- Boyhood, de Richard Linklater
En ella el espectador no se siente como un voyeaur que echa un vistazo a la intimidad de la vida ajena, tampoco tiene la impresión de estar en un experimento del cine dogma. Boyhood es un ojo sensible que se fija en la belleza de los momentos que habitualmente nos pasan de largo.
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El gran hotel Budapest, de Wes AndersonLlena de detalles que la hacen especial y dejan una sonrisa tonta (de haber pasado un buen rato) y un dulce sabor de boca (casi se podrían paladear los pasteles de Mendl), y que, aunque algunos lo nieguen, influirá a otros directores y a otras películas. Puede que no sea una película para el gran público, pero será apreciada y memorable para el buen público.
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Orígenes, de Mike CahillNos trae un título que invita a cuestionarnos lo increíble, a sumergirnos en hechos que escapan de lo conocido y lo probable y a debatir si la realidad está en aquello que podemos comprobar a través de nuestros ojos.
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A propósito de Llewyn Davis, de Ethan Coen y Joel CoenUn canto a la supervivencia de las clases medias que también encierra, bajo el relato lineal de una semana en la vida de Llewyn, una importante carga de simbolismo en una odisea (odisea es la palabra exacta) llena de inconvenientes, descubrimientos y oportunidades para enmendar errores del pasado.
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Her, de Spike JonzeUn intento victorioso de hacer de una historia con tintes de ciencia ficción, el reflejo de la belleza que existe en lo ordinario, en el día a día que a menudo vivimos de manera automática. Cabe preguntarse si no seremos nosotros las máquinas, y Samantha el verdadero ser humano.
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Perdida, de David FincherEl director recupera el espíritu de las mejores películas del maestro del suspense Hitchcock, con unas historias delictivas interesantes, unos personajes oscuros y complejos, unos giros argumentales esperados e inesperados, un falso culpable (o no), una falsa víctima (o no), cualquier opción es posible, porque nada es lo que parece. Y esa es una de las grandezas de este género cinematográfico.
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Camino de la cruz, de Dietrich BrüggemannA pesar de que poder ser criticada por ofrecer una crítica de un blanco fácil, también puede servir para reforzar algunas creencias con su moraleja final, pues hay cierta ambigüedad en el planteamiento, pero nada de ésto debe evitarnos que veamos en esta película un gran drama exquisitamente ejecutado. Aunque incluye momentos ocasionales de humor mordaz, es una impresionante experiencia cinematográfica más bien oscura, que hará las delicias de los puristas del arte y ensayo.
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Dallas Buyers Club, de Jean-Marc ValléeÇTiene los tres Oscar que se merece. La interpretación sublime de Matthew McConaughey logra la identificación plena con el público, que bien puede despreciarlo, comprenderlo o admirarlo pero no puede evitar vivir como propia la lucha por la supervivencia y los avatares del protagonista; esa batalla que arroja al espectador dentro de una historia que le conmueve y le importa como si la padeciera en primera persona.
- Interstellar, de Christopher Nolan
Tras resucitar al caballero oscuro en el cine y demostrar que, cuando quiere, puede crear maravillas cinematográficas que no dejan indiferente a nadie (como Memento u Origen), Christopher Nolan se atreve a mirar a las estrellas y ofrecer una oda a los viajes galácticos y un homenaje a los conquistadores. Un argumento que es un tremendo círculo perfecto de casi tres horas donde casi todas las tramas y escenas están explicadas e interconectadas…
- Dos días, una noche, de los hermanos Dardenne
Un retrato del amor y de la amistad, y los hermanos Dardenne esbozan la relación entre Sandra y Manu, así como su amistad con una compañera de trabajo. ¿A quién le importa el final de la película, si están en contra de ella o no? Dos días, una noche es un mensaje claro de bondad, pero también nos dice que la lucha siempre vale la pena, sea cual sea el resultado. Incluso si pierde Sandra, ya ha ganado.
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