Las críticas de Daniel Farriol:
Hostiles
Hostiles es un western crepuscular estadounidense que está dirigido por Scott Cooper (Corazón Rebelde, Black Mass: Estrictamente Criminal), el cual también co escribe el guion junto a Donald E. Stewart (La caza del Octubre Rojo, Deaparecido). Es la historia de un capitán del ejército al que ordenan la misión de acompañar a un jefe cheyenne y a su familia de regreso a las tierras de su tribu. Durante el viaje encontrarán a una joven viuda cuya familia ha sido asesinada por un grupo de comanches que también les acecharán durante el trayecto. Deberán hacerles frente olvidando el pasado.
Está protagonizada por Christian Bale (El caballero oscuro, Le Mans ’66), Rosamund Pike (La corresponsal, Perdida), Wes Studi (Badland, El juego de los condenados), Jesse Plemons (Black Mirror: USS Callister, Estoy pensando en dejarlo), Rory Cochrane (Oculus: El espejo del mal, Soy Nero), Ben Foster (No dejes rastro, Galveston), Timothée Chalamet (Call me by your name, Dune), Stephen Lang (No respires, VFW), Peter Mullan (Westworld, Keepers, el misterio del faro), Bill Camp (Gambito de Dama, Aguas Oscuras), Scott Wilson (The Walking Dead, The OA), Adam Beach y Q’orianka Kilcher. La película no se ha estrenado en salas comerciales en España. Puedes verla en Filmin desde el día 12 de Febrero de 2021.
La maldición del wéstern
Es tan curioso como increíble lo denostado que está el género wéstern en las últimas décadas aún siendo todavía un reclamo diario en la parrilla de muchas televisiones que abogan por la nostalgia emitiendo películas que marcaron a toda una generación. Salvo en contadas ocasiones, el wéstern se ha convertido hoy en día en un veneno para las taquillas. Y eso que en los últimos años se han realizado películas tan extraordinarias como Bone Tomahawk (S. Craig Zahler, 2015), Brimstone. La hija del predicador (Martin Koolhoven, 2016), The Salvation (Kristian Levring, 2014) o Tierra de violencia (Ivan Kavanagh, 2019), por citar solo algunas de mis favoritas. Hostiles no tuvo ni tan siquiera la posibilidad de estrenarse en salas comerciales a pesar de tener también unas cualidades indudables que la hacen merecedora de nuestra atención.
Hostiles es un western crepuscular, crudo y violento, que tiene una factura técnica impecable y un reparto que quita el hipo. No solo encontraremos en los papeles protagonistas a dos intérpretes del calibre de Christian Bale y Rosamund Pike, sino que absolutamente todos los personajes, incluso los más secundarios, tienen el rostro de algún actor o actriz a resaltar. De esa manera, disfrutaremos de Ben Foster, Stephen Lang, Peter Mullan, Bill Camp, Scott Wilson e incluso de un jovencito Timothée Chalamet, antes de darse a conocer sodomizando melocotones. Solo por hacernos contemplar ese firmamento de estrellas en la pantalla ya valdría la pena pagar una entrada en taquilla, ya que no exagero nada al decir que se trata de uno de los mejores repartos colectivos que he tenido la oportunidad de encontrar en el cine reciente.
El tiempo de la reconciliación
Hostiles nos ubica en los Estados Unidos de finales del Siglo XIX, aún bajo el mandato del presidente republicano Benjamin Harrison. Era una época donde la mayoría de nativos indios ya habían sido exterminados o capturados tras años de cruenta guerra (también conocida como genocidio). Estando al borde del retiro se le encomienda al Capitán Joseph J. Blocker (Christian Bale) que custodie y traslade al jefe indio Halcón Amarillo (Wes Studi) junto a toda su familia hasta el Valle de los Osos de Montana. El jefe de la tribu cheyenne ha pasado siete años encarcelado y ha enfermado de cáncer, por lo que desde las más altas instancias se le ha concedido la oportunidad de regresar a su hogar para morir en territorio sagrado.
Los dos hombres fueron líderes y viejos enemigos en la batalla, pero ya están cansados de luchar y soportar sobre su espalda una pesada carga de culpa y odio. Durante el trayecto encontrarán a un mujer en pleno shock traumático (Rosamund Pike) que acaba de sufrir un ataque por parte de un pequeño grupo de irreductos indios comanches que ha exterminado a toda su familia. A partir de entonces se unirá a la peligrosa travesía por Nuevo México en la que todos deberán curar las heridas del pasado y reconciliarse para confrontar a un enemigo común que les acecha.
Hostiles es un western crepuscular en el más amplio sentido de la palabra. El estilo narrativo es pausado y contemplativo, dejando mucho espacio para el retrato psicológico de los personajes y su coherente transformación a lo largo de la historia. Los personajes son hombres y mujeres hastiados de la guerra, lastrados por el dolor común de la pérdida, algo que irá acrecentándose por la ristra de tumbas que irremediablemente deberán ir dejando atrás durante su camino.
La frontera de la justicia
Hostiles es también una reflexión sobre las consecuencias de la violencia y sobre la necesidad del perdón. Hacia los demás y hacia uno mismo. El drama introspectivo sirve para describir a una serie de personas quebradas que no encuentran una vía de escape al dolor que les aprisiona. Ya sea porque los demás les obligan a seguir inmersos en una espiral de venganza infinita, porque la enfermedad les consume por dentro sin piedad o porque el sentimiento de culpabilidad que tienen por sus acciones del pasado no les deja dormir por las noches. Todos quieren olvidar, pero el mundo sigue siendo un sitio inhóspito en el que se sobrevive en lugar de vivir.
La dualidad moral que tienen los personajes desdibuja constantemente la frontera de la justicia o del bien y el mal. Ese es uno de los aspectos más interesantes que tiene la película. El director Scott Cooper impregna a su relato con una tristeza y amargura palpables en cada uno de los fotogramas que se potencian por un ritmo sosegado que solo decide romper de manera abrupta con algunos chispazos de violencia descarnada. Ese hastío infinito está muy bien logrado por el tono de voz que utiliza Christian Bale, susurrante y como si le costará un gran esfuerzo pronunciar las palabras. No es fácil encontrar la paz tras la guerra.
El clasicismo de las imágenes
Durante el viaje por ese purgatorio en el que el director convierte a Nuevo México, resalta la belleza de los paisajes naturales atravesados por cielos con colores sacados de pinturas impresionistas. Las imágenes están captadas por la cámara del fotógrafo japonés Masanobu Takayanagi (Infierno Blanco, Spotlight) y nos remiten a los grandes wésterns clásicos de Anthony Mann o John Ford. Hostiles es un retrato crudo del nacimiento de América bajo el yugo de la discriminación racial, aunque colocando una luz de esperanza al llegar al final. Tal vez, con eso pretenda ser una analogía de nuestros tiempos y una expectativa idealista de que la cosa puede ir a mejor.
La secuencia de cierre de Hostiles en una estación de tren es bellísima. Tanto por el fondo dramático como por la concepción que tiene de una puesta en escena en que se respira clasicismo por los cuatro costados. Scott Cooper ya había hecho cosas interesantes antes, pero nunca nada tan brillante y amargo, así que habrá que seguirle la pista en sus nuevos proyectos como esa anunciada incursión en el terror para 2021 con Antlers: Criatura oscura. El tren en esa escena simboliza la llegada de la Revolución Industrial, es decir, la evolución de los tiempos y la implantación de la civilización. Pero, por otro lado, también incorpora la posibilidad de una nueva oportunidad para los derrotados que, tal vez, aguarde en ese horizonte que se dibuja al final de las vías férreas. Hostiles es un western magnífico y muy recomendable. No deberías perdértelo.
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