Las críticas de Cristina Pamplona «CrisKittyCris»: Amanece en Edimburgo
Hay un género cinematográfico para cada persona. A mí, a pesar de ser una reina del drama, me gustaría vivir en un musical. A menudo me encuentro entonando una canción en la calle y me pregunto porqué la gente a mi alrededor no me hace los coros ni improvisa una vistosa coreografía. Y es que la música nos acompaña allá donde vamos, creando la banda sonora de nuestras vidas. Yo, criatura de los ochenta, me emociono al escuchar los grupos que mis hermanos grababan en sus cintas de casete. Por eso cuando supe de un musical alrededor de las canciones de The Proclaimers me puse a bailar y cantar de felicidad.
Para aquellos que no lo sepan o no lo recuerden, The Proclaimers fue un famoso duo escocés, formado por los gemelos Charlie y Craig Reid, que triunfó dentro del panorama británico ochentero entre grupos como The Housemartins o The Stranglers. Con varios éxitos en su discografía, son conocidos principalmente por el tema «Im Gonna be (500 Miles)».
En el 2007 la compañía teatral Dundee Rep llevó a escena un musical escrito por el dramaturgo y guionista Stephen Greenhorn titulado Sunshine in Leith cuyo argumento giraba en torno a la discografía de este grupo escocés, y que llegó a ganar un premio TMA (los Tony británicos) al mejor musical del año.
Seis años después, el actor y director Dexter Fletcher (Lock & Stock, Kick-Ass) decidió llevar el musical a la gran pantalla, contando para los arreglos del guión con el propio Greenhorn. Precedentes como Mamma Mia! o Across the Universe habían demostrado ya que las discografías de éxito funcionaban en taquilla cuando se trataba de grupos emblemáticos, pero ¿funcionaría igual con un grupo mucho menos legendario que The Beatles o Abba? Lo hace, a pesar de que no puedas tararear todos los temas, las letras de los hermanos Reid y esa combinación entre el pop y el folk hacen de Amanece en Edimburgo una delicia de hora y media.
La historia transcurre en el distrito de Leith en Edimburgo (de allí la traducción del título para su estreno es España) y gira en torno a Davy y Ally, dos amigos recién llegados de la guerra, y su búsqueda por una nueva vida en su ciudad natal en la que esperan sentar cabeza, Ally con la hermana de Davy, Liz, y Davy con la guapísima compañera de trabajo de ésta, Yvonne. Como argumento secundario nos plantean la crisis matrimonial de Rab y Jean, padres de Davy, que tras veinticinco años casados habrán de enfrentarse a un desliz pasado.
No nos engañemos, el argumento está claramente subordinado a las canciones, así que, como ya pasaba en Mamma Mia! resulta algo plano, pero el buenrollismo de los números musicales es suficiente como para tapar los fallos de guión, como alguna historia que se queda descolgada y que no terminas de entender el porqué ha sido incluida si no van a resolverla.
El reparto está compuesto por actores conocidos de la televisión británica por series como Skins, Misfits, el caso de Freya Mavor, Kevin Guthrie y Antonia Thomas, que interpretan a Liz, Ally e Yvonne. George MacKay, en el papel de Davy, es el más desconocido de todos, ha participado en Sólo ellos o en Peter Pan: La gran aventura. Entre los veteranos encontramos a Peter Mullan (Braveheart, Trainspotting) y Jane Horrocks (Little Voice, La novia cadáver), ambos ofreciendo una impecable interpretación de vulnerabilidad ante la perspectiva de ruptura matrimonial. Destaco también la breve participación de Jason Flemyng, buen amigo de Dexter Fletcher, con quien ha trabajado en Lock and Stock, Snatch: cerdos y diamantes, o Kick-Ass, pero a quien los más frikis recordamos por su papel de Azazel en X-Men: Primera generación.
A unas actuaciones pulidas, dentro de un guión que no invita a lucirse, hay que sumarle la magnífica interpretación que todos ellos hacen de las canciones. Me quedo sobre todo con la voz limpia y argentina de Freya Mavor, y la inmediatamente opuesta voz de Peter Mullan, que recuerda a Tom Waits.
En definitiva, un título que no desmerece al género y que si bien no puede compararse con los títulos de musical puro como El fantasma de la Ópera o Los Miserables, Amanece en Edimburgo brilla por su sencillez, ternura y humor. Totalmente recomendable para cualquier amante del pop británico, que seguro saldrá de la sala tarareando y deseando tener a alguien por el que caminar quinientas millas, y quinientas millas más.
Nota: Desde No es cine todo lo que reluce queremos dar las gracias a Filmax, no sólo por el pase de prensa, sino porque en él pudimos disfrutar de un flashmob de «Im Gonna Be (500 Miles)» que nos cargó las pilas a todos los asistentes.
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Musical sin grandes pretensiones pero que se ve bien, optimista y alegre al fin y al cabo. No tengo mucho más que decir respecto a la crítica.
Musical sin mayores pretensiones, amable y optimista. Y no tengo mucho más que decir respecto a la crítica.