Las críticas de Daniel Farriol en el AMFF 2023:
Dalva
Dalva, también conocida como Love according to Dalva, es un drama belga que está escrito y dirigido por Emmanuelle Nicot. La historia muestra a una niña de 12 años que se viste, se maquilla y vive como si fuera una mujer adulta. Una noche, de repente se la llevan de la casa familiar y la separan de su padre. Atónita e indignada al principio, irá descubriendo que su vida no es lo que ella creía. Está protagonizada por Zelda Samson, Alexis Manenti, Fanta Guirassi, Marie Denarnaud, Jean-Louis Coullo’ch, Maia Sandoz, Sandrine Blancke y Charlie Drach. La película tuvo su presentación en España en la Sección Punto de Encuentro de Seminci 2022. También ha podido verse en la Sección Oficial de Atlàntida Mallorca Film Fest 2023.
Aprender a crecer
Dalva es un excelente coming of age que maneja con habilidad y tremendo respeto un material tan sensible como es la pedofília o los abusos a menores dentro del entorno familiar. La historia nos presenta a la niña cuyo nombre da título del filme (conmovedora Zelda Samson), que a sus 12 años de vida ha llevado una existencia impropia para su edad aunque eso ella no lo sabe.
No ha tenido contacto con otros niños, no ha recibido educación en una escuela, su mundo ha quedado reducido exclusivamente al núcleo familiar creado junto a su padre. Él es un hombre que dice cuidarla y protegerla, pero que en realidad la secuestró y apartó de su madre para tener un control absoluto sobre ella. Desde entonces y, pese a su corta edad, él la ha tratado como si fuera su esposa o amante en lugar de su hija, por eso la niña se viste y maquilla como si fuera una mujer adulta.
La película comienza con la llegada de la policía y los servicios sociales irrumpiendo en la casa donde viven. El padre es detenido inmediatamente y la niña será internada en un centro de acogida en el que deberá aprender a recuperar su infancia junto a otras «niñas rotas» que también tienen sus propias historias de abusos y abandono. En ese momento, Dalva no entiende nada, no entiende porque la han separado de su padre, no entiende porque debe aprender a crecer otra vez.
Una víctima que no se reconoce como tal
La directora belga Emmanuelle Nicot pone el foco y la cámara de su debut en la mirada atónita de la menor adaptándose a un nuevo entorno. De ese modo, el espectador podrá llegar a comprender todas las fases de su particular duelo, desde la incertidumbre e incredulidad inicial, la negación que provoca en ella una rabia rebelde, y, finalmente, el autorreconocimiento de la niña que lleva dentro para desarrollarse como la mujer que será en el futuro.
La directora hace creíble un proceso tan complejo como doloroso mediante una cuidada descripción del personaje principal que rezuma sensibilidad, evitando en todo momento caer en el morbo gratuito. Podríamos emparentar la ópera prima de Nicot con el cine social de los hermanos Dardenne, en especial Rosetta (1999), sin embargo, la directora logra diferenciarse y encontrar un estilo cinematográfico propio basado en la sencillez de una narrativa que coloca a los personajes por encima de la puesta en escena.
La cámara son los ojos de Dalva. Su distorsionado punto de vista de la realidad acompaña en todo momento al espectador para hacerle partícipe de un viaje interior lleno de emociones contradictorias y revelaciones que no quieren ser escuchadas. Dalva es una víctima de abusos que no se reconoce como tal, los cimientos educativos sobre los que se ha construido su vida han anulado su incipiente personalidad y han desdibujado cuáles son los límites verdaderos del cariño fraternal. La secuencia clave para que la niña reconozca a su padre como el monstruo que en realidad es, acontece durante un cara a cara en prisión donde el hombre asume su culpa.
La salvación llega a través de la amistad
Otro aspecto importante en Dalva es que la directora no pierde el tiempo en juicios morales ni castigos, su exposición de los hechos es suficientemente clara para que sea el público quien dictamine su opinión al respecto. El abusador es un personaje que queda tan borroso como lo sería el recuerdo de un mal sueño, lo que importa aquí es la niña y su conexión con el trauma sobrevenido. En ese sentido, la ayuda de las instituciones se muestra como algo insuficiente pese a los esfuerzos que hacen los educadores. Por ejemplo, la relación de Dalva con Jayden Dorkel (Alexis Manenti) solo logra confundirle aún más, lo vemos en la escena en que la niña agradece los cuidados del hombre a través de la sexualización de la figura masculina, la única manera en que ha aprendido a hacerlo con su padre.
La clave para la transición de Dalva será, entonces, la amistad sincera que surge con su compañera de habitación en el centro de acogida. Samia (Fanta Guirassi), es una adolescente afroamericana de clase baja que suele meterse en problemas como síntoma de la falta de atención que ha recibido toda su vida en el núcleo familiar. A priori, no pueden ser más antagónicas, tanto en el aspecto físico y su manera de vestir como por el comportamiento extrovertido de Samia que contrasta con la introspeccción paralizante en la que vive sumida Dalva. El choque inicial es previsible, pero con el paso del tiempo se reconocerán la una en la otra, lo que provocará el cambio definitivo para que la protagonista pueda mirar atrás y reescribir su historia sin la intervención manipuladora del padre.
La mirada femenina
Es cierto que, toda esta parte, tiene un fuerte componente telefilmero, por eso resulta gratificante la capacidad que tiene Nicot para hallar la emoción sincera y sortear los lugares comunes inherentes al manido subgénero del coming of age. Lo hace mediante un retrato mucho más complejo de lo habitual acerca de las contradicciones que asolan a Dalva, ya que aquí el descubrimiento de la vida adulta está asociado al trauma de una niña que debe aprender a crecer dos veces.
Resulta curioso que en un periodo muy corto de tiempo tuviese la oportunidad de ver las películas Dalva y Nunca llueve en California (Jamie Dack, 2022), en apariencia muy distintas, pero que comparten un mismo retrato acerca del poder de la manipulación sobre los menores, en concreto y en ambos casos, de un hombre adulto sobre una niña/adolescente. Está claro que la mayor presencia de mujeres directoras al frente de proyectos personales está trayendo consigo una forma distinta de acercarse a temáticas que se encontraban viciadas por la mirada masculina. Dalva es una película tan luminosa como incómoda que apuesta por un mensaje optimista sobre la capacidad de superación de los traumas inconscientes del pasado.
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