viernes, octubre 10, 2025

Critica de ‘Bala perdida’: Un Aronofsky distinto y divertido, pero reconocible

Las críticas de Laura Zurita:
Bala perdida

Nueva York, años 90. Hank Thompson (Austin Butler) era un fenómeno del béisbol en el instituto que ya no puede seguir jugando, pero todo lo demás le va bien. Tiene una novia estupenda (Zoë Kravitz), es camarero en un antro en Nueva York y su equipo favorito está sorprendentemente luchando por el campeonato. Cuando su vecino punki Russ (Matt Smith) le pide que cuide de su gato durante unos días, Hank se encuentra atrapado en medio de un variopinto grupo de gángsters amenazantes. Todos quieren algo de él; el problema es que él no sabe por qué.

Bala perdida está dirigida por Darren Aronofsky sobre un guion de Charlie Huston, basado en su propia novela. En su reparto encontramos a Austin Butler, Zoë Kravitz, Matt Smith, Regina King, Liev Schreiber y Bad Bunny. La película se estrena el 10 de octubre de 2025 de la mano de Sony Pictures.

Critica de ‘Bala perdida’: Un Aronofsky distinto y divertido, pero reconocible

Un favor inocente abre la puerta al infierno

En Bala perdida, Darren Aronofsky retoma el pulso de su cine más físico y obsesivo, pero con un giro inesperado: elige la ligereza del thriller y la ironía del humor negro. El punto de partida parece mínimo: Hank Thompson (Austin Butler), un exjugador de béisbol que malvive como camarero en un bar de Nueva York, acepta cuidar el gato de su vecino punk, Russ (Matt Smith). Ese gesto trivial —tan cotidiano y tan anodino— se convierte en el detonante de una cadena de sucesos violentos, persecuciones, engaños y secretos que transforman la vida del protagonista en una espiral de pesadilla.

Lo que en otras manos podría haberse quedado en una comedia negra menor, Aronofsky lo eleva a un ejercicio de tensión sostenida, de atmósfera viscosa, entre la sátira urbana y el thriller existencial. La historia funciona como un descenso por capas: cada paso de Hank hacia la verdad lo aleja un poco más de la cordura y del mundo reconocible.

Resulta sorprendente ver a Darren Aronofsky, tan asociado al dramatismo psicológico y a la intensidad corporal de Requiem por un sueño o Cisne negro, explorar un tono más juguetón y desacomplejado. Bala perdida no busca el trauma ni la redención, sino que se regocija en el vértigo. Su violencia, a veces exagerada, a veces grotesca, está filtrada por un humor sombrío que descoloca y divierte a la vez.

La mezcla de géneros de Bala perdida —thriller criminal, comedia negra, sátira— es arriesgada, y en ocasiones el equilibrio se tambalea. Hay secuencias que bordean la parodia, otras que rozan el suspense puro, y ese vaivén puede desorientar a los espectadores más puristas. Pero también hay en esa oscilación una vitalidad que se agradece. Aronofsky parece liberado de su propio prestigio, dispuesto a jugar con la forma y a ensuciar la narración con excesos deliberados.

La ambientación de Bala perdida en la Nueva York de los noventa es otro acierto. El diseño de producción recrea un mundo de bares grasientos, apartamentos destartalados y calles donde la música y la mugre se mezclan con naturalidad. Es un entorno reconocible y, al mismo tiempo, estilizado: una ciudad vista con cariño y la memoria.

Critica de ‘Bala perdida’: Un Aronofsky distinto y divertido, pero reconocible

Entre la diversión y el desconcierto

Lo mejor de Bala perdida es su capacidad para sostener la tensión mientras deja entrar el absurdo. La trama se despliega como una sucesión de umbrales: cada nueva escena abre un peligro y lo eleva hasta el exceso. La sensación de paranoia, de no saber nunca quién persigue a quién ni por qué, se mantiene viva durante casi toda la película.

Hay pasajes de violencia estilizada de Bala perdida, coreografiada con ritmo seco y humor oscuro, que recuerdan a Tarantino o a los hermanos Coen, pero sin el gesto de autoreferencia. Aronofsky, más interesado en el caos que en la cita, filma con un sentido del ritmo que alterna el frenesí con la calma tensa. En los momentos más logrados, convierte lo trivial en siniestro: un pasillo mal iluminado, un teléfono que suena fuera de plano, una conversación aparentemente banal que esconde amenaza.

Es cierto que el tempo de Bala perdida es irregular y que la trama, en ocasiones, se apoya en coincidencias forzadas y situaciones que parecen insertadas más por efecto que por coherencia interna. Sin embargo, la película consigue que esas irregularidades formen parte de su propio tono, de comedia gamberra.

Austin Butler ofrece una interpretación magnética y físicamente precisa. Su Hank es un hombre que pudo haber sido y no fue. Butler encarna esa desorientación como si viviera una pesadilla, entre la confusión y la obstinación. Lo vemos transformarse, sin entender del todo qué lo arrastra hacia la violencia ni por qué la acepta. Esa ambigüedad —la de un héroe que no sabe si quiere salvarse— es uno de los grandes hallazgos del film.

Zoë Kravitz es elegante y sutil, incluso con un papel que tiene mucha vida, aunque no tenga mucho tiempo en pantalla. Funciona como contrapeso y anclaje emocional en Bala perdida, una figura que introduce cordura en medio del delirio. Matt Smith, por su parte, se adueña de cada aparición con un histrionismo medido: su vecino punk es tan peligroso como absurdo, y en ese contraste se sostiene parte del humor del relato. Regina King y Liev Schreiber completan el cuadro con eficacia y oficio, y el giro que protagonizan deleitará a algunos espectadores.

Critica de ‘Bala perdida’: Un Aronofsky distinto y divertido, pero reconocibleLa estética del exceso

El trabajo visual de Matthew Libatique es, como siempre en Aronofsky, parte esencial de la experiencia, ajustándose al nuevo carácter del director. La cámara nerviosa, los encuadres asimétricos, la luz saturada de neones y reflejos sucios componen una estética que muestra un mundo en el que todo brilla de más porque nada tiene sentido.

La música de Bala perdida, con reminiscencias del sonido urbano de los noventa y bases electrónicas ásperas, amplifica esa sensación desquiciada. La belleza de la película está compuesta de ritmo, energía y desorden.

Bala perdida juega con la idea de que el azar puede destruir una vida más rápido que la culpa o la maldad. Aronofsky parece contar la película como una broma cruel sobre una vida diseccionada con precisión quirúrgica. Su humor es el de la desesperación: una risa nerviosa frente a lo absurdo. Y esa mezcla de humor y amenaza, de violencia y ligereza, la vuelve singular dentro de la filmografía del director. No es su obra más profunda ni la más trascendente, pero sí una de las más libres.

Bala perdida es una película extraña y fascinante, un ejercicio de estilo en el que Darren Aronofsky demuestra que puede abandonar la gravedad sin perder la intensidad. Es un thriller lleno de humor negro, excesos visuales y energía narrativa. Su tono cambiante y su violencia hiperbólica pueden descolocar, pero forman parte de su encanto: es una película que se divierte consigo misma, sin pedir perdón por ello. Como espectadora, me pareció un paso elegante y sorprendente en la trayectoria del director. Es una obra irregular, sí, pero viva, divertida y libre en la carrera de Aronofsky.


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Bala perdida

7.5

Puntuación

7.5/10

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