Las críticas de Laura Zurita:
Lo que quisimos ser
A la salida de un cine, un hombre y una mujer comienzan a hablar y siguen la conversación en un café cercano. Allí construirán un mundo de fantasía en el que se convertirán en quienes siempre quisieron ser (una escritora y un astronauta) y deciden quedar todos los jueves a la misma hora y en el mismo lugar. Poco a poco se enamoran… pero cuando sus vidas reales entran en juego, tendrán que luchar por proteger su relación.
Lo que quisimos ser está escrita y dirigida por Alejandro Agresti e interpretada por Eleonora Wexler, Luis Rubio, Antonio Agresti, Carlos Gorosito y Juan Carlos Kuznir. La película se estrena en España el 20 de junio de 2025 de la mano de Syldavia Cinema.
Una cita con la ficción
Ella dice ser escritora. Él, astronauta. Ninguno lo es. Se conocen después de una función en un cine porteño, se sientan a conversar en un bar, y acuerdan encontrarse todos los jueves para habitar versiones idealizadas de sí mismos. En ese juego compartido, esta complicidad, Lo que quisimos ser construye una realidad paralela que, por un tiempo, los protege de la otra, la de todos los días, de la rutina y la soledad.
Agresti toma ese recurso minimalista, casi teatral, y lo convierte en el centro dramático de Lo que quisimos ser. En este universo los hechos externos importan poco, lo al menos así debería ser, y lo importante son los diálogos, con sus palabras y sus silencios. El resultado es una película pequeña pero sentida, que se sostiene gracias a la delicadeza con que sugiere más de lo que muestra.
La premisa tiene algo de cuento en la que son los personajes quienes escapan de lo real para habitar una fantasía en común. Lo que quisimos ser es dulce y poética, pero se enfrenta a esta premisa sin caer en la ingenuidad. Poco a poco, la vida real, con sus exigencias, sus vínculos rotos y sus heridas, irrumpe en la burbuja que los protagonistas han creado. Lo que parecía un juego ligero se va llenando de contenido e, inevitablemente, de aristas.
Lo que quisimos ser explora así una tensión constante: la que existe entre quienes somos y quienes quisiéramos ser, entre lo que decimos de nosotros mismos y lo que los otros ven. ¿Somos nuestras aspiraciones, nuestras memorias, o nuestros fracasos? ¿Puede una historia inventada decir más de nosotros que la verdadera?
Ritmo sereno
El ritmo narrativo de Lo que quisimos ser es sereno, casi monocorde por momentos. Esa contención puede interpretarse como virtud o como síntoma de una falta de riesgo. Hacia la mitad, la historia entra en un pequeño impasse, y ciertos pasajes se tornan repetitivos. Incluso un guiño a la historia argentina, que podría haber introducido un contrapunto más sólido, queda apenas esbozado.
Sin embargo, Lo que quisimos ser nunca pierde del todo su encanto. Eleonora Wexler y Luis Rubio componen a la pareja central con una química y sutileza que se antoja verosímil. Ambos se mueven con naturalidad, y hacen creíble un vínculo que se construye desde el deseo de conexión y de ser libres de su historia. Los acompaña un reparto secundario que funciona como telón de fondo sin robar protagonismo.
La fotografía de Marcelo Camorino es sobria, pero atenta a los pequeños gestos, y sabe adaptarse a los ambientes gracias a los detalles: el reflejo de una vidriera, una taza que humea, una luz que entra por la ventana del café. La música de Leo Caruso complementa ese tono, y ayuda a crear un ambiente de dulce melancolía que subraya el tono general de la película.
Puede que el desenlace resulte algo abrupto o insatisfactorio —más funcional que orgánico—, pero en su modestia, el filme logra dejar una huella de algo inesperadamente dulce donde todos, en algún momento, podemos hallar solaz.
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