Las críticas de Daniel Farriol en el AMFF 2025:
La fotógrafa corsa
La fotógrafa corsa (À son image) es un drama francés que está dirigido por Thierry de Peretti (Un escándalo de estado, Les Apaches), que también coescribe el guion junto a Jeanne Aptekman, adaptando la novela de 2018 ‘À son image’ de Jérôme Ferrari. A través de fragmentos, seguimos la vida de Antonia, una joven fotógrafa en un periódico local de Córcega. Sus experiencias personales -el trabajo, la amistad y el amor- se entrelazan con los acontecimientos políticos más importantes de la isla, desde la década de 1980 hasta principios de los 2000.
Está protagonizada por Clara-Maria Laredo, Marc-Antonu Mozziconacci, Louis Starace, Barbara Sbraggia, Saveria Giorgi, Andrea Cossu, Antonia Buresi y Paul Garatte. La película se estrenó en la Quinzaine des cinéastes del Festival de Cannes 2024 y desde el 15 de agosto de 2025, se ha incluido como parte de la Sección Figures de la programación del Atlàntida Film Festival, de la mano del Filmin.
Una mujer entre terroristas
Podríamos encontrar dos películas interesantes dentro de La fotógrafa corsa (À son image). La primera es la historia de una joven que vive en una pequeña población de Córcega y quiere dedicarse a la fotografía, primero comenzará a trabajar en un periódico local y después viajará a la antigua Yugoslavia como reportera de guerra. La segunda historia muestra los primeros años de lucha del FLNC (Frente de Liberación Nacional de Córcega), una organización terrorista corsa que luchaba por independizarse de la Francia continental (desde 2014 en proceso de desarme y desactivación total).
Por desgracia, la adaptación que hace Thierry de Peretti de la novela de Jérôme Ferrari, se queda a medio camino de todo. El personaje femenino protagonista nunca posee la suficiente entidad dramática para que nos interese por sí mismo mientras que tampoco existe una exploración profunda del conflicto terrorista que hubo en Córcega en los años 80 y 90. El filme se limita a una contemplación distante de unos hechos históricos remarcables, centrándose en el aspecto familiar y sentimental, pero a través de relaciones descafeinadas que poco aportan al contexto.
Testigo silencioso
La fotógrafa corsa (À son image) comienza por el final, con la muerte de Antonia (Clara-Maria Laredo) en un accidente de tráfico y el posterior funeral en su pueblo natal. Tras dos horas de película, ni siquiera queda claro si la mujer se estampa en la carretera tras quedarse dormida o lo hace de manera intencionada. Su personaje ocupa la mayor parte del metraje, pero resulta indefinido en muchos aspectos. La propia concepción narrativa del filme se encarga de diluirlo a través de una sempiterna voz en off masculina que nos narra su vida como si hubiera estado con ella en todo momento (luego descubriremos que fue su pareja, pero ni siquiera el hombre de su vida).
Antonia es más un personaje-testimonio que una protagonista real. Su vinculación con el terrorismo corso viene dada porque su novio de entonces es uno de los cabecillas y presos políticos más destacados, pero su posicionamiento político siempre queda en segundo término y condicionado a esa relación de pareja. Tampoco resurge su voz cuando, por fin, decide dar el gran paso individual en dedicarse al fotoperiodismo, marchándose a Vukovar en contra de la opinión de sus progenitores.
La secuencia de los Balcanes llega tarde, más allá de la hora de metraje, y se siente descolgada del resto de la acción. La traslación en imágenes del conflicto de allí como espejo de lo que está sucediendo en su pueblo tampoco aporta demasiado a una narrativa perezosa ni tampoco consigue reafirmar el desarrollo de Antonia como personaje. Su estancia en Yugoslavia se resume en un plano en el que se escucha cómo fusilan a unos civiles y ella gira su cabeza cómo si hubiera escuchado ladrar a un perro, es significativo que ni haga el ademán de sacar la tapa del objetivo de su cámara…
Narrar desde la distancia
Es una pena que Thierry de Peretti prefiera colocar su cámara como mera espectadora de eternos debates dialécticos y discusiones sentimentales en lugar de meterse de lleno en el barro, tiene la misma actitud pasiva que su protagonista.
En La fotógrafa corsa (À son image) se deslizan temas atractivos desdibujados bajo la bucólica representación de la vida corsa, fotografiada como si fuera una postal de verano. El paso de los años nos permite vislumbrar cambios en los objetivos y en la manera de pensar de los integrantes del grupo terrorista (formado sólo por hombres, las mujeres son parejas no activistas). Por ejemplo, las luchas internas provocan ajustes de cuentas entre los propios miembros de la organización por defender la lucha armada u otras formas de proceder. Son detalles que enriquecen la trama y que nos dejan pistas sobre el tipo de material que había para realizar una película interesante.
La fotógrafa corsa (À son image) sucumbe al sopor con planos generales interminables, conversaciones irrelevantes y personajes sin suficiente dimensión psicológica para que de verdad nos importen. El espectador que se acerque a la película sin conocer mucho sobre el conflicto corso se quedará igual que estaba y los que busquen una historia inspiradora de una corresponsal de guerra como Lee Miller se tendrán que conformar con una mujer que hace fotos a su novio mientras habla por teléfono.
¿Qué te ha parecido la película ‘La fotógrafa corsa’?
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