sábado, junio 29, 2024

Crítica de ‘Un año difícil’: Activismo y supervivencia por las calles de París

Las críticas de Laura Zurita:
Un año difícil

Albert y Bruno son compradores compulsivos, están en números rojos y endeudados. Conocen a un grupo de jóvenes activistas medioambientales y, más atraídos por la cerveza y las patatas fritas gratis que por sus argumentos, se integrarán poco a poco en el movimiento sin convicción… para intentar aprovecharse.

Un año difícil ha sido escrita y dirigida por Olivier Nakache y Eric Toledano, y en su reparto encontramos a Pio Marmaï, Jonathan Cohen, Noémie Merlant, Mathieu Amalric, Grégoire Leprince-Ringuet, Luàna Bajrami, Sandrine Briard, Oussama Kheddam, Danièle Lebrun y Alexandra Roth. La película se estrena en España el 31 de mayo de 2024 de la mano de A Contracorriente Films.

Crítica de ‘Un año difícil’: Activismo y supervivencia por las calles de París

Un dúo creativo con un toque humano

El cine ha sido un medio poderoso para visibilizar la lucha por la protección del medio ambiente y la acción de grupos que trabajan incansablemente por un futuro más sostenible. Como ejemplos de películas que abordan esta temática podemos citar Erin Brockovich (Steven Soderbergh, 2000), Gasland (Josh Fox, 2010) o Honeyland (Natasa Romolić, Marko Šantić, 2019). Estas películas suelen abordar el activismo ambiental como una herramienta poderosa para educar, concienciar y movilizar a la sociedad hacia un futuro más sostenible. Un año difícil tiene un enfoque distinto, en el que el idealismo de los activistas se enfrenta a la dura de la realidad de dos vividores que van a mezclarse entre ellos con su propia agenda.

El enfoque, fresco y ligero, se debe a Olivier Nakache y Eric Toledano, un dúo francés conocido por su colaboración en la dirección y guion de películas, han creado un estilo cinematográfico único que combina el humor con la sensibilidad social. A través de historias conmovedoras y personajes entrañables, exploran temas como la amistad, la familia, la diversidad y la lucha por encontrar un lugar en el mundo, como enToco y me voy (2004), Te doy mi dinero (2006), Intocable (2011),  Samba (2014) y El sentido de la vida (2017). Nakache y Toledano se han consolidado como uno de los dúos creativos más importantes del cine francés, con un estilo único que combina el humor con la sensibilidad social. Sus películas han cautivado a audiencias de todo el mundo y han contribuido a cambiar la percepción de la discapacidad, la inmigración y otros temas sociales importantes.

En Un año difícil, el dúo se ocupa de un problema escondido y muy real, el fenómeno del consumismo exacerbado y el consiguiente endeudamiento. Las primeras imágenes ofrecen una escena propia de una película de acción, con personas bien organizadas dirigiéndose a un punto común. Es una excelente introducción, dinámica y atractiva, dirigida por cineastas que saben crear tensión y mover a sus personajes. Los personajes llegan a su meta: son las rebajas, y se enfrentan los fanáticos de las ofertas, entre los que se cuenta Albert, con los activistas que luchan por un cambio de sociedad. El enfrentamiento está servido. Las rebajas tienen lugar como si fueran una batalla campal, violenta y vergonzosa a partes iguales. Poco después, Albert empieza a mostrar más facetas de sí mismo cuando intenta hacer negocio con la compra que acaba de realizar en una casa que se está vaciando por una ejecución fiscal. Es la casa de Bruno, en plena caída libre financiera, una especie de espejo en la que Albert no quiere mirarse. En esta presentación conocemos a nuestros protagonistas, Albert y Bruno  que están más que arruinados y no pueden llevar su vida diaria. Entran en contacto con los activistas, y en particular con una de ellas, la carismática Cactus. En las mismas acciones que los activistas quieren destruir el modelo consumista, estos dos hombres ven posibilidades para sí mismos y su espiral de consumo.

Ambos planteamientos, el del consumo y la lucha por el medio ambiente, tan puestos y tan interrelacionados, se desarrollan a lo largo de Un año difícil. Curiosamente, los protagonistas, que representan tendencias enfrentadas, no siempre se entienden a nivel verbal, pero la corriente de simpatía entre ellos es innegable. Muy en la línea de Toledano y Nakache, los lados más negativos de los protagonistas se muestran claramente, pero siempre con un toque de humanismo que los hace falibles y también despierta nuestra empatía.

Crítica de ‘Un año difícil’: Activismo y supervivencia por las calles de ParísUn final fuera de tono

Toledano y Nakache tienen buen ojo para contar historias pequeñas de forma simpática, y el humor suaviza hasta las historias más duras. Un año difícil es muy divertida, y la primera hora pasa sin que uno se dé cuenta. Los directores siguen teniendo ojo para contar las historias con pequeños guiños, a veces más sutiles, a veces menos, pero siempre con respeto por sus personajes. Por eso su humor funciona tan bien y puede compartirse de forma intergeneracional. Eso sí, en Un año difícil se puede ver una cierta brecha generacional: los activistas son muy jóvenes, siempre más idealistas, sí, pero también los que serán más afectados por los problemas ambientales. Es de admirar que los directores sigan transmitiendo tanta fuerza vital con esa forma de hacer cine, mezclando el sentido social, la ternura y el humor, y que siga funcionando.

La banda sonora de Un año difícil es fuerte y da en el clavo, prestando un cierto sentido épico a las acciones de los activistas. Es fácil ver dónde está la simpatía del narrador y lo que opina de sus personajes. Hay asimismo un sutil comentario sobre la escenificación de las acciones públicas, porque la manera de mostrar las actividades de los activistas no es la misma con una toma a nivel de suelo sin adornos que cuando el director quiere darle un toque heroico.

Ahora bien, el final se atraganta, se aparta del tono realista y fresco de Un año difícil. Se pasa del punto que podría haber sido perfecto para acabar, con un final al tiempo realista pero abierto a un futuro, y se llega a una solución con intenciones artísticas. Es arriesgado, es vistoso, y se aprecia que los directores querían hacer algo grande, pero en realidad no funciona.

Como suele suceder en las obras de estos creadores, las actuaciones en Un año difícil son impecables, frescas y naturales. Un personaje curioso es el de Henri, un voluntario que trabaja para ayudar a las personas a conseguir un perdón de sus deudas y puedan empezar de nuevo. Las reuniones del grupo parodian suavemente otras similares que hemos visto en el cine. Son una especie de deudores anónimos. La tragedia personal de Henri se aborda con ternura y un fino sentido del humor, y es que no todos somos lo que queremos ser, pero aun así podemos intentar ayudar a los demás.

En definitiva, Un año difícil aborda de manera original y conmovedora el problema del consumismo y el endeudamiento, combinando acción, comedia y crítica social. A pesar de un final que no logra mantener el tono realista y fresco del resto del filme, los directores logran crear una obra divertida y reflexiva, con actuaciones impecables y una narrativa que conecta emocionalmente con el público. La mezcla de humor, ternura y crítica social hace de esta película una experiencia cinematográfica divertida y valiosa.


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Un año difícil

7.2

Puntuación

7.2/10

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