las visitas al Museo Kafka de Praga, o la cantidad de llaveros, camisetas y demás souvenirs que se venden cada día para consumo de masas de gente que, probablemente, no hayan leído ni una sola página de la obra del autor checo.
Franz Kafka es interpretado por el debutante Idan Weiss apoyándose con firmeza en un muy razonable parecido físico y una exquisita caracterización. También a Agnieszka Holland parece hacerle gracia el parecido pues apunta su cámara con mucha frecuencia hacia el rostro del joven actor. Se advierte cierto cariño de la directora por el escritor que se traduce en mala leche cuando saca el lado más crítico con esta globalización insana que confunde la cultura con el turismo.
Aunque en conjunto se antoja una película irregular y no hay nada particularmente brillante ni molesto, los méritos consiguen opacar a las decisiones más cuestionables y el resultado es una película estimable que se ve con agrado, aunque no deje mucho poso ni salgamos sabiendo mucho más sobre Kafka. La solución parece estar como nos dice, airada, la directora del film en leer más. A Kafka… a Cervantes…
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