martes, noviembre 5, 2024

Crítica de ’La virgen roja’: El jardín de la batalla

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
La virgen roja

Tras su ya lejano debut con un guion propio (De tu ventana a la mía) y tres adaptaciones literarias seguidas (La novia, Al otro lado del río y entre los árboles y Teresa), Paula Ortiz dirige su quinta película sobre un guion ajeno (Eduard Sola y Clara Roquet), La virgen roja, basada en una historia real: un oscuro crimen transcurrido en la España republicana de 1933 que tenía como protagonista a una joven llamada Hildegart Rodríguez (Alba Planas) y a su madre, Aurora Rodríguez Carballeira (Najwa Nimri). Un turbio episodio del que ya se había ocupado Fernando Fernán Gómez en 1977 con Mi hija Hildegart protagonizada por Amparo Soler Leal y Carmen Roldán.

Aunque argumentalmente ambas películas son muy similares (al fin y al cabo, cuentan la misma historia), difieren en casi todo lo demás. Tanto el tratamiento visual, como la puesta en escena, el abordaje narrativo o los registros interpretativos son muy diferentes en uno y otro film. Intuyo que todas estas diferencias serán las que han llevado a que Paula Ortiz haya visto pertinente hacer una nueva película sobre esta misma historia cuando la anterior, dicho sea de paso, era ya bastante buena.

El punto de partida argumental es la decisión de Aurora, una mujer soltera, de tener una hija con alguien que nunca le reclamase su paternidad (un cura) para criarla y educarla en solitario con el propósito de convertirla en la primera mujer libre, un modelo de mujer feminista de futuro en lo que parecía más un experimento eugenésico que un proyecto educativo. De hecho, la película comienza en un tono (quizá excesivamente) didáctico que mediante la voz en off pone al espectador sobre aviso de en qué se fundamente la eugenesia y cuáles eran las pretensiones (un tanto aberrantes) de Aurora que, para comenzar, erró hasta en el significado del nombre de su hija, para ella Hildegart significaba “jardín de la sabiduría” cuando, en realidad, el origen etimológico de Hilde (diminutivo de Griselda) es batalla.

El rígido proyecto formativo incluía estrictas normas alimentarias, de actividad física y de estudio que convirtieron a la joven Hildegart en poco menos que una superdotada que hablaba varios idiomas, se licenció en derecho a los dieciséis años y comenzó a estudiar medicina y filosofía al tiempo que desarrollaba una carrera literaria con varios ensayos sobre la liberación de la mujer y se enrolaba en el Partido Socialista donde criticó la escasez (ausencia, más bien) de mujeres en las reuniones de partido y ciertas incoherencias entre el pensamiento del partido y su acción política. Lo que ocurrió después es públicamente conocido (pues como se ha dicho se trata de hechos reales), pero no vamos a hablar de ello para no irritar a quien no conozca la historia.

El guion de Sola y Roquet coloca el protagonismo en el personaje de Aurora al que interpreta una superlativa Najwa Nimri en el que probablemente sea el mejor trabajo interpretativo de su carrera, un papel que parece escrito para ella (no se me ocurre una actriz más inquietante en el panorama cinematográfico español) pero que hace suyo desde una contención muy meritoria (porque el personaje, en manos de una actriz desaprensiva, daría para muchos excesos). El film se inicia en ella y finaliza en ella, en sendas secuencias gemelas que, voz en off mediante, introducen y despiden el relato. El problema del guion es que, en algunos momentos, los diálogos resultan demasiado literarios y particularmente en algunos personajes suenen recitados y poco naturales.

Meritoria es también la interpretación de la joven Alba Planas, a la que, sin embargo, le falta fijar el personaje en algunas secuencias y puede ser la que más sufra los mencionados excesos retóricos del guion. El reparto se completa con una estupenda Aixa Villagrán, un Patrick Criado tan carismático como siempre y el gran Pepe Viyuela con un personaje de esos pequeños en minutaje pero que se apropia de todas las secuencias en las que sale. No sería de extrañar que estuvieran todos nominados a los principales premios de interpretación anuales incluido el Goya.

Paula Ortiz dirige una película inquietante, turbadora, incómoda en algunos momentos para el espectador, y lo consigue a base de crear una atmósfera opresiva con la ayuda de una interpretación muy intensa de Najwa Nimri, siempre rozando el límite, un guion denso, una dirección artística muy apoyada en el color gris y la dirección de fotografía de Pedro J. Márquez que matiza todas las luces interiores sin que, sin embargo, pueda hablarse de una película oscura. Son reconocibles, en algunas secuencias, los rasgos estilísticos de Paula Ortiz, aunque la película no tenga el derroche visual de sus anteriores films, algo que en La virgen roja no hubiera encajado igual de bien que, por ejemplo, en la maravillosa La novia o la infravalorada Teresa.

En conclusión, La virgen roja (que durante mucho tiempo tenía previsto titularse Hildegart, desconozco el porqué del cambio de título a última hora) es una película desasosegante e intensa con personajes inquietantes y un desenlace que puede dejar tocados a los espectadores que no conozcan la historia real. Por eso no se ha hablado aquí del mismo en las ochocientas cincuenta y siete palabras precedentes.

La virgen roja

7

Puntuación

7.0/10

Deja un comentario (si estás conforme con nuestra Política de Privacidad)

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Síguenos

9,670FansMe gusta
2,070SeguidoresSeguir
500SeguidoresSeguir
23,108SeguidoresSeguir
5,210SuscriptoresSuscribirte
- Publicidad-

ÚLTIMAS PUBLICACIONES

La serie ‘Detective Touré’ se estrena en La 1 y RTVE Play

Detective Touré, serie basada en las novelas del reputado escritor Jon Arretxe y que cuenta con el primer protagonista negro en la historia de...