Las críticas de David Pérez «Davicine» en CinHomo 2018:
La hora de la merienda
No son pocas las veces en las que un cortometraje sirve para hablar de un tema de actualidad y a la vez funciona como denuncia social, pero en esta ocasión no sólo se centran en el «abandono» sufrido por los ancianos por parte de sus «interesados» hijos, sino también sobre el trato a aquellos que no se sienten del sexo con el que nacieron, construyendo una historia que indaga en las soledades de tres personajes encerrados en el microcosmos de un piso.
En La hora de la merienda, Chela, recientemente viuda, acaba de llegar a una ciudad donde no conoce a nadie, para estar más cerca de su hija. Pero ésta no le hace ni caso. Para sobrellevar la soledad bebe a escondidas. Un día conoce a su vecina, Elena, a la que invita a merendar. Pronto se harán grandes amigas. Lo que no sabe Chela es que Elena, en realidad, es Jaime.
Con guion de Amos Milbor, Alba González de Molina Soler, licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid, dirige este cortometraje tras haber realizado en 2016 el largometraje Julie, que se alzó con los galardones a Mejor Ópera Prima y Biznaga de Plata a mejor actriz de reparto en el Festival de Cine de Málaga.
Cruz Rodríguez del Rosario, María de Vigo y Félix de León dan vida a los tres personajes protagonistas de esta historia de angustia y soledad, donde cada personaje (madre, hija y vecino) tienen sus propios problemas, muy diferentes entre ellos, pero que los aíslan de la sociedad a su manera. Destaca Cruz Rodríguez en el papel de la viuda que solo busca algo de compañía y cercanía de su hija, y alrededor de la cual giran todas las situaciones que sirven de reflejo de la soledad humana y en donde nada es lo que aparenta ser.
A nivel visual, la sensación de angustia y soledad de los protagonistas es reforzada por la atmósfera creada, con un gran juego de la luz, y planos reposados y muy cercanos, tanto de rostros como de manos, pero siempre centrando la atención sobre los propios personajes.
La buena relación entre la viuda y su «vecina» contrasta con los malos modos de la hija con su madre, dejando patente que no siempre recibimos el cariño de quienes más esperamos, de la misma forma que la viuda muestra el respeto y la cordialidad que el vecino se merece, y que no siempre recibe en los tiempos que corren…
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