El subgénero no escrito de ‘Dos’
¿Un juego de escape o una pesadilla enfermiza?
Dos es una propuesta tan curiosa como original. Fue toda una sorpresa balsámica encontrarse con ella dentro de la programación del Festival de Málaga 2021 en la sección Zonazine que es donde tienen cabida los trabajos más alternativos de una parrilla de películas que suele apostar más por un cine comercial y poco arriesgado. Por temática y puesta en escena se podría decir que es más de “estilo Sitges”.
Dos combina el tono juguetón de una Escape Room organizada por el perverso Jigsaw con el tono pesadillesco y surrealista de un experimento enfermizo que pondría cachondo al mismísimo Dr. Heiter de El ciempiés humano (Tom Six, 2009). El film tiene a partes iguales humor negro, drama psicológico e intriga con elementos gore. La verdad es que poco más se le puede exigir a un producto modesto que sucede casi íntegramente en el interior de una habitación y con una planificación basada en muchos primeros planos de los actores. La directora barcelonesa Mar Targarona filma con pericia un ejercicio de género con muy mala leche que aprovecha sus ajustados 70 minutos para crear suficiente tensión y misterio alrededor de la situación principal. No era fácil evitar caer en la sensación de corto alargado y Dos lo logra.
Una analogía inversa de nuestros tiempos
Dos tiene una loca y precipitada deriva final que no acaba de cerrar su historia todo lo satisfactoriamente que nos hubiera gustado, pero tampoco es un desastre absoluto y ese final aporta algunas ideas e imágenes perturbadoras que oxigenan la trama del encierro habitacional. Para que una película de estas características funcione es imprescindible la entrega absoluta y generosidad de sus protagonistas Pablo Derqui y Marina Gatell. No debió ser fácil un rodaje en plena pandemia en el que debían estar constantemente desnudos y pegados el uno al otro. Así que funciona como una analogía inversa sobre los tiempos que nos ha tocado vivir con la consabida distancia social y la necesidad de evitar el contacto físico incluso con nuestros seres queridos. Verlos en pantalla en esa tesitura resulta ahora aún más asfixiante si cabe.
Las limitaciones del espacio son también las mayores limitaciones de que adolece la historia. Aún así los guionistas entre los que se encuentra Cuca Canals, habitual colaboradora del cine de Bigas Luna, aportan picante a una relación de rechazo-acercamiento que no elude algunos momentos desagradables de body horror cronenbergiano cuando los desconocidos intentan separarse por todos los medios. Tal vez se hubiera podido jugar más en el aspecto estético con el tema de la dualidad para reafirmar las tesis planteadas en su parte final, pero aún así la película es una nueva muestra del talento que su directora ya mostró en la notable El fotógrafo de Mauthausen (2018). Dos es claustrofóbica y divertida, también provocadora y sensual. Como idea, una buena canción para cerrar los créditos hubiera sido el «Pegado a ti» de Los Planetas.
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un trullo de pelicula, malísima