Las críticas de Laura Zurita:
La mercancía más preciosa
Durante la Segunda Guerra Mundial, una familia judía es deportada a Auschwitz. En el tren hacia el campo de concentración, en un gesto desesperado, el padre arroja a una de sus hijas a la nieve, donde es rescatada por una humilde pareja de leñadores. Al adoptar a “la mercancía más preciosa”, sus vidas -y las de aquellos que les rodean- cambiarán para siempre.
La mercancía más preciosa está dirigida y escrita por Michel Hazanavicius, y cuenta con las voces originales de Dominique Blanc, Grégory Gadebois y Jean‑Louis Trintignant como narrador. La película llegó a los cines españoles el 11 de julio de 2025 de la mano de BTeam Pictures.
Fábula y recuerdo
La mercancía más preciosa es un largometraje de animación franco‑belga, basado en la novela homónima de Jean‑Claude Grumberg. La película utiliza la animación como herramienta expresiva, priorizando la emoción sobre el realismo y generando una atmósfera onírica y estilizada. Inspirada en grabados y estilos gráficos de las décadas de 1920 y 1930, la película adquiere un aire de fábula y de recuerdo. Tiene puntos en común con Vals con Bashir o Flee: las películas utilizan la animación para reflexionar sobre la memoria, lo real y lo simbólico, y para mostrar cómo la violencia histórica marca la conciencia colectiva.
La mercancía más preciosareflexiona de forma explícita sobre qué es real y qué no lo es: aunque los hechos concretos tal vez no ocurrieran exactamente así, lo esencial —los trenes, los campos, las vidas truncadas y quienes arriesgaron todo por ayudar— sí es indiscutiblemente cierto. Además, la historia menciona a quienes siguen negando estos crímenes, subrayando la urgencia de mantener viva la memoria histórica, algo muy presente también en el debate público actual.
Visualmente, describe un invierno brutal, frío y silencioso. Al inicio, la historia parece situada en un tiempo indeterminado, como un viejo cuento popular: una cabaña de troncos, un matrimonio de leñadores… Solo después, gracias a los uniformes y a sus conversaciones, se precisa el contexto histórico. Los leñadores, aislados en su bosque, ven pasar trenes cargados de vidas rotas rumbo al horror. En un acto desesperado de amor, un padre lanza a su hija fuera de un vagón, con la esperanza de que alguien la salve. Sin discursos grandilocuentes ni subrayados, la narración transmite toda la magnitud de su desesperación.
La historia sucede en un lugar indeterminado que resulta ser Polonia, donde los leñadores, aunque nunca han salido del bosque, adoptan el odio que los invasores les inculcan. La mercancía más preciosa describe cómo el discurso de propaganda nazi contamina la mente de los leñadores, que pese a vivir en un territorio ocupado adoptan las ideas del invasor y buscan a alguien aún más vulnerable a quien rechazar. Una reflexión que resuena inquietantemente con el presente.
Compasión ante la barbarie
En general, La mercancía más preciosa conmueve por la sobriedad con que está contada, aunque en algunos momentos el tono se vuelve algo sentimental o edulcorado. Destaca especialmente una secuencia en la que el leñador, influido por la propaganda, descubre que la niña es tan humana como él: un sutil recurso fantástico refuerza la idea de que el odio se aprende, pero también puede desaprenderse. Por su parte, el padre biológico, con su sacrificio silencioso, encarna un amor desesperado y profundo. Hazanavicius ha explicado que esta historia le hablaba, sobre todo, de la elección de ser buena persona ante la barbarie, y que la animación le ofrecía el distanciamiento necesario para poder contarla.
La mercancía más preciosa está realizada en animación 2D digital de estilo pictórico, cercano al grabado clásico, con imágenes en blanco y negro y colores muy apagados que aportan un aire expresionista y más emocional que realista. Éticamente, la animación evita el realismo crudo para hablar del horror desde la poesía y la metáfora; Hazanavicius quiso crear una película que no sumara más imágenes explícitas del Holocausto, sino que reflexionara sobre la compasión y la elección de seguir siendo humanos ante la barbarie.
La narración en off que nos cuenta La mercancía más preciosa, con la inolvidable voz de Jean‑Louis Trintignant, otorga a la historia un tono de cuento clásico, mientras que el diseño sonoro minimalista intensifica la tensión y la emoción. La banda sonora, compuesta por Alexandre Desplat, es delicada y contenida, construida principalmente con cuerdas y piano; ese tono melancólico, unido a un ritmo pausado que prefiere la emoción a la acción, refuerza el carácter reflexivo. Cada plano, casi como una ilustración fija, está compuesto con cuidado y lleno de significado. El intenso frío, la nieve, los trenes y la desolación del paisaje crean un marco expresivo y simbólico que centra la atención en la historia sin distracciones.
En resumen, La mercancía más preciosa es una obra valiente que convierte la animación en algo más que un recurso estético: la transforma en una declaración ética. Con su mirada de fábula, su lenguaje contenido y su apuesta por la memoria, recuerda que incluso en tiempos de barbarie siempre queda la elección de la compasión. Puede resultar lenta o algo sentimental en algún momento, pero logra conmover y dejar una reflexión profunda. No es cine fácil ni complaciente, pero sí profundamente ético y conmovedor.
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