lunes, mayo 20, 2024

Crítica de ’Teresa’: El aliento místico de Paula Ortiz

Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
Teresa

La figura de Teresa de Cepeda y Ahumada, conocida como Santa Teresa de Jesús, ha sido abordada en numerosas ocasiones por el cine y la televisión, y aunque a todos (los que tenemos una edad) se nos viene a la cabeza la extraordinaria serie de RTVE en los años ochenta del pasado siglo, dirigida por Josefina Molina y protagonizada por Concha Velasco en uno de los papeles que más han marcado su carrera, en realidad, el primer acercamiento del cine a la santa de Ávila se remonta al cine mudo con Escenas de la vida de Santa Teresa (Arturo y Francisco Beringola, 1926). Tres décadas después Joaquín Hualde y José López Clemente dirigieron el cortometraje Teresa de Ávila que fue premiado en 1959, en la cuarta edición de lo que hoy es la SEMINCI de Valladolid y que, por aquel entonces, se denominaba Semana Internacional de Cine Religioso.

La gran Aurora Bautista protagonizó Teresa de Jesús (Juan de Orduña, 1961), primer acercamiento sólido como largometraje biográfico que contaba en su reparto con nombres de la talla de José Bódalo, José María Caffarel, Manuel Dicenta o Alfredo Mayo. Varios cortometrajes en los años 60 y un Estudio 1 en los 70 fueron el precedente de la ya citada serie de RTVE, Teresa de Jesús, de Josefina Molina en 1984. Tras ella, hubo que esperar ya al siglo XXI para esa rareza dirigida por Rafael Gordón en 2003 y que con el título Teresa, Teresa protagonizaron Isabel Ordaz y Assumpta Serna. Posteriormente, en 2007, Ray Loriga filmó Teresa: el cuerpo de Cristo, que resultó más ortodoxa de lo que el cartel, con una sensual Paz Vega, hacía prever y, por último, en 2015, Jorge Dorado dirigió otra película para televisión, también titulada Teresa, en la que Marián Álvarez daba vida a la santa.

Con todos estos precedentes, no parecía que fuera urgente volver a hacer otra película sobre la religiosa abulense.  Sin embargo, cualquier duda o pereza se disipa cuando uno se entera de que quien está detrás de la película es la cineasta más brillante surgida en el cine español de lo que va de siglo, que tiene en sus manos el texto teatral del mayor dramaturgo vivo de la escena contemporánea española y que para protagonizarla ha elegido a dos auténticas bestias pardas de los escenarios.

Teresa 3

Tras este enigmático preámbulo habrá que aclarar que la cineasta en cuestión es Paula Ortiz, directora de la más que prometedora De tu ventana a la mía (2011), la maravillosa La novia (2015) y la muy brillante Al otro lado del río y entre los árboles (2023) sobre la que escribíamos en esta misma página hace apenas unas semanas. El texto teatral “La lengua en pedazos” es obra de Juan Mayorga, prolífico autor teatral y galardonado con el Premio Nacional de Teatro y el Premio Princesa de Asturias de las Letras entre otros muchos reconocimientos. Y las dos bestias pardas son Blanca Portillo y Asier Etxeandia; si son buenos actores de cine (que lo son) prueben a verlos en un teatro.

Paula Ortiz dirige Teresa desde su personalísimo modo de entender el cine, una propuesta en la que todo está vinculado a partir de una virtuosa concepción estética que concibe la composición de cada plano como si se tratase de un cuadro. No hay (o no parece haber) nada en el cine de Paula Ortiz que se deje a lo que la cámara capte por azar o improvisación, y esto, que de no ser llevado con rigor podría llevar a la saturación visual y al agotamiento del espectador, en el caso de Teresa (como ya ocurrió en La novia), es realizado con tanta coherencia formal, con tanta fuerza poética, con tanto mimo en la puesta en escena y con tanta belleza sensorial que el resultado es un auténtico prodigio cinematográfico.

El texto de Juan Mayorga, muy cuidado y respetado en la adaptación a guion, es de una riqueza lingüística fuera de lo corriente; escucharlo en las voces de Portillo y Etxeandia es sobrecogedor, cada frase se paladea antes de digerirla con tanta emoción como intelecto.

La lengua en pedazos de Mayorga reconvertida en Teresa por Paula Ortiz nos sitúa, a mediados del siglo XVI, en el Convento de San José, la primera fundación de Santa Teresa tras salir del Convento de la Encarnación en el que se hizo monja. Allí, mientras Teresa (Blanca Portillo) está en la cocina del convento (“entre los pucheros anda Dios”), recibe la visita de un inquisidor (Asier Etxeandia) que viene a interrogarla sobre las razones que la llevaron a la fundación de una orden de clausura y a escindir el Convento de la Encarnación llevándose consigo a una docena de religiosas a su nuevo convento.

La pieza teatral, que es un interrogatorio cara a cara, casi un juicio, es convertida en cine por Paula Ortiz con el añadido de algunos de los personajes aludidos en las letras de Mayorga y con el desdoblamiento de Teresa en tres edades: la Teresa niña (Ainet Jounou), la Teresa joven (Greta Fernández) y la Teresa adulta a la que da vida Portillo. Las tres actrices se funden y separan en algunas secuencias oníricas, de gran carga poética, que son ya seña de identidad de la realizadora aragonesa.

Teresa 2

Ayudada por la meticulosa dirección de fotografía de Rafael García y la dirección artística de José Tirado y Marta Loza, el film pasa con naturalidad de la oscuridad a la luz, de los interiores a los exteriores con los que Ortiz vuelve a dejar claro su gusto por la naturaleza, por llevar a grandes espacios abiertos escenas que bien podrían cerrarse entre paredes y, su talento para filmar secuencias sensualmente oníricas. Su recreación de un infierno a partir de espejos y visiones alucinantes la emparenta, entre otros referentes, con Fellini o con el mismísimo Francisco de Goya, aragonés como ella.

Portillo y Etxeandia hacen dos interpretaciones sencillamente memorables. Resulta dificilísimo entender como consiguen conjugar, al mismo tiempo, los recursos interpretativos propios del teatro con los resortes de la imagen filmada y que todo fluya sin artificios, sin estridencias, sin que uno sepa en algunas de las secuencias más intensas (y hay varias) si uno está atendiendo a una proyección o ante un escenario. Esto solo lo pueden conseguir intérpretes, como los que nos ocupan, que son igual de buenos ante la cámara que sobre las tablas (y no abundan).

Pero no nos llevemos a engaño, ni el delicioso texto de Mayorga, ni el preciosista dispositivo cinematográfico de Ortiz, ni las portentosas interpretaciones de Portillo y Etxeandia bastan para explicar la profundidad de una película en la que lo que prevalece es la fuerza del personaje, de una mujer adelantada a su tiempo que, por encima de toda su fe religiosa, por encima de todo su misticismo, prevalecía una naturaleza humana que dudaba (¿nunca dudáis Teresa?), que amaba y que tan solo en la clausura encontró la libertad.

Estrenada, fuera de competición, en la sección oficial de la reciente SEMINCI de Valladolid, Teresa llega ahora a las salas, una película imprescindible para cualquier amante del cine y del teatro y la mejor película española del año junto a Cerrar los ojos del maestro Erice.

Teresa

9

Puntuación

9.0/10

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