Las críticas de Ignacio Mittenhoff:
Diplodocus
Diplodocus es un pequeño y curioso dinosaurio cuyos padres desaparecen en misteriosas circunstancias. Vive en un cómic dibujado por un artista infravalorado llamado Ted. Convencido por su editora de que su cómic de dinosaurios le está frenando, Ted coge una goma de borrar… Y el mundo de Diplodocus comienza a ser engullido por la “blancura”. Huyendo, Diplodocus descubre que puede teletransportarse de un cómic a otro. Por el camino, conocerá al torpe mago Hocus Pocus, al estrafalario científico Profesor Nervekowsky y a la animosa piloto Entomología. Juntos se embarcarán en una gran aventura llena de criaturas fantásticas y lugares asombrosos. Pero para salvar a los padres de Diplodocus, primero deben creer en sí mismos y convencer a Ted de que haga lo mismo.
El día 28 de marzo Vértigo Films estrenó en las salas de cine de nuestro país Diplodocus, una divertidísima historia de animación sobre las aventuras del pequeño dinosaurio inspirada en los cómics del legendario Tadeusz Baranowski, que ha cautivado a público de todo el mundo.
No esperes la típica película de dinosaurios
Diplodocus es una película que puede llevar a engaño a más de uno de los que se anime a ir a verla al cine. Si no has visto el tráiler ni la sinopsis, puedes pensar que vas a ver la típica película de dinosaurios, algo parecido a El viaje de Arlo. Pero cuando en el metraje aparecen viajes en el tiempo, magos, cebollas asesinas y un sin fin de personajes a cada cuál más estrambótico, el sentimiento que puede sacudir a uno puede ser de asombro o de decepción, según sean las expectativas.
Diplodocus no es una película al uso. No es la típica historia infantil fácil de digerir. Tiene un mensaje que va más allá del típico «hay que ayudar a los demás» o «hay que aceptarse tal y cómo eres». Un mensaje que seguramente los más pequeños no lleguen a entender. Y es que la película hace una fuerte crítica a aquellas editoriales que no dejan que el autor se exprese libremente, y éste se deja acosar por las preferencias comerciales dejando a un lado sus deseos e inspiraciones personales. Una lucha entre el querer y el deber, entre los gustos y las obligaciones contractuales.
Unos personajes con los que cuesta empatizar
La película nos presenta a un dinosaurio un poco cabezota, que está harto de la sobreprotección de sus padres y que lo único que desea es conocer un nuevo mundo. Pero cuando el mundo que conoce empieza a desaparecer por una extraña niebla, tendrá que enfrentarse a sus miedos para poder recuperar aquello que, hasta ese momento detestaba, y que ahora podría no recuperar jamás.
Por el camino se encontrará con compañeros que le ayudarán o pondrán obstáculos en su aventura. Entre ellos un mago bastante odioso, un profesor deseoso de conocer el origen de esa niebla que hace desaparecer todo, y su pareja, una tal Entomología. El caso es que con ninguno de ellos, por uno u otro motivo, el público termina por empatizar. Por otro lado tenemos al autor de todos estos personajes, un dibujante de cómics al que el tiempo le acecha para poder presentar algo digno que vender a la editorial, y una mujer bastante desagradable que le presenta un proyecto con visos comerciales: dibujar un lindo gatito, que es lo que aparentemente vende y gusta a todo el mundo. En ese choque de intenciones el autor acaba convertido en un personaje más creado con su propio lápiz.
Demasiados mundos que visitar
La película, por momentos, se complica un poco por tanto viaje entre mundos. Unos mundos que se pueden identificar con la mente de este autor un tanto perdido y que pueden resultar demasiado complejos, difíciles de entender y poco sugerentes para el público más infantil. A veces nos perdemos entre tantas explicaciones y apariciones de personajes que, supuestamente, no aportan gran cosa. Su original premisa que se evade hasta llegar a un punto en el que uno no entiende del todo bien lo que está pasando.
En definitiva, Diplodocus es una película que no va a dejar indiferente a nadie. Te puede gustar por su originalidad y su calidad visual, o te puede desilusionar por las expectativas creadas antes de ver la película, y encontrarte con algo que puede ser complicado de entender. Al menos, la última escena, con cameo del autor Tadeusz Baranowski incluido, hace que te entren ganas de comprarte el cómic de Diplodocus en tu tienda de cómics habitual.
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