Las críticas de Daniel Farriol:
Nunca llueve en California
(Palm Trees and Power Lines)
Nunca llueve en California (Palm Trees and Power Lines) es un drama estadounidense que está dirigido por Jamie Dack con guion escrito por ella misma junto a Audrey Findlay, adaptando la historia de un cortometraje realizado por la directora en 2018. La trama sigue a una adolescente que inicia una relación con un hombre que le dobla la edad durante sus vacaciones de verano. Ella lo ve como la solución a todos sus problemas, pero las intenciones del hombre no son todo lo honestas que parecen.
Está protagonizada por Lily McInerny, Jonathan Tucker (Las ruinas, Los hermanos Donnelly), Gretchen Mol (Nightflyers, An American Affair), Armani Jackson, Auden Thornton, Kenny Johnston, Yvette Tucker y Michael Petrone. La película tuvo su estreno internacional en Enero de 2022 dentro de la programación del Festival de Sundance 2022 y en España en la Seminci 2022. Ahora puede verse en Filmin desde el día 19 de Mayo de 2023.
Un coming of age que oculta algo mucho más perturbador
Nunca llueve en California es el poderoso debut en el largo de la cineasta de Brooklyn, Jamie Dack, quien adapta y profundiza en el universo ya creado por ella misma en 2018 con su cortometraje de igual título. Es una historia de apariencia sencilla que se va tornando más compleja e incómoda a medida que avanza hasta llegar a un acto final francamente perturbador.
El filme comienza siendo un típico coming of age sobre la vida de una adolescente insatisfecha, Lea (impresionante Lily McInerny). La chica pasa sus vacaciones de verano en California con su madre y enseguida advertimos que tiene serios problemas de comunicación con ella, además de una difícil adaptación a su entorno. Durante esas primeras escenas asistimos sin demasiado interés a conversaciones banales entre chicas/os de su misma edad mientras se dedican a hacer botellón en la calle o tumbarse junto a la piscina mientras consultan las redes sociales en sus móviles. Es un proceso necesario para el consiguiente avance posterior de la trama.
Una historia que va mutando para volverse más oscura
Tras esos primeros minutos casi intrascendentes, la historia de Nunca llueve en California vira después hacia los códigos del drama romántico cuando Lea, de solo 17 años, conoce a Tom (Jonathan Tucker), un hombre adulto de 34 años. Entre ellos surge enseguida una atracción física que les lleva a desarrollar primero una amistad y posteriormente una relación sentimental prohibida debido a esa enorme diferencia de edad.
El planteamiento que hace la debutante Jamie Dack de la relación es muy inteligente y dedica el tiempo necesario en comprobar cada detalle en la evolución que va teniendo. A la directora le interesa especialmente que el espectador se involucre en la historia de manera que pueda comprender cada decisión que tomará después la chica como única manera de asimilar todo lo que sucederá en la parte final.
Es importante tener en cuenta que la adolescencia es una etapa de la vida complicada, muy dada al ensayo y error para aprender sobre la marcha, por eso muchas veces nos cuesta empatizar con personajes adolescentes en las películas debido a la cantidad de errores o estupideces que cometen, de ahí la importancia de la película en conseguir ese vínculo del espectador con la chica protagonista y hacernos comprender en todo momento las motivaciones de sus decisiones.
Una mirada que desafía al espectador
En un vistazo superficial de las primeras imágenes ligadas a esa relación, puede llegar a parecernos que Nunca llueve en California romantiza la relación entre una adolescente y un hombre que podría ser su padre, sin embargo, lo que hace Jamie Dack es justo todo lo contrario buscando la manera de confrontar el punto de vista de la protagonista con el nuestro (dirigiéndose a alguien adulto).
La ceguera del enamoramiento por el que pasa la chica le sirve para llenar los huecos dejados por las necesidades e inseguridades propias de su edad, mientras que nosotros asistimos a esos mismos hechos con un bagaje emocional más curtido que nos permite ir colocando pequeñas alarmas de advertencia a medida que va acrecentándose el comportamiento posesivo/agresivo del hombre hacia la chica. Todo funciona y se cuenta de manera orgánica, desde la sutileza, es por eso que se requiere de nuestra paciencia como espectadores voyeurs de una relación impregnada por una toxicidad latente que evita utilizar los recursos más obvios del cine reciente.
A partir de ahí la película adquiere la forma real de lo que pretende ser y el drama se vuelve, por momentos, un thriller oscuro e insoportable que resalta la vulnerabilidad de la chica mientras es vampirizada hasta extremos insospechados por ese depredador. Jamie Dack consigue una película impactante que desafía constantemente a la mirada del espectador mientras desliza cuestionamientos morales interesantes acerca de las relaciones de pareja, el sexo o el abandono dentro del núcleo familiar.
Una bofetada a mano abierta
La directora filma todo con un tono naturalista asombroso, manteniendo una distancia casi documentalista que deja respirar a sus personajes durante diálogos realistas que parecen escritos con libertad para la improvisación. Para ello se rodea de la fotógrafa Chananun Chotrungroj (La tercera esposa, Materna) que extrae belleza incluso de los momentos más siniestros. La cálida luz californiana contrasta entonces con la terrible deriva por la que nos conduce el relato. Es una forma de decirnos que algo así puede suceder en todas partes, incluso en nuestro propio entorno.
Nunca llueve en California acaba convertida en una película de terror que sacude al espectador con fuerza y cuyo controvertido desenlace solo será comprensible para los que de verdad se hayan involucrado emocionalmente con el personaje de Lea y sus circunstancias. Te deja noqueado con una simple llamada de teléfono, no tiene necesidad de buscar un dramatismo exacerbado ni aspavientos escénicos que subrayen lo que sucede, sin embargo, cuesta tiempo recuperarse de ese final.
Nunca llueve en California podría definirse como una bofetada con la mano abierta enfundada en un engañoso guante de terciopelo donde destaca la asombrosa interpretación de la recién llegada Lily McInerny. En el Festival de Sundance, Jamie Dack obtuvo un más que merecido premio a la Mejor Dirección.
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Nunca llueve en California
