viernes, noviembre 14, 2025

73 SSIFF. Sección Oficial. Crítica ‘Dos pianos’: Sobre amores desgarrados y miedos escénicos

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Sección Oficial
Dos pianos

El veterano realizador francés Arnaud Desplechin presenta en Dos pianos un drama con (al menos) dos planos narrativos articulados alrededor de sus personajes principales. En uno de los planos tenemos una reflexión sobre las renuncias, fundamentalmente personales, que debe realizar un instrumentista virtuoso para desarrollar una carrera musical exitosa como solista y en otro plano se desarrolla una historia de amor que, tras su abigarramiento y aparente complejidad no es más que un triángulo amoroso (bastante clásico) con dos amigos enamorados de la misma mujer y ella, quizá de diferentes maneras, enamorada de los dos.

Y como esas cosas solo se arreglan (o se parchean) con distancia, uno de los dos vértices masculinos, el joven pianista Mathias (François Civil) se borró hace tiempo yéndose a Japón a dedicarse a la enseñanza musical que, por lo visto, es el premio de consolación para los que no logran hacer carrera como solistas. Esto ocurrió para desesperación de su mentora Elena (imponente Charlotte Rampling), una veterana y prestigiosa pianista que había puesto en Mathias los ojos para que fuera su sucesor. Cuando años después Elena proyecta su retirada, invita a Mathías a viajar a París para dar un concierto juntos (dos pianos) como despedida. Este regreso (temporal) a París supondrá una serie de desgarrados encuentros, sorprendentes descubrimientos y reapertura de heridas que no estaban bien cerradas.

El problema es que el guion del propio Desplechin y Kamen Velkovsky no desarrolla en profundidad la primera de las líneas argumentales y se excede en la segunda con algunas secuencias demasiado desgarradas emocionalmente y un tratamiento un tanto forzado de las reacciones de sus personajes sustentadas por unas decisiones de guion difícilmente creíbles.

La chica de la historia Claude (Nadia Tereszkiewicz), es insegura, inmadura y con escasas habilidades sociales; cuando se fue Mathias se casó con Pierre (Jeremy Lewin), el otro vértice del triángulo, que ahora es galerista de arte y tienen un niño pequeño al que los guionistas hacen entender, razonar y hablar como un hombre hecho y derecho. Algunas de las conversaciones que mantiene con los personajes adultos son indigeribles. Como difícil de tragar es lo que ocurre, de la noche a la mañana, para que el camino entre Mathias y Claude se despeje.

A partir de ahí asistimos a una colección de reproches, sentimientos de culpa y remordimientos que unas veces desembocan en pasión y otras en ira pero siempre con una exaltación del amor que roza el histerismo. El conato de misterio con la aparición del niño (pretensiones hitchcocknianas incluidas) no dura ni cinco minutos y el resto de los personajes son meros accesorios de guion. Ni la madre de Mathias, también música, (Anne Kessler), ni la supuesta mejor amiga de Claude Judith (Alba Gaïa Bellugi), ni siquiera Max, el agente de Mathias, (Hippolyte Girardot) tienen un desarrollo acorde al potencial que podrían jugar en la historia y al talento de los actores que los interpretan y uno, como espectador, se pregunta cosas tan peregrinas como para qué necesita un agente un docente de música que ha renunciado a ser solista internacional.

En cuanto al primero de los planos narrativos que apuntamos en el primer párrafo, la cosa es todavía más decepcionante. Lejos de profundizar en la soledad de los concertistas de éxito que se pasan la vida viajando, en las dificultades para tener una vida familiar o sentimental reconfortante o en la lucha interna con el ego, Desplechin nos despacha un par de secuencias bastante arquetípicas sobre el pánico escénico.

En conclusión, Dos pianos es un film de notable realización, con buenos intérpretes y un atractivo material de partida que se desintegra víctima de un guion demasiado forzado al que le hubieran venido bien un par de reescrituras más reposadas. El final, eso sí, es resuelto con una solución argumental elegante y coherente que, al menos, no deja mal sabor de boca.

Dos pianos

6

Puntuación

6.0/10

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