Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Sección Oficial
Couture
Una jovencísima (casi una cría) chica procedente de Sudán del Sur a través de Kenya que, huyendo de la guerra y sin que su padre lo sepa, llega a París para ganarse la vida como modelo participando en la Semana de la Moda (Anyier Anei). Otra joven procedente de Zaporiyia, una de las ciudades ucranianas más golpeadas por la guerra también trata de abrirse camino como modelo viajando por Europa. Una maquilladora (Ella Rumpf) que se gana la vida como freelance con una agenda de eventos apretadísimos tal que si uno se retrasa no llega al siguiente mientras, en realidad, sueña con convertirse en escritora. Otra joven (Garance Marillier) trabaja como costurera, en jornadas interminables, rematando los detalles más delicados de los trajes y vestidos que saldrán a la pasarela.
Una directora estadounidense de películas de terror de bajo presupuesto (Angelina Jolie) en plena crisis matrimonial se encuentra con la oportunidad profesional de su vida de dirigir una película que abrirá el gran evento de la moda parisina, pero es diagnosticada de un cáncer cuyo tratamiento no puede esperar a regresar a Estados Unidos. Un hombre que trabaja en la producción del evento (Louis Garrell) sin que nada parezca ilusionarle demasiado. Un médico francés (Vincent Lindon) con escasas dotes de comunicación con los pacientes que se encuentra con el “marrón” de diagnosticar, informar y tratar a una paciente americana fuera de su hogar.
Con todos estos, a priori, interesantísimos personajes, la directora francesa Alice Winocour ha escrito y dirigido Couture, una película de pretensiones corales en la que trata de abordar infinidad de temas de gran envergadura. Personajes y temas son lo suficientemente atractivos como para ocupar el protagonismo y el núcleo argumental de una película propia, pero Winocour fracasa en el intento de amalgamarlos en un film con mucho mejores intenciones que resultados.
Couture no funciona ni como retrato de la dureza (y frivolidad) del mundo de la moda, ni como crónica del desarraigo de las jóvenes que tratan de abrirse camino en él huyendo de durísimas condiciones de vida, ni como drama médico o existencial de una mujer en plena crisis vital (confluyen divorcio, cáncer y la oportunidad profesional de su vida), ni como ensayo sobre la incomunicación humana en la época en la que más comunicados parecemos estar.

Todo es tratado con exasperante superficialidad, de tal forma que de ninguno de los personajes llegamos a saber gran cosa en profundidad y todas las derivas argumentales se quedan en pinceladas gruesas que precisarían un mayor refinamiento de escritura. Y el problema parece radicar, precisamente en un guion cuyos pecados son un exceso de ambición y un defecto de desarrollo de las diferentes líneas narrativas.
Y es una lástima porque el envoltorio es atractivo, la producción es de altura y el conjunto de intérpretes es sólido, brillante incluso en algunos momentos. Angelina Jolie, con estatus de estrella en esta coproducción francesa-estadounidense, está sobria y elegante en su intento de vencer la frialdad de un mundo aparentemente hostil en un momento personal crítico, pero no acaba de conmover. Los personajes de Louis Garrell y Vincent Lindon son meramente funcionales en el guion y ninguno de los dos puede hacer mucho más que cumplir su función tirando de talento.
En cuanto a los personajes femeninos más corales es en los que más se echa de menos un mayor desarrollo de guion, las vidas de la costurera, la maquilladora y las jóvenes modelos son meramente abocetadas y hemos de conformarnos con vislumbrar de lejos sus emociones, miedos, ambiciones y sueños.
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