viernes, abril 19, 2024

Crítica de ‘La niña de la comunión’: «Está sola y tiene frío»

Las críticas de Daniel Farriol:
La niña de la comunión

La niña de la comunión (que tendrá como título Comunión con el Diablo en México y otros países latinoamericanos) es un filme español de terror que ha sido dirigido por Víctor García (Gallows Hill, Hellraiser: Revelations) y cuenta con guion de Guillem Clua (Los renglones torcidos de Dios, El inocente), adaptando una historia del propio director y Alberto Marini (Mientras duermes, Tu hijo). La trama nos lleva a la España de finales de los años ochenta cuando una adolescente se muda a un pequeño pueblo de la provincia de Tarragona y trata de encajar con los demás adolescentes del lugar. Una noche sale de fiesta a una discoteca y, de camino a casa, se encuentra con una niña que lleva una muñeca en la mano vestida de primera comunión. Es entonces cuando comienza la pesadilla.

Está protagonizada por Carla Campra (Feria: La luz más oscura, Sagrada familia), Aina Quiñones, Marc Soler, Carlos Oviedo (Las leyes de la frontera), Olimpia Roch, Maria Molins (Entrevías, Hijo de Caín), Xavi Lite y Anna Alarcón. La película tuvo su presentación en España dentro de la programación del Festival de Sitges 2022. Se ha estrenado en salas comerciales de la mano de Warner Bros España el día 10 de Febrero de 2023.

Todos los tópicos del terror en su propio beneficio

Reconozco que tenía nulas expectativas respecto a la película La niña de la comunión cuando fui a verla durante el Festival de Sitges 2022 y fue más por curiosidad que por ganas el que decidiera asistir a la proyección, sin embargo, tengo que decir que me lo pasé en grande durante su visionado. Se trata de una película tremendamente honesta en su acercamiento al cine de género, sin ínfulas ni pretensiones, algo que cada vez cuesta más encontrar incluso en los eventos de cine especializados en el terror o el fantástico como puede ser el propio escenario mediático de Sitges.

Víctor García demuestra su amor por el terror palomitero de toda la vida, mirándose sin complejos en el espejo de Hollywood y el warrenverso, para construir un relato de raíces patrias que entretiene a la audiencia utilizando todos los tópicos imaginables que han habitado el terror de las últimas décadas, por ejemplo, tendremos una muñeca malrollera, una maldición adornada con iconografía religiosa, la inevitable escena hitchcockiana en la ducha, unas protagonistas adolescentes en plena etapa de cambios hormonales, la niña-fantasma que requiere la atención de la protagonista para esclarecer un suceso del pasado o una escena en el interior de un pozo que parece sacada de un mítico J-horror… La niña de la comunión es todo eso y mucho más.

Así pues, lo que en otras películas parecidas supone un pesado lastre aquí se convierte en un gozoso viaje cinéfilo por aquellas películas de miedo que nos hicieron temblar de jóvenes. La propia ambientación ochentera de la historia nos transporta a una época donde no era necesario pedir perdón por hacer terror puro sin cortapisas autorales que te obligasen a incluir grandes reflexiones o un trasfondo de crítica social durante el desarrollo de la trama. No, aquí solo tenemos una maldición que retoma las leyendas urbanas que hay en todos los pueblos y que, en esta ocasión, está relacionada con la desaparición de una niña en el mismo día que hizo la comunión. Para aderezar el asunto contamos con la aparición de una muñeca de aspecto siniestro que buscará competir en nuestras pesadillas con la mismísima Annabelle.

Un director que domina el cine de género

Todo cobra sentido cuando analizamos un poco la trayectoria de quién hay detrás del proyecto. El joven director barcelonés Víctor García comenzó sus primeros pinitos en el cine como técnico de efectos visuales en la empresa DDT en películas de Guillermo del Toro o Paco Plaza, llegando a trabajar también en el equipo de maquillaje de Faust: La venganza está en la sangre (Brian Yuzna, 2000) de la Fantastic Factory, productora que abogaba por un estilo de películas que entroncan a la perfección con el espíritu que tiene La niña de la comunión.

Tras ese intenso aprendizaje técnico, fue su cortometraje El ciclo (2004) el que le llevó a ganar diversos premios importantes, incluido el Festival Screamfest de Los Ángeles, ciudad donde pasaría a residir una temporada para dirigir diversos proyectos de bajo presupuesto que podrían enmarcarse en lo que se denomina cine de explotación con secuelas bastardas como Return to House on Haunted Hill (2007), Reflejos 2 (2010), Hellraiser: Revelations (2011) o el spin-off en formato de miniserie 30 días de oscuridad: Blood Trails (2007), tal vez, su película más conocida hasta la fecha sea Gallows Hill (2013). Foguearse en proyectos de ese calibre, sin duda, le ha permitido labrarse un conocimiento de los mecanismos que rigen el género para ponerlos en práctica de manera muy eficaz en La niña de la comunión.

Además, el director une fuerzas esta vez con dos de los guionistas más audaces del cine español actual, Guillem Clua y Alberto Marini, en cuyos currículos encontramos trabajos junto a autores como Oriol Paulo o Balagueró que son algunos de los que mejor saben utilizar el género en nuestro país sin renunciar a un enfoque comercial de corte generalista.

Un terrorífico viaje a los años 80-90

El filme tiene buen ritmo y una atmósfera adecuada que funciona gracias a la acertada ambientación escénica que se complementa con una banda sonora que es puro revival verbenero donde se incluye desde la mítica «Lobo Hombre en París» de La Unión hasta el himno de la ruta bacaladera «Así me gusta a mí (Esta sí… Esta no)» de Chimo Bayo. Un viaje a los años 80-90 en toda regla.

De ese modo, ese se convierte en uno de los grandes aciertos que tiene la película, el adaptar el cine de terror típicamente hollywoodiense a la idiosincrasia propia de nuestro país en un ejercicio de género que busca encontrar su autenticidad e iconografía sin por ello renunciar a la raíces del Fantaterror que sirvió para educar nuestra mirada adolescente, es decir, lo que hace Víctor García es seguir la estela marcada por Paco Plaza, Jaume Balagueró o Álex de la Iglesia, cada uno con su propio estilo, en la actualización e internacionalización del terror hispano de toda la vida.

La niña de la comunión no inventa nada nuevo ni tampoco lo pretende, tan solo quiere hacernos pasar un buen rato a todos los espectadores que se acerquen a ella sin complejos, en especial, a todos aquellos nostálgicos del terror que busquen una película bien hecha que repita los códigos habituales del género, pero alejándose todo lo posible de las pretensiones del terror elevado que marcan la tendencia actual.


¿Qué te ha parecido la película?

La niña de la comunión

6.9

Puntuación

6.9/10

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