Marie Colvin, la corresponsal de guerra y la mujer
Adicción a la guerra
La corresponsal es una película tremendamente emocionante con un discurso que pone en valor el trabajo periodístico. No solo por la valentía de los reporteros que se meten en la boca del lobo de las peores guerras, si no por el sentimiento que es necesario imprimir en los artículos que escriben para reflejar la verdad de lo que está sucediendo. Se trata de afrontar lo político desde lo humano. Dar la importancia necesaria al sufrimiento de la población civil que es quién sufre más en cualquier conflicto bélico. Marie Colvin nunca se mordía la lengua y era capaz de dedicar titulares tan elocuentes como «Llamaba a sus enemigos ratas, pero fue él quién acabó en una alcantarilla». Esa perla se la dedicó al Coronel Gadaffi tras su muerte en Libia. El militar se había dejado entrevistar en un par de ocasiones por la periodista de la que manifestó sentirse atraído.
Las secuencias de Colvin acompañada por el fotógrafo Paul Conroy en el meollo de los conflictos bélicos están rodadas con el brío necesario para añadir una fuerte tensión dramática al visionado de la película. El drama es realista y creíble, sin abusar de la cámara en mano ni otros efectismos, aunque sí se utilizan códigos del género thriller para darle más emoción. En La corresponsal se nos muestra a una mujer adicta a la guerra. Durante los paréntesis laborales en los que regresa a su casa, sufre de estrés post traumático. Es como un soldado tras el combate. Su arma es su pluma. La adrenalina que inyecta en sus venas cada nuevo reportaje es como un droga que le exige más y más. Según la película, eso le condujo a morir en un bombardeo, las ansias por ir más allá. Antes de ese trágico desenlace, ofreció una conexión en directo para la televisión donde destapó los bombardeos a civiles efectuados por el gobierno sirio.
El personaje por encima de la película
Pero Colvin era mucho más que una simple reportera. Era también una mujer con muchas aristas. Fumadora compulsiva, alcohólica y con una labia divertida e irreverente, bajo su chaleco antibalas vestía lencería fina para adornar con glamour a su posible cadáver. El guion de la película se basa en el artículo Marie Colvin’s Private War de Vanity Fair, escrito por Marie Brenner. A veces queda la sensación de que el personaje daba para mucho más de lo que ofrece la película, pero en definitiva, cumple el cometido de acercarnos a muchos aspectos de su vida en poco tiempo. En una época donde las series marcan el devenir de la industria cinematográfica, no hubiera sido mala idea afrontar este proyecto en ese formato.
La corresponsal es una buena película que para algunos puede resultar algo esquemática a la hora de reflejar los conflictos políticos. También se le achaca cierta tendencia melodramática hacia lo telefilmero, pero considero que la emoción es sincera. Incluso si te llegara a parecer superficial su acercamiento a algunos temas, estoy seguro que la extraordinaria interpretación de Rosamund Pike te convencerá de los méritos de una película que merece ser vista. El periodismo como elemento necesario e indispensable para informar sobre la verdad de nuestro mundo.
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