Las críticas de Daniel Farriol:
La paradoja de Antares
La paradoja de Antares es un filme español de ciencia-ficción que está escrito y dirigido por Luis Tinoco. La historia se centra en una joven científica que está de guardia en el centro de control de un potente radiotelescopio la noche en que se recibe una señal que podría responder a una de las preguntas más trascendentales de la humanidad: ¿estamos solos?. Solo dispone de un par de horas para verificar que es real, pero un inesperado problema familiar le obligará a tomar una dramática decisión mientras intenta desvelar uno de los mayores misterios del universo.
Está protagonizada por Andrea Trepat (La llave de la felicidad, Todo parecía perfecto), Aleida Torrent, Jaume de Sans, David Ramírez, Ferran Vilajosana, Dermot Arrigan, Christian Avilés y Helena Carrión. La película tuvo su presentación oficial en el Festival de Sitges 2022. Se ha estrenado en cines de la mano de Con Un Pack el día 27 de Junio de 2023 y se puede ver en Filmin en agosto de 2023 en el marco de la décimo tercera edición de Atlàntida Mallorca Film Fest.
Un solo escenario y un solo personaje, pero mucha acción
El joven Luis Tinoco debuta en el mundo del largometraje con La paradoja de Antares, una estimable incursión en la ciencia-ficción lo-fi que aprovecha un único espacio de apenas 15 m² y con un solo personaje protagonista en escena para desarrollar una acción trepidante que combina lo físico y lo emocional sin que nunca llegue a resultar aburrida. Sin duda, es una buena manera de economizar gastos y de conseguir que una producción tan pequeña como esta pueda competir cara a cara contra películas de presupuestos superiores que aprovechan mucho peor sus recursos.
Aun siendo la ópera prima de su director, Tinoco no es un recién llegado a la industria cinematográfica y lleva muchos años forjándose una experiencia dentro del cine de género a través de Onirikal Studio, empresa especializada en VFX y animación 3D que él mismo fundó hace más de una década, con la que ha tenido la oportunidad de participar en proyectos internacionales tan potentes como Hellboy (Neil Marshall, 2019) y nacionales recientes como Irati (Paul Urkijo Alijo, 2022) o La niña de la comunión (Víctor García, 2022). Lo más curioso de todo es que para su primera película renuncia casi por completo a los efectos digitales.
El espíritu inherente a La paradoja de Antares revisa la ciencia-ficción de antaño con Encuentros en la Tercera Fase (Steven Spielberg, 1977) y Contact (Robert Zemeckis, 1997) a la cabeza, cuando los extraterrestres aún seguían estando de moda y el deseo de contactar con otras civilizaciones se mantenía intacto, una regresión cinéfila similar a la efectuada por otro filme independiente The Vast of Night (Andrew Patterson, 2019) que también situaba el primer contacto en una frecuencia de audio.
Dar respuesta a la gran pregunta
Entre todas las virtudes y sorpresas que hallaremos en La paradoja de Antares, son varias las cosas que hacen funcionar un filme donde se aúna lo puramente fantástico con su bienintencionado discurso acerca de la condición humana. Sin querer renunciar nunca al entretenimiento, la película reflexiona de manera profunda sobre la necesidad de aprovechar el momento presente para compartirlo con la gente que queremos antes de que sea demasiado tarde.
Lo primero que consigue el director para captar nuestra atención de principio a fin es hacer creíble la ambientación de su escenario principal. La historia nos sitúa en el centro de control de un observatorio astronómico, lleno de pantallas y botones, donde Alexandra Baeza (Andrea Trepat) es la encargada de guardia en monitorizar los sonidos captados por un gigantesco radiotelescopio. Esa noche captará una insólita señal acústica procedente de Antares, una estrella rojiza situada en la constelación Scorpio a más de 550 años luz del Sistema Solar, que podría revelar la existencia de otra civilización avanzada intentándose comunicar con nosotros.
Pero todo se complicará cuando casi al mismo tiempo reciba una llamada familiar que le obligará a decidir entre sus emociones internas y el deseo de dar respuesta a una de las preguntas más importantes de la humanidad: ¿estamos solos? (léase esta pregunta con el doble sentido existencial que adquiere la frase en la película).
Un guion inteligente y juguetón
El segundo aspecto a destacar de La paradoja de Antares es el excelente y generoso trabajo realizado por Andrea Trepat que debe vaciarse en escena para soportar sobre sus hombros todos los vaivenes emocionales por los que pasa su personaje. Le ayuda mucho tener un guion tan bien escrito que sabe lo que quiere comunicar en cada momento, alternando con inteligencia los momentos de angustia e incertidumbre con otros de recogimiento afectivo más íntimos que desembocarán en el emotivo desenlace.
La tercera cosa fundamental de esta notable película (probablemente me quede corto enumerando) es el ritmo ágil de una trama que proporciona constantes escenas de suspense dramático que casi podrían haber sido ideadas para un juego de Escape Room. Tinoco coloca a la protagonista en situaciones límite donde debe superar «pruebas», algunas de ingenio y otras de carácter más físico, que transformarán el paso de las horas en una emocionante carrera a contrarreloj en la que la chica deberá probar la existencia de vida extraterrestre sorteando diversos problemas técnicos u otros impedimentos burocráticos de la cadena de mando. El tiempo para hacerlo será limitado, la señal de Antares y los datos almacenados de tal hallazgo, podrían perderse para siempre debido a una tormenta que hace peligrar su conservación sin que a nadie parezca importarle.
En ese sentido, la película es muy juguetona y logra hacer pasar por creíbles situaciones absolutamente inverosímiles, sin dar respiro al espectador para así mantenerlo en vilo y que no tenga demasiado tiempo de analizar lo que sucede. La paradoja de Antares es una pequeña película (la definió así el propio director en su presentación en el Festival de Sitges) que nos regala una de las más grandes sorpresas del cine de género español de los últimos años.
¿Qué te ha parecido la película?
La paradoja de Antares
Independientemente de la película en sí, a quien tenga un poco de cultura espacial, vería que la señal es de hace 550 años (las señales electromagneticas viajan a la velocidad de la luz), y que la señal seria respondida, si fuese escuchada otros 550 años, 1000 años por ciclo de comunicación…
Que se vaya con su padre.. y que envíe a esas coordenadas el mensaje en otro momento. No hay urgencia y desmonta TODA la trama de la película (eso no le pasaba a interestelar).
Por eso el guion es increible y a quien lo sabe por muy bien que este hecha la película le pesa como para no ser buena película, un detalle que arruina todo el montaje posterior.
Por eso lo llaman ciencia-FICCIÓN, tal y como decía Godard «El cine es una mentira 24 veces por segundo». Saludos.