martes, abril 16, 2024

Centenario Alain Resnais: Crítica de ‘Amar, beber y cantar‘ (2014)

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Amar, beber y cantar

Por tercera vez en su carrera, Alain Resnais recurrió a su admirado dramaturgo británico Alan Ayckbourn para adaptar una de sus obras teatrales a la pantalla. Tras “Intimate exchanges” y “Private fears in public places” que respectivamente dieron lugar a Smoking/No Smoking (1993) y Asuntos privados en lugares públicos (2006), Resnais optó esta vez por “Life of Riley” la cual adaptó, nuevamente bajo su pseudónimo Álex Reval y junto a su amigo Laurent Herbiet con el título Amar, beber y cantar, título que toma prestado del célebre vals de Johann Strauss «Wein, Weib und Gesang» Op. 333 que, con cierta frecuencia, es incluido en el programa del Concierto de Año Nuevo de Viena.

Resulta paradójico que la que finalmente sería su última película sea un auténtico canto a la alegría de vivir, a los amores presentes y pasados y a desembarazarse de cualquier tipo de nostalgia por el paso del tiempo que Alain Resnais filmó con la sabiduría y madurez del nonagenario que era y el ímpetu de un joven que empieza su andadura cinematográfica. Amar, beber y cantar es la culminación de su permanente experimentación con el lenguaje cinematográfico y con la fusión entre cine y teatro cuyas formas de expresión ha llegado a amalgamar como casi ningún otro cineasta. En Resnais, el teatro adquiere formas cinematográficas sin perder su naturaleza de obra dramática y el cine experimenta nuevas formas fílmicas sin reducirse nunca a ser meramente “teatro filmado”.

Al comienzo del film, Resnais nos sitúa en el mapa y lo hace literalmente, el plano va acercándose hacia un mapa del Reino Unido que en un curioso zoom termina encuadrando la ciudad de York donde sucede la historia, a continuación nos dará un breve paseo por la ciudad que supondrá prácticamente el último contacto que vamos a mantener con escenarios reales hasta el final de la película, el resto del metraje, a imitación de escenografías teatrales, se desarrollará en unos decorados a base de telones, cartonajes y vegetación con un cuidadísimo sentido de la estética que servirán para recrear todos los espacios en los que se van a desarrollar cada una de las escenas que componen la obra, las cuales se delimitan con planos de ilustraciones urbanas que prefiguran el lugar al que nos va a dirigir a continuación. Amar, beber y cantar mantiene además la división en actos del texto de Ayckbourn que Resnais subraya con unos intertítulos con letras blancas sobre fondo negro que nos informan del paso de las estaciones a lo largo de las cuales avanza la trama.

Desde esta narrativa presuntamente clásica (nada más clásico que la división en actos y escenas), Resnais da una nueva y postrera lección de puesta en escena al tiempo que desliza un discurso fílmico nada convencional en el que realidad y ficción se funden con tanta sutileza que, en ocasiones, algunos personajes confunden los momentos de ensayo con su propia vida y se dirigen uno a otro sin saber si viven o interpretan. La disyuntiva entre “tiempo muerto” y “tiempo habitado” es uno de los muchos momentos memorables de esta película que hará las delicias de todos los amantes del teatro.

En Amar, beber y cantar, Resnais vuelve a contar con su musa (y esposa) Sabine Azéma y con su querido amigo André Dussollier. Se echa en falta a Pierre Arditi, otro de los actores predilectos de Resnais, partenaire de Azéma en la mayoría de las películas que ambos compartieron y que aquí es sustituido por Hippolyte Girardot. Completan el reparto Michel Vuillermoz, Sandrine Kiberlain y Caroline Silhol. Estos seis intérpretes dan vida a los seis personajes presentes de la obra, los otros personajes, los ausentes, incluido el propio Riley que da título a la obra, no aparecerán nunca y sólo sabremos de su existencia por lo que de ellos se diga.

Colin (Hippolyte Girardot) y Kathryn (Sabine Azéma) son un matrimonio que ensaya una pieza teatral de un grupo aficionado local que van a protagonizar junto a Tamara (Caroline Silhol) que a su vez está casada con Jack (Michel Vuillermoz). Todos, en mayor o menor medida están relacionados con el ausente George Riley (cuyo apellido da título a la obra original). La exmujer de Riley, Monica (Sandrine Kiberlain) y su nuevo novio (André Dussollier) completan la galería de personajes de esta obra coral en la que el amor, con sus diferentes disquisiciones, vuelve a ser el tema central.

En Amar, beber y cantar todo gira alrededor de un personaje al que nunca veremos en imagen, el profesor Georges Riley cuya misteriosa enfermedad (terminal) y sus arbitrarias decisiones determinan los extraños comportamientos de los seis personajes de la obra. Los personajes femeninos se sienten repentinamente atraídos hacia él provocando los celos y sus consiguientes sospechas de infidelidad de los personajes masculinos.

Como se anticipó unos párrafos más arriba, el incansable experimentador Resnais juega con las formas fílmicas buscando nuevos caminos, aquí se inventa unos primeros planos (para los monólogos largos) que abandonan el fondo sobre el cual se desarrolla la escena para aparecer sobre un fondo blanco rayado que imita a las viñetas de los cómics con lo que, por el mismo precio, rinde homenaje al noveno arte del que tan aficionado era.

Resnais consigue que todo el artificio de una puesta en escena tan arriesgada funcione, además de por el fabuloso trabajo actoral, por una concepción estética muy coherente en la que se funden los decorados de Jacques Saulnier (director artístico de Resnais en más de diez películas) con las ilustraciones de Blutch (pseudónimo de Christian Hincker, uno de los dibujantes de cómic franceses más importantes de finales del siglo XX) y la dirección de fotografía de Dominique Bouilleret que hace verdadera magia con la iluminación y el encuadre consiguiendo que funcionen secuencias de más de tres minutos sin un solo corte.

La separación entre las diferentes secuencias, que se corresponden fielmente con las escenas del texto teatral, son puntuadas por breves planos de coches recorriendo la carretera que separa cada una de las cuatro localizaciones (cuatro jardines) en las que se desarrolla la acción y con imágenes reales de los edificios que se funden en el plano con ilustraciones de los mismos obra del citado Blutch. Resnais mantiene así su creatividad con el montaje para hacer que las secuencias no se sucedan una detrás de otra de una manera mecánica, algo que ya hizo, por ejemplo, en El amor ha muerto con aquellos planos negros con motas blancas acompañados de la música de Hans Werner Henze, en On connaît la Chanson con las medusas superpuestas a los personajes, en Asuntos privados en lugares públicos con los breves planos de nieve cayendo que se deslizaban entre secuencia y secuencia o en Las malas hierbas con las imágenes de hierbas creciendo de forma salvaje entre el asfalto.

En sus dos últimos largometrajes, quizá previendo que podrían ser “el último”, Resnais termina la película con un funeral al que acuden todos los amigos del fallecido, como si quisiera filmar de un modo metafórico su propio funeral.  En Aún no has visto nada, la troupe de actores convocados por su director Antoine d’Anthac acuden a su entierro; en Amar, beber y cantar, todos los personajes (amigos y amantes de Riley) acuden a depositar una flor a su tumba en una curiosa secuencia que Resnais filma con un plano picado. Tras el mismo, comienza a sonar la grabación de la canción Aimer, boire et chanter que, sobre la música del vals de Johan Strauss que da título a la película, escribió Lucien Boyer en 1935 y que fue cantada por el tenor Georges Thill.

Es nuestra razón de existir,

necesitamos tener en la vida

una dosis de locura.

Bienaventurados los que cada día

se emborrachan de vino y amor.

Y con una canción,

llenan la casa de alegría.

Amar, beber y cantar participó en el Festival de Berlín de 2014 donde obtuvo el galardón de la FIPRESCI y el Premio Alfred Bauer. Tres semanas después de su proyección en Berlín, Alain Resnais fallecía en París el 1 de marzo de 2014 a los 91 años.

A pesar de su avanzada edad, en el momento de su muerte, Resnais trabajaba en la preparación de una nueva película basada en «Arrivals & Departures» otra obra de Alan Ayckbourn.


Amar, beber y cantar no está disponible en ninguna plataforma en la actualidad, sin embargo, existe en España una edición en DVD de Cameo, desprovista de extras pero con buena calidad de imagen y sonido. La edición únicamente incluye la versión original francesa con subtítulos en español.

Amar, beber y cantar

8

Puntuación

8.0/10

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