Las críticas de Daniel Farriol:
Resurrección
(Resurrection)
Resurrección (Resurrection) es un thriller psicológico estadounidense con elementos de terror que está escrito y dirigido por Andrew Semans (Nancy, Please). La historia nos muestra la vida de Margaret que parece estar en perfecto orden. Profesional y exitosa en su trabajo es, al mismo tiempo, una madre capaz y disciplinada. Todo está bajo control hasta que aparece en su vida nuevamente David, trayendo consigo los fantasmas de hace 20 años que ya creía olvidados. Está protagonizada por Rebecca Hall (The Night House, Wonder Women y el profesor Marston), Tim Roth (Sundown, La isla de Bergman), Angela Wong Carbone, Josh Drennen, Rosemary Howard, Winsome Brown, Jaime Zevallos y Michael Esper. La película se presentó en España en el Festival de Sitges 2022. Sin pasar por cines, ha llegado a Movistar+ el día 21 de Noviembre de 2022.
Un thriller alegórico sobre la manipulación y la toxicidad en las relaciones
Resurrección (Resurrection) fue una de las mejores películas que pasaron por Sitges 2022, pese a ser recibida con sorprendente indiferencia por algunos. Andrew Semans firma un valiente alegato contra la manipulación psicológica y las relaciones tóxicas a través de Margaret (Rebecca Hall), una mujer de apariencia normal, exitosa en lo profesional y algo sobreprotectora con su hija adolescente, que empieza a enloquecer tras encontrarse de manera fortuita con David (Tim Roth), un hombre mayor que ella con el que mantuvo una relación sentimental en el pasado.
Para comprender su descenso al infierno de la locura hay que dar un salto de fe en el viraje del argumento hacia el fantástico, ya que las imágenes adquieren el punto de vista de la protagonista y buscan introducirnos en una mente quebrada por el trauma que le hace visualizar su entorno como si estuviera encerrada en una pesadilla que, como cualquier sueño, tiene sus propios códigos metafóricos. Eso explicaría mejor el porqué de un final adscrito al grand guignol que se suma a la misma línea del body horror que ya estaba presente en los desenlaces de la extraordinaria Men (Alex Garland, 2022) o de Amulet (Romola Garai, 2020). Si hemos sido capaces de dejarnos llevar por la experiencia que nos propone el director, veremos que tiene todo el sentido del mundo esa decisión en el contexto onírico/emocional que posee la película.
A través de una mente quebrada
Resurrección (Resurrection) nos habla del trauma de la pérdida, del sentimiento de culpa y de la responsabilidad inherente a toda maternidad pero, sobre todo, muestra la manipulación de un maltratador psicológico, con el rostro de un terrorífico Tim Roth, hacia una mujer mucho más joven que él (esto no es baladí). Vemos cómo va despojándola, poco a poco, de las distintas capas de su identidad hasta dejarla desvalida y desnuda frente a unos recuerdos distorsionados que le hacen dudar de cuál ha sido su propia existencia. Es la misma forma de actuar que tienen las sectas religiosas al captar y, posteriormente, desactivar la mente de personas vulnerables que reconstruyen a su antojo.
La actriz británica, Rebecca Hall, realiza aquí una interpretación tan portentosa como dolorosa para encarnar a esa mujer adulta que debe enfrentarse a unos traumas del pasado que ya creía superados (aunque por el comportamiento que tiene hacia su hija intuimos que solo estaban aletargados). Es cierto que, durante el segundo acto, la acción se vuelve algo repetitiva durante la escenificación que realiza de la caída al abismo de la protagonista, pero nunca llega a ser aburrida y es algo necesario el no acelerar en exceso el proceso destructivo en pos del espectáculo para así comprender mejor cuál es la evolución de un personaje imbuido en la paranoia.
Y es que, aunque a veces la historia maneje los tropos habituales de los thrillers noventeros sobre psicópatas y mujeres amenazadas, Resurrección (Resurrection) es mucho más ambiciosa en la recreación psicológica de unos miedos femeninos genéricos y de las exigencias intrínsecas a la maternidad. En ese sentido, el filme está más en la línea alegórica de Men (Alex Garland, 2022) o Watcher (Chloe Okuno, 2022), que de una intriga urgente derivada del mismo concepto «mujer acosada» que tienen muchos slasher.
Reflexionar sí, pero sin olvidarse del imaginario fantástico
Resurrección (Resurrection) juega con la alegoría de manera muy inteligente e incluso el epílogo final contiene una malévola doble lectura que modifica por completo cuál es la resolución del relato según los ojos con que se mire. Es un final sutil que queda abierto a interpretaciones. Está claro que si todo lo que acontece en la película lo asumimos de una manera literal nada de lo que pasa resultaría creíble, por eso el visionado de la película requiere de una mayor implicación emocional por parte del espectador para adentrarse en la mente de los personajes, mirar más allá de lo evidente e identificarse con lo que sucede en un plano de alto contenido metafórico.
En lo particular, a mí me gusta encontrarme con películas como esta que no solo utilizan el cine de género como vehículo para dialogar sobre temas de interés social, algo que ya parece contagioso en el cine actual. Por contra, Andrew Semans demuestra que se puede seguir reflexionando en profundidad sobre temas importantes sin tener por ello que renunciar a construir un imaginario fantástico tan alucinante como la arriesgada y polémica secuencia de body horror que nos tiene reservada para la confrontación final de esos miedos. Yo lo tengo claro, Resurrección (Resurrection) es una de las películas de género más importantes de este 2022.
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