Las críticas de Daniel Farriol:
Los renglones torcidos de Dios
Los renglones torcidos de Dios es un thriller dramático español dirigido por Oriol Paulo (El inocente, Contratiempo), que también coescribe el guion junto a Guillem Clua (La piel en llamas, La niña de la comunión) y Lara Sendim (La riera, El cor de la ciutat), adaptando la novela de Torcuato Luca de Tena («La mujer de otro», «La otra vida del capitán Contreras»). La historia sigue a Alice Gould, una investigadora privada que ingresa voluntariamente en un hospital psiquiátrico simulando una paranoia para investigar un posible asesinato cometido en el centro. Sin embargo, la realidad a la que se enfrentará en su encierro superará sus expectativas y pondrá en duda su propia cordura.
Está protagonizada por Bárbara Lennie (El agua, El desorden que dejas), Eduard Fernández (Mediterráneo, Mientras dure la guerra), Loreto Mauleón (La quietud en la tormenta, Express), Pablo Derqui (Dos, Dime quién soy), Javier Beltrán, Federico Aguado, Adelfa Calvo y Francisco Javier Pastor. La película se presentó en España dentro de la programación del Festival de San Sebastián 2022. Se ha estrenado en salas comerciales de la mano de Warner Bros España el día 6 de Octubre de 2022. Añadida al catálogo de Netflix el día 9 de Diciembre de 2022.
Una adaptación correcta de una novela inolvidable
Los renglones torcidos de Dios era una de las películas españolas más esperadas de la temporada, ya que la novela que adapta y que fue escrita en 1979 por Torcuato Luca de Tena se ha convertido en una de las lecturas favoritas de mucha gente, entre ellos yo mismo que quedé fascinado por un relato lleno de intriga que te obliga a devorar sus páginas hasta el final. Así pues, el reto para Oriol Paulo de llevarla a la gran pantalla y contentar a todos los lectores era mayúsculo (como suele ocurrir con todas las adaptaciones de best sellers). Existe una adaptación previa del libro que desconocía hasta escribir estas líneas y que haré lo posible por recuperar, fue realizada en México por Tulio Demicheli en 1983, no tengo muchas más referencias acerca de su fidelidad a la novela.
Durante su presentación en el marco del Festival de San Sebastián tuvo una recepción bastante tibia e incluso algunas voces de la crítica la vapulearon. Sin embargo, considero que el director catalán sale airoso del entuerto, logrando construir un thriller dinámico en sus 154 minutos de duración que pone en imágenes las peripecias detectivescas del maravilloso personaje Alice Gould que aquí adquiere las facciones del rostro de Bárbara Lennie. No se me ocurre mejor elección para interpretar a alguien que debía aglutinar un porte de elegancia y distinción, ser capaz de fascinar a hombres y mujeres con una sola mirada y que, al mismo tiempo, se mostrase siempre misteriosa y con resquicios de comportamiento que hicieran dudar sobre su propia cordura.
¿Quién es Alice Gould?
Para los que no conozcan la historia original, hay que comentar que la trama de Los renglones torcidos de Dios nos sitúa en el interior de un centro psiquiátrico en el que están ubicados enfermos mentales de toda índole y categoría, algunos de ellos muy peligrosos y violentos. Hay que tener claro desde el inicio que la película no pretende ser un retrato naturalista de este tipo de instituciones sino que el escenario sirve como marco idóneo para desarrollar una historia de suspense sujeta a la imprevisibilidad de las actitudes de algunos internos que son caracterizados más en base a estereotipos físicos (un gigante, un enano, los gemelos oligofrénicos…) que a historiales clínicos realistas.
En la primera escena (igual que en la novela), Alice Gould llega acompañada de un hombre a las puertas del centro para ingresar voluntariamente aduciendo que padece paranoia. Poco a poco, iremos descubriendo que la mujer guarda muchos secretos y que, en realidad, se trata de una investigadora privada diplomada que ha ingresado en el hospital haciéndose pasar por loca para descubrir si la muerte de uno de los internos fue un asesinato encubierto por los propios dirigentes del centro. Durante sus pesquisas en las que requerirá la ayuda de algunos internos, se sembrará la duda sobre su propia identidad y, también, sobre la posible implicación en el crimen de varios doctores y pacientes. ¿Dice Alice la verdad? ¿Es quién dice ser? ¿Le han tendido una trampa para que no pueda volver a salir de allí? ¿Es el director del manicomio cómplice de un asesinato?
Giros de guion imposibles que funcionan
Oriol Paulo realiza una adaptación pulcra y de buen acabado técnico que se centra en los aspectos más lúdicos de la enrevesada trama de Los renglones torcidos de Dios, cuyas páginas ya de por sí están repletas de giros imposibles que no dan respiro al lector. Se hace, pues, una aproximación que deja de lado el aspecto más psicológico o realista de la novela, hay que tener en cuenta que estamos en un medio de expresión distinto donde la acción externa y lo visual prevalecen a la acción interna o introspectiva que es más fácil de captar en las páginas de un libro.
Sin embargo, en este caso, importa menos que en otros dado que la propia novela es muy cinematográfica y propone al lector un carrusel constante de emociones contadas en primera persona donde se nos hace dudar en todo momento de la veracidad de los acontecimientos que se van sucediendo o de cuando Alice dice la verdad o miente. La diversión del espectador de la película será proporcional a la capacidad que tenga de entrar en ese juego de verdad-mentira y viceversa.
Si algo me molesta en el cine de género actual, ya sean thrillers o terror, es la necesidad de muchos directores de querer sorprender al público con triquiñuelas que modifican la actitud de los personajes a mitad de una película o que dejan agujeros de guion que no se justifican en los sucesos inesperados que nos muestran después. Por suerte, eso es algo que no pasa aquí porque precisamente lo que caracteriza a la novela adaptada fielmente por Oriol Paulo y Guillem Clua es que consigue atar a la perfección cada uno de los giros argumentales que, ya os adelanto, son infinitos.
Suspense para todos los públicos
No será la película del año, pero Los renglones torcidos de Dios es un disfrute palomitero que hará las delicias de los amantes del suspense y/o películas del estilo Shutter Island (Martin Scorsese, 2010) o Asylum: El experimento (Brad Anderson, 2014). Es cierto que la localización en la que acontece la acción hubiera necesitado mayor truculencia para insuflarle fuerza o recrear una atmósfera opresiva que se acercara al terror para superar los altibajos durante su extenso metraje, supongo que el director ha preferido apostar por algo que llegue a un mayor espectro de público, una puesta en escena que bebe directamente del cine negro clásico.
Por ejemplo, me sobran los flashbacks/flash forwards que se intercalan durante el primer acto como anticipo del clímax final (uno de ellos), ya que ralentizan y sobre explican la acción. Creo que hubiera funcionado mejor mantener el foco exclusivamente en el punto de vista de Alice para así lograr una mayor identificación del espectador con el personaje.
Los renglones torcidos de Dios es un filme de suspense entretenido y comercial que te mantiene atento a la pantalla mediante su juego de cajas sorpresas. Los diálogos parecen extraídos de una novela policíaca de Agatha Christie o similares en su búsqueda para desentrañar una verdad que cambia constantemente de disfraz. Es posible que se convierta en un nuevo pelotazo del director en China y el mercado asiático donde su cine funciona de maravilla, tal vez, por tener menos prejuicios que aquí. De hecho, quedé muy sorprendido en el Festival de San Sebastián con la cantidad de haters que tiene Oriol Paulo y que esperaban su nueva película con las uñas afiladas, críticos sesudos y rancios que aún se creen que el cine de género no está al mismo nivel que otros.
¿Qué te ha parecido la película?