Las críticas de Daniel Farriol:
In the Court of the Crimson King
In the Court of the Crimson King es un documental musical británico que está escrito y dirigido por Toby Amies (The Man Whose Mind Exploded). Se trata de un retrato de la banda de rock progresivo «King Crimson» durante una gira en la que se conmemoraba los 50 años de su creación. Liderada todo este tiempo por Robert Fripp, el músico se afana en compartir una metodología de trabajo que convierte a su banda en una forma de vida que va mucho más allá de su música.
Cuenta con la participación y los testimonios del propio Fripp, junto a Bill Bruford, Adrian Belew, Jakko M. Jakszyk, Mel Collins, Tony Levin, Bill Rieflin, Jeremy Stacey, Pat Mastelotto, entre otros. La película se ha estrenado en España a través de la plataforma Filmin el día 6 de Julio de 2023.
Una banda pionera del rock progresivo de los años 70 que lleva más de 50 años encima de los escenarios
King Crimson es una banda de rock sinfónico o progresivo que fue fundada en el año 1968 por Robert Fripp (guitarras acústica y eléctrica), Greg Lake (voz, bajo), Ian McDonald (instrumentos de viento y teclados), Michael Giles (percusión) y Peter Sinfield (letras). Su álbum de debut se tituló «In the Court of the Crimson King», al igual que este documental realizado por Toby Amies, salió a la luz en 1969 e incluía las míticas canciones: «21st Century Schizoid Man», «I Talk to the Wind», «Epitaph», «Moonchild» y «The Court of the Crimson King». Sin embargo, el éxito que obtuvo el disco y su influencia posterior en el mundo de la música no impidió que McDonald y Giles decidieran dejar el grupo tras la gira de presentación, a los que seguiría poco después el abandono de Lake.
El alma máter de King Crimson, el Rey Carmesí, siempre fue Robert Fripp durante los más de 50 años que ha estado activo. El resto de la banda ha ido sufrido en todo ese tiempo una constante transformación o, si se prefiere, evolución, que incorporaba a pasajeros temporales, nuevas incorporaciones de otros grupos e incluso propiciaba el regreso de miembros antiguos que volvían a reengancharse. Al menos en tres ocasiones se tomaron una pausa que parecía determinar la desaparición definitiva del grupo, pero King Crimson siempre ha renacido cual Ave Fénix de sus cenizas para reinventarse mediante giros teatrales que llevaban su música a explorar nuevos sonidos a lo largo de los 13 álbumes de estudio que llevan grabados (a los que hay que sumar recopilatorios y discos en vivo).
Para entender esa ristra de cambios y abandonos en una banda tan influyente en la historia del rock, hay que detenerse en la peculiar personalidad de su líder, un hombre obsesivo y perfeccionista en su manera de entender la música que siempre lleva al límite a sus compañeros de viaje, por eso muchos no soportan la presión. Y es que King Crimson no es solo una banda de rock, es una filosofía de vida. In the Court of the Crimson King se convierte en una ventana abierta que nos permite fisgonear sobre su metodología de trabajo.
El virtuosismo del rock progresivo
Lo primero que hay que decir es que In the Court of the Crimson King no hace justicia a la importancia que ha tenido King Crimson en la música contemporánea. Se trata de un documental desenfadado y caótico que ni siquiera se toma la molestia de ordenar cronológicamente las historias que relata. De ese modo, el público que no conozca los antecedentes, la historia del grupo o los miembros que la integraron no entenderá del todo la importancia de algunos testimonios que narran sus experiencias traumáticas tocando en la banda. Toby Amies y su cámara se convierten en un personaje activo efectuando una pirueta de cinéma vérité en la que interactúa con sus entrevistados, por ejemplo, recibiendo «cariñosos» exabruptos por parte de Fripp que de manera recurrente le requiere para que haga las preguntas adecuadas.
El documental aprovecha la excusa de la gira que realizó la banda en su 50º aniversario para convertir a King Crimson en una especie de secta del virtuosismo. Su metódico líder ensaya varias horas al día para seguir mejorando como si se tratase de un atleta en busca de un récord mundial, él cuenta a cámara que un solo día sin ensayar repercute negativamente en la actuación de esa noche. Todo eso requiere de un trabajo de disciplina cuántica que adopta aspectos de la filosofía espiritual para provocar una conexión interior del individuo con la música que interpreta/escucha (lo vemos en las reacciones extasiadas del público que asiste a los conciertos). Por eso, no es de extrañar que entre sus adeptos más fieles aparezca una monja que considera la música de King Crimson como una manera de acercarse a Dios, por decirlo de alguna manera.
Para las nuevas generaciones que no hayan escuchado nunca un disco de rock progresivo hay que comentar que se trata de un estilo musical único derivado de la fuerza rítmica del rock psicodélico unido a la complejidad melódica de la música clásica y la inclinación hacia la improvisación del jazz. Las canciones tienen compases irregulares y una estructura compleja que puede alargarse hasta los más de 23 minutos que tiene «Lizard», con letras en formato de cuento juglar que tienen un carácter filosófico o existencialista. Otras bandas coetáneas a King Crimson fueron Genesis, Yes, Pink Floyd, Camel o Emerson, Lake & Palmer, por citar algunas, cada una con sus propias características musicales. Por desgracia, las exigencias del mercado y la banalización sufrida por la música actual no deja espacio para este tipo de virtuosos en el presente.
Los sonidos del silencio
In the Court of the Crimson King es un documental-testimonio que sirve para conocer mejor los entresijos de la metodología de trabajo de Robert Fripp, un entrañable déspota que muestra aquí su cara más amable a través de un humor british bastante sarcástico. Es curiosa la frase de presentación del músico en la que dice que «mi experiencia más profunda ha sido con el silencio» y, de hecho, esa cita entronca a la perfección con un plano sostenido al cierre del documental donde asistimos a un momento de verdadera emoción en su rostro.
No esperes que el documental se ocupe de contar la historia del grupo ni profundizar en sus composiciones, apenas escucharemos breves fragmentos de los conciertos. El director Toby Amies prefiere concentrarse en entrevistas espontáneas o escenas de backstage para desentrañar de manera deslavazada cómo es la cotidianidad de los mitos. Para ello, utiliza una cámara urgente que no siempre encuentra la mejor manera expresiva de armar un discurso narrativo cohesionado y acaba resultando repetitivo. A pesar de eso, In the Court of the Crimson King será un regalo para todos los seguidores de la banda y, también, para cualquier aficionado a la música.
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