miércoles, octubre 8, 2025
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Póster de ‘Un gran viaje atrevido y maravilloso’, con Colin Farrell y Margot Robbie

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un gran viaje atrevido y maravilloso

Ya podemos disfrutar del póster oficial de Un gran viaje atrevido y maravilloso, un drama romántico dirigido por Kogonada que llegará a los cines el próximo día 19 de septiembre de la mano de Sony Pictures.

¿Qué pasaría si pudieras abrir una puerta y atravesarla para revivir un momento decisivo de tu pasado? Sarah y David son dos solteros que se conocen en la boda de un amigo común y, pronto, por un sorprendente giro del destino, se embarcan en Un gran viaje atrevido y maravilloso, una aventura divertida, fantástica y arrolladora en la que reviven juntos momentos importantes de sus respectivos pasados, descubriendo cómo han llegado a donde están en el presente… y posiblemente teniendo la oportunidad de cambiar el futuro de ambos.

La película está protagonizada por Margot Robbie y Colin Farrell, con Kevin Kline y Phoebe Waller-Bridge completando el reparto principal.

Un gran viaje atrevido y maravilloso

Crítica de ’Léolo’: Los ochocientos golpes

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Léolo

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Léolo

“Porque sueño, yo no lo estoy”

Por paradójico que suene, me resulta particularmente difícil escribir sobre las películas que de una forma u otra han moldeado mi afición al cine hasta el punto de dar forma a mi mirada cinéfila y, desde ahí, pegadas a algo tan volátil como los recuerdos, quedarse para siempre viviendo en mi memoria sentimental. Vi Léolo por primera vez hace treinta y tres años en una edición inolvidable de la SEMINCI de Valladolid en la que se alzó con la Espiga de Oro y todavía no he olvidado la conmoción, el aturdimiento emocional y la congoja que me sobrecogió durante la proyección y mucho tiempo después.

No es sencillo contar sobre qué va Léolo, ni tiene, tampoco, ningún sentido hacerlo. Baste decir que es un viaje emocional de un director de cine a la infancia, a su infancia, como tantos que en la historia del cine han sido desde Los 400 golpes de Truffaut o el Fanny y Alexander de Bergman hasta las más recientes Belfast de Kenneth Branagh, Fue la mano de Dios de Sorrentino o Los Fabelman de Spielberg.

Pero lejos de la idealización de estos tres últimos ejemplos o del rigor estilístico de Bergman, lo que el canadiense Jean-Claude Lauzon hizo en Léolo emparenta más con la sufrida infancia del Antoine Doinel alter-ego de Truffaut, pero más sufrida, más descarnada, más sórdida, más dolorosa aún.

Léolo es ante todo un canto poético a una huida, la de su joven protagonista de su propia familia infectada de locura a la que él mismo define como un abismo. Un abuelo que flirtea con la pedofilia, un padre obsesionado con el tránsito intestinal, dos hermanas dementes y un hermano vigoréxico amedrentado por el miedo. Tan sólo su oronda madre, que tampoco es un dechado de lucidez, le dedica algún pequeño destello de ternura. Léo Lozeau es un niño que, a pesar de no haber salido nunca de su mugriento barrio de Mile-End en Montreal, está convencido de haber sido engendrado en el vientre de su madre por un tomate fecundado por un labriego siciliano, se hace llamar Léolo Lozone y vive perdidamente enamorado de su joven vecinita Bianca a quien su imaginación ha transmutado en una doncella italiana.

Y Lauzon escribe y dirige Léolo desde el convencimiento de que aunque en la vida adulta pueda haber otras maneras de huir de una realidad lacerante, desde la infancia solo puede huirse desde la imaginación, ya sea consciente o ensoñada. “Porque sueño, yo no lo estoy” repite una y otra vez la hermosa voz de Gilbert Sicotte en las veces de un narrador que no es si no el propio Léolo hablándonos desde algún lugar de la memoria. Y es desde ahí, desde la memoria de sus sueños, desde donde sus palabras nos impregnan de poesía, eso tan difícil de hacer en el cine sin caer en la vacuidad o la cursilería.

Pero no hay nada vacío ni cursi en una película insólita en la que a lo largo de sus 107 intensos minutos de metraje se suceden, desde la inocencia a la sordidez, los desordenados recuerdos de Léolo encadenados en imágenes de una belleza plástica perturbadora y sumergidos en una selección musical de impecable buen gusto en la que se impone el «Cold Cold Ground» de Tom Waits como un poderoso leitmotiv.

Tras el delicado y dulce rostro de nuestro pequeño protagonista se remueven las entrañas de un niño empeñado en que nadie le arrebate su infancia mientras despierta al amor, al odio, al sexo, o al orgullo herido empeñado en huir del fatalismo de una vida abocada, quien sabe si de forma irremediable, a la locura. Una locura de la que se defiende soñando, “porque sueño, yo no lo estoy”, “porque sueño, yo no lo estoy”.

Léolo ha terminado por convertirse en una película de culto debido a su profunda carga poética, a su poderoso estilo visual y a la turbación de algunas de sus desgarradoras secuencias; a ello se sumó el aura de fatalismo alimentada por la prematura muerte de su director, con tan solo cuarenta y tres años, en un accidente de aviación. Nunca sabremos cómo habría continuado la filmografía de Jean-Claude Lauzon. Léolo fue su segunda y última película. La primera, titulada Un zoo, la nuit, solo ha podido verse en festivales y hoy es prácticamente inaccesible.


Cuando hace unos días me enteré de que Léolo se iba a proyectar en cines, treinta y tres años después de su estreno en 1992, me sentí feliz al comprobar que siguen existiendo auténticos amantes del cine en algunas distribuidoras españolas. Enterarme de que sólo se estrenan cinco copias en cinco afortunadas ciudades ha teñido de desengaño mi frágil felicidad. Me había hecho ilusiones de llevar a mis hijas a verla en pantalla grande y versión original. Tendré que conformarme con esperar a que se haga realidad la otra buena noticia, la edición en blu-ray de la película restaurada. O eso, o desempolvar mi viejo DVD en una esforzada edición de la añorada Cameo.

Critica de ‘The Last Showgirl’: Una mirada cruel y tierna al ocaso

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The Last Showgirl

Las críticas de Laura Zurita:
The Last Showgirl

Una experimentada bailarina debe planificar su futuro cuando su espectáculo cierra abruptamente tras una carrera de 30 años. Como bailarina de cincuenta años, se debate por saber qué hacer a continuación. Como madre, se esfuerza por reparar una tensa relación con su hija, que a menudo pasaba a un segundo plano en su vida.

The Last Showgirl está dirigida por Gia Coppola sobre un guion de Kate Gersten e interpretada por Pamela Anderson, Kiernan Shipka, Brenda Song, Jamie Lee Curtis, Dave Bautista, Jason Schwartzman, Billie Lourd, John Clofine, Jesse Phillips, David Avne, Sean Patrick Bryan y Patrick Hilgart. La película se estrena en España el 20 de junio de 2025 de la mano de Vértigo Films España.

El cuerpo como oficio

The Last Showgirl es una de esas películas incómodas que se abren paso con la bandera de la franqueza, abordando el envejecimiento de una mujer cuyo trabajo ha estado siempre vinculado a su cuerpo, a la exposición del mismo y a su controlada seducción. El protagonismo recae en Pamela Anderson (Shelley), una figura que encarna como pocas ese cruce entre imagen pública y deseo masculino, y que ahora se enfrenta a lo que significa perder esa centralidad visual.

Lo que sorprende, atrae e incomoda de The Last Showgirl es la franqueza con la que se mira a la protagonista. La película no evita primeros planos, ni suaviza arrugas ni contornos. Anderson aparece sin maquillaje, en una ciudad tan pendiente de la imagen como Las Vegas. En este acto de valentía, más allá del morbo, hay una forma de sinceridad que se usa como escudo. Anderson se expone y gana una nueva dignidad, tras haber sido tratada con tanta condescendencia por los medios.

The Last Showgirl sitúa el relato en una Las Vegas decadente, con escenarios que evocan inevitablemente a Showgirls (Paul Verhoeven, 1995): los camerinos decadentes, los pasillos tras bambalinas, las escaleras que una vez llevaron al estrellato y ahora parecen conducir al olvido. Pero aquí no hay rivalidades feroces ni ambición juvenil. No es una joven quien empuja a la protagonista a la caída, sino el propio paso del tiempo. La violencia es estructural: el show se ha vuelto obsoleto, el público ha migrado a consumos más crudos y explícitos. La provocación, la sensualidad, incluso la picardía han sido reemplazadas por una sexualidad explícita. Shelley, que parece erigirse como la última showgirl, insiste con una terquedad conmovedora en defender el carácter artístico de su oficio.

En esta mirada sobre el cuerpo envejecido como frontera de lo representable, The Last Showgirl se hermana, aunque con tonos muy distintos, con La sustancia (Coralie Fargeat, 2024), otra propuesta donde la transformación física de la mujer es retratada con crudeza casi cruel. Si allí el cuerpo era sometido a una transfiguración grotesca para satisfacer los dictados del deseo masculino, aquí el cuerpo es simplemente abandonado, dejado a la intemperie de la indiferencia

Entre la fragilidad y la lucidez

La actuación de Pamela Anderson ha sido recibida como una revelación, aunque el término no le hace justicia: más que revelar algo oculto, su trabajo aquí muestra lo que siempre estuvo a la vista pero nunca se quiso mirar. En The Last Showgirl, Shelley esgrime una fragilidad, una ingenuidad que bordea la simpleza, pero también una resistencia obstinada en sostener la idea de que su trabajo –el del espectáculo, el baile, la insinuación– tiene un componente artístico que merece ser defendido.

Esta ingenuidad, sin embargo, es una de las fisuras del guion de The Last Showgirl. Shelley toma decisiones difíciles de creer, no por inverosímiles, sino por lo mal justificadas que están. En algunos momentos, sus diálogos parecen escribirla desde una candidez que no se corresponde con lo que la película intenta construir. Es una fragilidad que emociona, pero que queda a veces a un paso de la caricatura.

Shelley se aferra con uñas y dientes a una forma de espectáculo que ya no interesa, que ha sido devorado por la lógica de lo viral, lo explícito, lo desechable. La provocación ya no seduce; solo busca impactar.

Ese desfase entre lo que el mundo demanda y lo que uno sabe hacer es el núcleo más doloroso de la película. Shelley mira su pasado con cierta fe en su oficio, como si bastara con recordar que aquello alguna vez tuvo valor. La película la acompaña en esa ilusión, pero no la confirma: Las Vegas sigue, indiferente, mientras ella intenta resistir desde un escenario cada vez más vacío.

Alrededor de Shelley orbitan ideas sobre la maternidad, la pareja, el rol de los hombres en el sistema del espectáculo. Algunas de estas líneas argumentales son extremadamente anticuadas y carecen de matices. El personaje de Eddie, por ejemplo, se mueve con comodidad entre las ruinas, demostrando que para algunos el envejecimiento no tiene el mismo costo. El guion apunta algunas críticas, pero no profundiza demasiado, y lo que sugiere sobre los vínculos familiares resulta menos universal de lo que aparenta.

Dirección visual impecable que no alcanza al fondo

Gia Coppola crea una atmósfera visual seductora, con imágenes íntimas de camerinos, pasillos tras bambalinas y escenarios que se apagan como si cada rincón del viejo teatro estuviera respirando su último aliento. Pero la película tropieza cuando se trata de los personajes secundarios: no están bien desarrollados, y algunos –como Eddie o Anette, la mejor amiga de Shelley– se perciben más como excusas narrativas que como presencias con vida propia, uy no porque los actores carezcan de talento, sino porque el guion les da poco espacio.

La dirección de actores de The Last Showgirl también deja que desear fuera del foco de Anderson: los secundarios se diluyen en una puesta que, por momentos, parece construida alrededor de una sola figura. La aparición de Jamie Lee Curtis como Anette, afortunadamente, aporta algo de equilibrio y variedad. Su personaje, una veterana que ya no necesita fingir nada, entrega una escena de baile al ritmo de Bonnie Tyler que es casi dolorosa y al mismo tiempo por lo conmovedora. Ella, al fin, ha comprendido.

The Last Showgirl presenta a sus personajes como seres quebrados, pero también obstinados, con una voluntad de persistencia que genera respeto. Su melancolía no es impostada: viene de un tiempo que se fue, de una forma de entender el cuerpo y el deseo que ya no tiene lugar. The Last Showgirl nos muestra que el tiempo ya no es lo que era.


¿Qué te ha parecido la película The Last Showgirl? 

Critica de ‘Lo que quisimos ser’: Una complicidad compartida

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Las críticas de Laura Zurita:
Lo que quisimos ser

A la salida de un cine, un hombre y una mujer comienzan a hablar y siguen la conversación en un café cercano. Allí construirán un mundo de fantasía en el que se convertirán en quienes siempre quisieron ser (una escritora y un astronauta) y deciden quedar todos los jueves a la misma hora y en el mismo lugar. Poco a poco se enamoran… pero cuando sus vidas reales entran en juego, tendrán que luchar por proteger su relación.

Lo que quisimos ser está escrita y dirigida por Alejandro Agresti e interpretada por Eleonora Wexler, Luis Rubio, Antonio Agresti, Carlos Gorosito y Juan Carlos Kuznir. La película se estrena en España el 20 de junio de 2025 de la mano de Syldavia Cinema.

Una cita con la ficción

Ella dice ser escritora. Él, astronauta. Ninguno lo es. Se conocen después de una función en un cine porteño, se sientan a conversar en un bar, y acuerdan encontrarse todos los jueves para habitar versiones idealizadas de sí mismos. En ese juego compartido, esta complicidad, Lo que quisimos ser construye una realidad paralela que, por un tiempo, los protege de la otra, la de todos los días, de la rutina y la soledad.

Agresti toma ese recurso minimalista, casi teatral, y lo convierte en el centro dramático de Lo que quisimos ser. En este universo los hechos externos importan poco, lo al menos así debería ser, y lo importante son los diálogos, con sus palabras y sus silencios. El resultado es una película pequeña pero sentida, que se sostiene gracias a la delicadeza con que sugiere más de lo que muestra.

La premisa tiene algo de cuento en la que son los personajes quienes escapan de lo real para habitar una fantasía en común. Lo que quisimos ser es dulce y poética, pero se enfrenta a esta premisa sin caer en la ingenuidad. Poco a poco, la vida real, con sus exigencias, sus vínculos rotos y sus heridas, irrumpe en la burbuja que los protagonistas han creado. Lo que parecía un juego ligero se va llenando de contenido e, inevitablemente, de aristas.

Lo que quisimos ser explora así una tensión constante: la que existe entre quienes somos y quienes quisiéramos ser, entre lo que decimos de nosotros mismos y lo que los otros ven. ¿Somos nuestras aspiraciones, nuestras memorias, o nuestros fracasos? ¿Puede una historia inventada decir más de nosotros que la verdadera?

Ritmo sereno

El ritmo narrativo de Lo que quisimos ser es sereno, casi monocorde por momentos. Esa contención puede interpretarse como virtud o como síntoma de una falta de riesgo. Hacia la mitad, la historia entra en un pequeño impasse, y ciertos pasajes se tornan repetitivos. Incluso un guiño a la historia argentina, que podría haber introducido un contrapunto más sólido, queda apenas esbozado.

Sin embargo, Lo que quisimos ser nunca pierde del todo su encanto. Eleonora Wexler y Luis Rubio componen a la pareja central con una química y sutileza que se antoja verosímil. Ambos se mueven con naturalidad, y hacen creíble un vínculo que se construye desde el deseo de conexión y de ser libres de su historia. Los acompaña un reparto secundario que funciona como telón de fondo sin robar protagonismo.

La fotografía de Marcelo Camorino es sobria, pero atenta a los pequeños gestos, y sabe adaptarse a los ambientes gracias a los detalles: el reflejo de una vidriera, una taza que humea, una luz que entra por la ventana del café. La música de Leo Caruso complementa ese tono, y ayuda a crear un ambiente de dulce melancolía que subraya el tono general de la película.

Puede que el desenlace resulte algo abrupto o insatisfactorio —más funcional que orgánico—, pero en su modestia, el filme logra dejar una huella de algo inesperadamente dulce donde todos, en algún momento, podemos hallar solaz.


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Critica de ‘28 años después’: Puro cine, terror y poesía

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Las críticas de Laura Zurita:
28 años después

Años transcurridos tras los sucesos de 28 semanas después, el virus de la ira ha regresado y un grupo de supervivientes debe sobrevivir en un mundo asolado por hordas de infectados.

28 años después está dirigida por Danny Boyle, quien también coescribe el guion junto con Alex Garland. En su reparto encontramos a Jodie Comer, Aaron Taylor-Johnson, Ralph Fiennes, Jack O’Connell, Erin Kellyman, Chi Lewis-Parry y Angus Neill. La película se estrenó en salas comerciales el 20 de junio de 2025 de la mano de Sony Pictures Releasing de España.

La saga que cambia un género

28 años después puede verse por sí misma, sin necesidad de haber visto las primeras películas de esta saga. Pero sí conviene tener una idea de cómo el mundo que la película describe ha llegado a ser.

Cuando Danny Boyle dirigió 28 días después en 2002, trastocó el género de zombies por completo. De hecho sus infectados no son zombies, como se nos recuerda a menudo. Su mirada febril sobre una Inglaterra desolada por un virus de furia convirtió lo posapocalíptico en una experiencia íntima y visceral. Con cámara en mano y un ritmo inquietante, la historia seguía a un puñado de sobrevivientes en una ciudad vacía, en ruinas, donde lo verdaderamente aterrador no eran solo los infectados, sino la delgada línea que separa a los humanos de la barbarie.

Cinco años más tarde, 28 semanas después (Juan Carlos Fresnadillo, 2007), amplió el universo con una apuesta más espectacular, explorando las consecuencias políticas y militares de una supuesta reconstrucción. Si Boyle narraba el estallido del colapso, Fresnadillo abordaba la arrogancia de creer que lo peor había pasado. Ambas películas ofrecieron visiones distintas, pero complementarias de una catástrofe viral que nunca dejó de ser profundamente humana.

Ahora, con 28 años después, dirigida por Danny Boyle y escrita por Alex Garland, regresa la mirada original, y el pulso inquietante de Boyle, para indagar en lo que queda tras casi tres décadas de devastación. No se trata solo de una continuación, sino de una relectura del mundo que aquellas películas imaginaron. La infección ya no es solo una amenaza externa, sino una condición permanente con la que hay que vivir. 28 años después se enfrenta a este hecho con la misma crudeza y lucidez que convirtieron a la saga en una pieza fundamental del cine de horror contemporáneo.

Distopía íntima en las ruinas de un mundo

28 años después es una mutación de una saga que reflexiona sobre los miedos de cada momento. Volvemos al Reino Unido, casi tres décadas después del brote inicial del virus de la ira, para encontrarnos con un territorio aislado del mundo y, se sugiere, ocupado por comunidades separadas que sobreviven como pueden.

Para los seguidores de la saga, conviene advertir que 28 años después no es solo una secuela. Es una película que vuelve al mundo devastado por el virus de la ira para mostrarnos lo que queda de lo que fue, en la que mucho ha cambiado, con el acento en algunos elementos que permanecen: el miedo, la violencia, y esa necesidad básica, y profundamente humana, de cuidar a los nuestros.

28 años después se centra en una familia que sobrevive en una isla aislada del resto del Reino Unido. Jamie (Aaron Taylor-Johnson), su hijo Spike (Alfie Williams), y la madre de este, Isla (Jodie Comer), viven en una comunidad pequeña, casi primitiva pero funcional, cuyo funcionamiento es una abierta crítica de  la sociedad del consumismo. La isla está conectada con tierra firme solo cuando baja la marea. Así, la comunidad encierra, protege, pero también separa. Y cuando padre e hijo cruzan al continente para una visita que será una ceremonia de iniciación, 28 años después revela que la amenaza no es solo biológica, es también simbólica y emocional.

El Reino Unido está completamente aislado del resto del mundo, lo que puede verse como una metáfora del Brexit. Los infectados han mutado. Algunos se mueven con torpeza, otros corren con esa rabia imposible de contener, y aparece por primera vez una nueva clase (los alfa), con una inquietante capacidad de organización. Pero lo más perturbador no es su ferocidad. Es lo que se sugiere, que hay una humanidad de ojos enrojecidos, En 28 años después hay ecos de la terrible verdad que nos revela Soy leyenda (Richard Matheson, 1954), el libro que ha dado lugar a varias películas. La película plantea, de forma implícita pero muy clara, que la violencia no siempre llega de quienes han perdido la razón. Los infectados ocupan su territorio y los seres humanos, al enfrentarse a ellos de la manera de la que lo hacen, revelan que quizá el virus más peligroso no está en la sangre, sino en la forma en que nos relacionamos con los otros.

Lo onírico y lo brutal

Boyle retoma la saga y su estilo visceral, renovándose y experimentando fórmulas. Si algo define 28 años después es su apuesta por un lenguaje visual arriesgado, donde conviven planos inestables, imágenes rodadas con teléfonos móviles y drones, y un uso deliberado del grano y los contrastes de textura. Todo eso se integra con naturalidad en una narrativa que salta entre lo íntimo y lo colectivo, lo onírico y lo brutal. Hay secuencias de una violencia seca, directa, casi insoportable. Pero también momentos de recogimiento, donde lo único que queda es el gesto de un padre intentando proteger a su hijo, aunque el mundo que lo rodea haya dejado de tener sentido. La música de Young Fathers, heredero del trabajo que John Murphy hizo en las entregas anteriores, son sonidos de desamparo, y vibra con la tensión interna de cada escena.

Uno de los grandes aciertos de Garland como guionista es no sobre explicar y dejar que la historia se vaya desarrollando. 28 años después menciona, de manera escueta, la existencia de grupos humanos que sobreviven con unos extraños códigos. También hay planos que intercalan imágenes reales de violencia histórica, creando una resonancia perturbadora entre el pasado de la humanidad y la rabia del presente. No se trata de una comparación explícita, sino de una intuición que flota a lo largo de todo el metraje: la rabia no es solo un virus. Acompaña, de manera inevitable, a la humanidad.

En este punto es importante decirlo: 28 años después no idealiza a sus personajes. Jamie es un hombre endurecido por la pérdida y herido por la soledad emocional. Isla nos descubre personaje complejo y exigente, de una persona enferma y perdida, pero también un agente activo de su propio destino. Y Spike es un adolescente impulsivo (y mucho) que nunca ha conocido lo que nosotros llamamos vida normal, de una generación que nació entre ruinas y no sabe nada del mundo fuera de sus fronteras. La interpretación de Ralph Fiennes (no diremos su personaje por ahora), aunque breve, deja un sello de desazón en 28 años después. Por lo que parece, su personaje (del que sabemos poco, pero lleno de sugerencias) va a tener un papel en las películas que siguen a ésta. Es un hombre ambiguo, carismático, pero también inquietante. Esta entrega es el inicio de una nueva trilogía, en la que este personaje tendrá, seguramente, mucho que decir.

28 años después puede ser autoconclusiva, aunque también abre la puerta a las películas que vienen después de ella.  Pero en vez de buscar la espectacularidad vacía de otras sagas postapocalípticas, se detiene en lo esencial: ¿qué nos queda cuando el mundo se rompe? ¿Quiénes somos cuando ya no hay instituciones que nos sostengan?

En resumen, con 28 años después, Boyle y Garland muestran que el terror funciona de verdad cuando no es gratuito, cuando nos habla de nosotros mismos. Esta es una película que inquieta, que provoca, y que no se olvida. La película espera que, como espectadores, transformemos también nuestra manera de mirar, tanto al género como al género humano.


¿Qué te ha parecido la película 28 años después?

‘Springsteen: Deliver Me From Nowhere’: Tráiler, póster y fecha de estreno

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Springsteen: Deliver Me From Nowhere

Ya está disponible el primer tráiler de Springsteen: Deliver Me From Nowhere, la nueva película de 20th Century Studios dirigida por Scott Cooper que narra la creación del álbum «Nebraska» de Bruce Springsteen en 1982. Este disco, de sonido acústico y lleno de una atmósfera inquietante, marcó un momento crucial en la vida del artista y es considerado una de sus obras más perdurables.

La película sigue a Springsteen cuando era un joven músico en los albores de la fama mundial, tratando de reconciliar las presiones del éxito con los fantasmas de su pasado. Grabado en un viejo casete de cuatro pistas en su habitación en Nueva Jersey, Nebraska refleja un periodo trascendental de su vida y está lleno de personajes perdidos en busca de una razón para creer.

Protagonizada por Jeremy Allen White como «The Boss», Springsteen: Deliver Me From Nowhere cuenta con un reparto que incluye a Jeremy Strong como Jon Landau, Paul Walter Hauser como el técnico de guitarra Mike Batlan, Stephen Graham como el padre de Springsteen, Odessa Young como su interés amoroso, Gaby Hoffman como su madre, Marc Maron como Chuck Plotkin, y David Krumholtz como el ejecutivo de Columbia, Al Teller.

El director Scott Cooper, quien adaptó el guion basado en el libro «Deliver Me from Nowhere» de Warren Zanes, expresó:

Realizar Springsteenfue profundamente conmovedor, ya que me permitió adentrarme en el alma de un artista que siempre he admirado y presenciar de cerca la vulnerabilidad y fuerza detrás de su música. La experiencia se sintió como un viaje a través de la memoria, el mito y la verdad. Y, sobre todo, fue un privilegio llevar esa honestidad emocional cruda a la pantalla; hacerlo me cambió. No puedo agradecer lo suficiente a Bruce y Jon Landau por permitirme contar su historia.

Springsteen

Póster y tráiler de ‘Diamante en bruto’, de Agathe Riedinger

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Ya están disponibles el cartel y el tráiler oficiales de Diamante en bruto, ópera prima escrita y dirigida por Agathe Riedinger que llegará a los cines de la mano de Caramel Films el próximo día 18 de julio.

Liane, de 19 años, atrevida y tenaz, vive con su madre y su hermana pequeña bajo el sol polvoriento de Fréjus, en el sur de Francia. Obsesionada por la belleza y la necesidad de ser «alguien», ve en los realities la oportunidad de ser amada… El destino le sonríe cuando se presenta para participar en «La isla de los milagros».

Diamante en bruto está protagonizada por la debutante Malou Khebizi. Completan el reparto Idir Azougli, Andréa Bescond, Ashley Romano y Alexis Manenti, entre otros.

La película participó en la sección oficial del Festival de Cannes, siendo la única ópera prima compitiendo por la Palma de Oro. También participó en la sección oficial de la Seminci de Valladolid. Además, la película recibió dos nominaciones en los Premios César: mejor actriz revelación para Malou Khebizi y mejor ópera prima. También inauguró la 4ª Muestra de Cine Francés «Francia está en pantalla», celebrada recientemente en Madrid.

Diamante en bruto parte del cortometraje previo Esperando a Júpiter y es un poderoso retrato sobre la obsesión por la fama. La cinta explora la autoestima, los anhelos y la necesidad de ser validada por los demás a través de Liane, una joven adolescente hipersexualizada, sin futuro ni esperanza, que busca escapar de su propia vida y llegar «a ser alguien» concursando en un reality show.

Diamante en bruto

‘El cuadro robado’, de Pascal Bonitzer, se estrena el 25 de julio

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El cuadro robado

El próximo día 25 de julio Vercine estrenará El cuadro robado, una película francesa dirigida por Pascal Bonitzer, un cineasta francés que ha participado en festivales como Cannes (Sección Quincena de Realizadores con Encore) y Berlinale, nominado al Oso de Oro por Pequeñas heridas).

André Masson, subastador de la famosa casa de subastas Scottie’s, recibió un día una carta según la cual se había descubierto en Mulhouse, en casa de un joven trabajador, un cuadro de Egon Schiele. Muy escéptico, acude allí y tiene que afrontar los hechos: la obra es auténtica, una obra maestra desaparecida desde 1939, saqueada por los nazis. André ve este descubrimiento como el pináculo de su carrera, pero también es el comienzo de una pelea que podría ponerla en peligro. Afortunadamente, contará con la ayuda de su ex esposa y colega Bertina, y de su caprichosa becaria Aurore…

Se trata de una comedia dramática inspirada en el saqueo de una obra del artista Egon Schiele en 1939. Alex Lutz (Premio César al Mejor Actor por Guy), interpreta a André Masson, quien recibe una carta sobre el hallazgo del cuadro. A partir de ese momento, emprende un viaje que, según cree, impulsará su carrera como subastador.

Léa Drucker (El último verano, Custodia compartida, Close), Nora Hamzawi (Doble vida, Éléonore) y Louise Chevillotte (Benedetta, Amante por un día) completan el reparto de El cuadro robado.

El cuadro robado

‘Te protegerán mis alas’, de Antonio Cuadri, ya tiene fecha de estreno

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Te protegerán mis alas

La película Te protegerán mis alas, dirigida por el cineasta andaluz Antonio Cuadri, se estrenará en salas de cine el 14 de noviembre de 2025. El film, distribuido por Maravillas Films, está inspirado en hechos reales y adapta la novela homónima de José Miguel Núñez, relatando el conmovedor viaje de Wentinam, un niño huérfano de las calles de Kara (Togo), hacia una vida digna gracias al apoyo de una comunidad salesiana.

Rodada entre África y España, la película narra una historia dura pero profundamente luminosa, que pone el foco en el poder transformador de la solidaridad, el acompañamiento y el amor incondicional. En palabras del propio director:

Es un viaje hacia el corazón de los que no tienen nada y, sin embargo, lo dan todo.

Protagonizada por el joven actor y modelo internacional Ibrahima Koné, en su primer gran papel cinematográfico, el reparto cuenta también con Nacho López, Daniel Ortiz, Alejo Sauras, Favour David, y destacados intérpretes africanos. El film ha contado con la colaboración activa de la familia salesiana, así como con el apoyo de múltiples entidades públicas y privadas.

Con guion de Claudio Crespo, Antonio Cuadri, Pedro Delgado e Isabel de Azcárraga, Te protegerán mis alas es una producción de Ulises Producciones y Odeon Media Entertainment, con música original de Jesús Calderón y fotografía de Jorge R. Azogue.

El estreno de la película abre una puerta a reflexionar sobre la infancia abandonada, el papel del compromiso social y la posibilidad de un futuro mejor incluso en los contextos más adversos. Una historia que resuena con fuerza tanto en el sur global como en nuestras propias calles.

Te protegerán mis alas

Póster, tráiler y estreno de ‘Isla´s Way’, de Marion Pilowsky

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Isla´s Way

Isla´s Way, la primera película documental dirigida por Marion Pilowsky (The Flip Side), se estrena en cines de nuestro país este viernes 20 de junio de la mano de A Contracorriente Films.

Presentada en los festivales Adelaide Film Festival, Melbourne Queer Film Festival, BFI Flare London LGBTQIA+ Film Festival y Antenna Documentary, y ganadora del premio al Mejor Documental Australiano en el Melbourne Documentary Film Festival, cuenta la historia de Isla, considerada la primera y última vaquera australiana.

Isla es una octogenaria luchadora, terca y resistente que vive con su novia Susan. Sin embargo, Isla no quiere ser encasillada y prefiere llamarse a sí misma «viuda», ya que estuvo casada anteriormente con un hombre con quien crió a cuatro hijos en su granja en el sur de Australia. Isla se niega a renunciar a su pasión por conducir carruajes de caballos y permanece activa en su comunidad sin importar su edad, incluso cuando los detractores insisten en que ha llegado el momento de reducir el ritmo.

Isla´s Way es un nuevo y peculiar documental australiano que observa a una mujer indomable, anciana de la comunidad y amante de los caballos. Sin duda una buena oportunidad de conocer la historia de una leyenda de la conducción de carruajes.

Isla´s Way

 

Vídeo avance de los estrenos de cine del 20 de junio de 2025

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Vídeo avance de los estrenos de cine del 20 de junio de 2025

Hoy, 20 de junio de 2025, llegan todos los estrenos de cine de la semana, y nos decantamos por 28 años después, la nueva y aterradora historia ambientada en el mundo creado en 28 días después, en la que se unen de nuevo el ganador del Oscar a mejor director Danny Boyle (Slumdog millionaire, 127 horas) y el nominado al Oscar a mejor guion Alex Garland (Civil War, Men).

En 28 años después, han pasado casi tres décadas desde que el virus de la rabia escapó de un laboratorio de armas biológicas, y ahora, todavía bajo una cuarentena brutalmente impuesta, algunos han encontrado formas de existir en medio de los infectados. Uno de estos grupos de supervivientes vive en una pequeña isla conectada al continente por una única carretera fuertemente defendida. Cuando uno de los miembros del grupo abandona la isla para adentrarse en el oscuro corazón del continente, descubre secretos, maravillas y horrores que han mutado no sólo a los infectados, sino también a otros supervivientes.

Vídeo avance de los estrenos de cine del 20 de junio de 2025


A continuación os dejamos con los tráilers de los estrenos de cine de la semana que llegan a las salas hoy, 20 de junio de 2025: