THERE’S SOMETHING IN THE BARN
Dirigida por: Magnus Martens
Intérpretes: Martin Starr, Amrita Acharia, Jeppe Beck Laursen
País: Noruega
Oficial Fantàstic Competición
Sinopsis: Una familia estadounidense cumple el sueño de volver a sus raíces tras heredar una cabaña remota en las montañas de Noruega. Ahora bien, les espera una sorpresa. En el granero de la casa vive un duende con muy malas pulgas.
Nuestra opinión: There’s Something in the Barn es una comedia navideña que recupera el espíritu ochentero de Gremlins (Joe Dante, 1984), pero cambiando a los mogwais por gnomos de granja. La familia protagonista son unos estadounidenses que emigran hasta la fría Noruega, con todos los problemas de adaptación que les conlleva, especialmente a la hija adolescente. Eso se utiliza con humor en el guion para explotar los tópicos culturales y los contrastes de comportamientos entre ciudadanos de ambos países, con una fórmula parecida a la utilizada en las exitosas Bienvenidos al Norte (Dany Boon, 2008) u Ocho apellidos vascos (Emilio Martínez-Lázaro, 2014).
La película tiene, pues, un tono familiar que pretender acercarla al gran público, aunque en su parte final haya cabida para escenas sangrientas que también están funcionando aquí con el público joven de Sitges. La historia es previsible, muchos gags se ven venir de lejos, y los personajes principales están definidos en base a estereotipos familiares, incluyendo el hijo pequeño que se hace amigo de un gnomo con malas pulgas. Se nota que el director Magnus Martens ha repasado al dedillo los VHS de su infancia para homenajear aquel cine de entretenimiento vinculado al fantástico que ahora cuesta más encontrar. There’s Something in the Barn es una película simpática y divertida que en Sitges ha encontrado una morada idónea.
MONOLITH
Dirigida por: Matt Vesely
Intérpretes: Lily Sullivan, Ling Cooper Tang, Erik Thomson
País: Australia
Noves Visions
Sinopsis: Una periodista caída en desgracia intenta salvar su carrera recurriendo al mundo de los podcasts de investigación. Mientras trata de averiguar la procedencia de un extraño artefacto relacionado con una conspiración alienígena, la joven reportera iniciará un duro viaje de autodescubrimiento emocional.
Nuestra opinión: Monolith ha sido una de las más gratas sorpresas en lo que llevamos de Festival. Se trata de un filme de ciencia-ficción low-cost protagonizado por una sola actriz, espléndida Lily Sullivan, y que prácticamente transcurre en un único espacio. En ese sentido, nos ha recordado mucho al concepto que tenía una película española que precisamente vimos en Sitges el año pasado, La paradoja de Antares (Luis Tinoco, 2022), también estupenda, aunque posiblemente la mirada de Matt Vesely esté más cercana a The Vast of the Night (Andrew Patterson, 2019), debido a su acercamiento al abordar los desafíos del universo a través de la transmisión de la palabra.
Monolith es una película inteligente que utiliza el mundo de los podcast como una radio para las nuevas generaciones, con el mismo impacto que había antaño en la relación locutor-oyente. Si en 1938 fue Orson Welles quien aterró a sus oyentes con el episodio «Guerra de los mundos» de su serial radifónico «The Mercury Theatre on the Air» que muchos creyeron verídico, lo que quiere hacer la periodista protagonista de este filme es precisamente intentar hallar historias similares e igual de impactantes para que aumenten los oyentes de sus grabaciones. La posibilidad de conseguirlo queda abierta tras recibir un mensaje anónimo que la pondrá tras la pista de unos extraños eventos relacionados con un ladrillo negro, algo que también servirá para redescubrirle una parte de su pasado familiar olvidado que vinculará el discurrir de sus emociones con la solución del enigma a ese artefacto de presunto origen alienígena.
¿Qué significado tiene la piedra? Explicarlo aquí sería lo mismo que llamar al programa «Polvo de estrellas» para que Pumares nos diera su opinión sobre 2001: Una odisea del espacio en España (Stanley Kubrick, 1968), así que lo dejaremos al raciocinio de cada espectador, pero está claro que el significado entra en el terreno de lo alegórico igual que sucedía en Solaris (Andréi Tarkovski, 1972) u otros filmes de ciencia-ficción que siguieron esa estela de reflexión psicometafísica. Monolith es un filme más accesible que esas referencias citadas, pero podríamos decir que el sentimiento de culpa y la conciencia de clase estarían detrás del ADN con forma de jeroglífico del interior de esos misteriosos lingotes negros.
Monolith solventa sus carencias presupuestarias mediante una puesta en escena ágil y un guion lleno de giros dramáticos nunca gratuitos. El punto de vista de la protagonista es el mismo del espectador que irá descubriendo con ella los resultados y peligros de la investigación que lleva a cabo. La sutileza de las primeras dos partes entra en un terreno resbaladizo en su desenlace, pero aún ahí logra resultar convincente cuando los miedos adoptan una presencia física que se aleja de lo teórico. Monolith es una película pequeña que sorprende y te mantiene atento en todo momento apelando a lo desconocido.
APÉNDICE
Dirigida por: Anna Zlokovic
Intérpretes: Hadley Robinson, Emily Hampshire, Kausar Mohammed
País: Estados Unidos
Panorama
Sinopsis: Hannah es una joven diseñadora de moda cuyos sentimientos de inseguridad y autoodio comienzan a manifestarse en forma de un apéndice, cuyo crecimiento desmesurado pone en peligro sus relaciones, su trabajo y su vida en general.
Nuestra opinión: Apéndice comienza interesante como desvergonzado remedo entre Basket Case (Frank Henenlotter, 1982) y Maligno (James Wan, 2021), junto a elementos psicológicos extraídos de «El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde» de Stevenson, pero desgraciadamente, con el paso de los minutos, la trama va mutando hacia una revisión cutre de La invasión de los ultracuerpos (Philip Kaufman, 1978). La protagonista es una diseñadora de moda a la que le aparece un «gemelo fantasma» en el costado (que es también un Pepito Grillo cabroncete), algo que afectará a sus relaciones personales y profesionales.
El guion se pierde en sus giros absurdos y se toma demasiado en serio a sí mismo (exceptuando el estúpido plano final del chupete), dejando por el camino toda la mala leche implícita en la película de Henenlotter antes citada, pero claro, los 80 eran otros tiempos. Hadley Robinson hace un buen (doble) trabajo, pero se echa en falta más presencia de su Belial particular con esa somatización de la ansiedad y el estrés laboral en una sociedad que anhela la perfección por encima de la propia felicidad. Apéndice puede resultar entretenida para un público con poco bagaje en el cine casposo de videoclub, pero para los que vivimos esa época gloriosa de efectos artesanos y bizarrismo creativo, se nos queda muy corta.