Las críticas de Óscar M.: Monuments men
Ya he comentado en otras críticas la nefasta capacidad de la industria para realizar una película coherente basada en un hecho real y no caer en el tópico de acumular escenas importantes de la historia con una nula conexión entre ellas.
Por fortuna, Monuments men (y aunque está basada en una novela) sigue una estructura coherente, fluida y poco enfocada en las escenas importantes o, al menos, no se percibe tan claramente como en otras ocasiones, en las que la cinta parece ser una versión videoclip de los hechos que narra.
La película relata cómo, a finales de la II Guerra mundial, los americanos se percatan de que los nazis están robando todas las obras de arte pictóricas y escultóricas europeas durante sus saqueos, para, una vez finalice la guerra, construir un macro museo personal para Hitler y privar al mundo de la visión pública de dichas obras.
La película tiene un excelente diseño de producción y una ambientación que nada puede envidiar a superproducciones de desorbitado presupuesto, las localizaciones son magníficas y el realismo de las escenas sorprende, incluso se podría pensar que se ha aprovechado material o se ha rodado en los descansos de Salvar al soldado Ryan (sobre todo en el desembarco de Normandía y en los campamentos militares) o de La lista de Schindler (en los almacenes de material judío).
Aunque la historia está bien desarrollada en el guión, cada vez que la película comienza a volverse aburrida (que tiene sus momentos cercanos al sopor), repunta de manera positiva y vuelve a conseguir atraer la atención del espectador, aunque hubiera sido deseable un guión más estable y con menos desniveles argumentales.
Entre estos altibajos narrativos destaca el toque romántico de la historia de Matt Damon y Cate Blanchett (como la más interesante, a pesar de no ser el centro de la trama) y el contrapunto cómico que ponen la pareja formada por Bill Murray y Bob Balaban, sin embargo, el arco argumental general (la búsqueda de la «Madonna de Bruges» de Michelangelo) llega a carecer de interés en el tramo final, aunque no llega a ser del todo pesado, es bastante previsible y podría haberse resuelto más agilmente.
La película se esfuerza por ser un homenaje a los integrantes del grupo que se preocupó por salvar el arte (lo que los nazis consideraron oportuno) robado, un equipo que en la película está integrado por siete personas, pero que realmente fueron más de trescientas.
A pesar del reparto coral de estrellas, ninguno de los actores consigue destacar en su interpretación más que en trabajos anteriores (prácticamente Hugh Bonneville hace el mismo papel que en la serie Downtown Abbey), pero Cate Blanchett brilla con luz propia, a lo mejor es porque es la única chica, probablemente por su trabajado acento francés, tal vez porque está espectacular con el aspecto de los años treinta o quizás porque borda cualquier papel que se ofrece a interpretar.
Alexander Desplat deja una partitura bastante desigual, el tema compuesto para el grupo de «héroes» es excesivamente festival y alegre, y no molestaría tanto si no se abusara de la composición cada vez que consiguen un logro (es como la canción de la victoria del grupo), pero los temas dedicados a los enemigos del equipo (tanto para los nazis como para los rusos) son más sombríos, más serios y militares, y (personalmente creo que) más acordes con la historia narrada.
Monuments men supondrá para el actor George Clooney un nuevo punto en su carrera como guionista y director, y aunque no es una película excepcional (que no soporta más de dos visionados), el resultado final del conjunto (por la intención, la ambientación y por Blanchett) aprueba justo para entretener.