martes, abril 22, 2025

Crítica de ‘Morlaix’: Experimentación en formatos y versiones de uno mismo

Las críticas de Laura Zurita:
Morlaix

Gwen, una joven estudiante de secundaria marcada por la reciente muerte de su madre, pasa su tiempo con su grupo de amigos, incluido su amante Thomas, un aprendiz de panadero. Cuando Jean-Luc, un estudiante parisino con vocación artística, se instala en la zona, Gwen no oculta su problema, como si tuviera ante sí una decisión decisiva en su vida. Un día, descubre en el cine una película que parece inexplicablemente inspirada en su propia vida.

Morlaix está dirigida por Jaime Rosales (Girasoles silvestres, Petra), con un guion de Fanny Burdino, Samuel Doux y Delphine Gleize. Está interpretada por Aminthe Audiard, Samuel Kircher, Mélanie Thierry, Àlex Brendemühl y Jeanne Trinité. La película se estrena en España el 14 de marzo de 2025 de la mano de A Contracorriente Films.

Morlaix, una ciudad tranquila

Jaime Rosales es una voz singular en el panorama cinematográfico español. Con un estilo que oscila entre el realismo crudo y la experimentación formal, Rosales ha explorado las complejidades de la condición humana desde distintas perspectivas. Su anterior película, Girasoles Silvestres (2022) nos ofreció una mirada conmovedora y empática sobre la realidad, con un sello personal. Ahora, se adentra en el cine francés con Morlaix, una película en la que resuenan más la experimentación formal que las emociones.

El título Morlaix hace referencia a la ciudad francesa del mismo nombre trascendiendo su propia realidad para convertirse en un símbolo de la tranquila vida de provincias, en marcado contraste con la metrópolis parisina. Precisamente, desde París llega un personaje que irrumpe de forma inesperada en la vida de un grupo de adolescentes.

Gwen, huérfana y adolescente, es la protagonista principal de Morlaix. Ella asume responsabilidades adultas en su hogar, viviendo con su hermano y sintiéndose abrumada por su papel de cabeza de familia. Su novio, Tomás, le ofrece cariño y lealtad. Sin embargo, la llegada de Jean Luc, un atractivo y enigmático adolescente parisino altera la dinámica de su vida.

Morlaix

La vida es un sinfín de elecciones

Morlaix sigue la vida cotidiana de estos jóvenes en su apacible ciudad: fiestas, momentos de calma y juegos que revelan la transición de la despreocupación a la madurez. En un momento dado, los protagonistas acuden al cine, donde una película refleja sus propias vidas con otras dimensiones. A partir de ahí, Morlaix se convierte en un escenario de secuencias que muestran el transcurso de la vida, o mejor dicho, los múltiples caminos que se abren ante las elecciones de los personajes. Años después, una Gwen ya adulta regresa a Morlaix y se encuentra con una vida que se asemeja a la suya, pero que difiere en algunos detalles cruciales.

La intención del director en Morlaix es clara: explorar las múltiples posibilidades de la vida y cómo la memoria reconstruye la realidad. Gwen parece vivir en un vórtice donde confluyen pasados y futuros alternativos. Esta sensación de incertidumbre se ve reforzada por la dirección de Rosales, quien juega con diferentes formatos de pantalla y alterna entre blanco y negro y color.

A diferencia de otras películas que usan el blanco y negro para el pasado y el color al presente, Rosales entrelaza ambos formatos para sugerir más posibilidades que realidades concretas. No se trata de multiversos, tan de moda en este momento, sino más bien de mostrar la coexistencia y alternancia de universos interiores que avanzan en paralelo. Morlaix no sigue las convenciones narrativas tradicionales, sino que gira en círculos y hace quiebros alrededor de sus personas, que en realidad no llegamos a conocer nunca, y son tan abstractos que dificultan la empatía y la identificación del espectador.

Exploración abstracta y experimental

Morlaix es una exploración abstracta y experimental. Rosales juega con formatos, sesgos cognitivos y expectativas del espectador, buscando que este reflexione sobre sus propios «¿y si?». En mi opinión, la película habría sido más efectiva con una duración menor. El juego se prolonga y repite, lo que dificulta mantener el interés.

La fotografía es bella, tanto en los tramos en color como en el elegante blanco y negro. La banda sonora, con canciones significativas, se intercala con escenas de silencio, donde las imágenes, rostros y miradas cobran protagonismo. Los actores adolescentes actúan con naturalidad, transmitiendo la sensación de estar observando sus vidas cotidianas. Destaca entre ellos la actriz que interpreta a Gwen, Aminthe Audiard, con su grácil presencia escénica y su magnética mirada.

En resumen, Morlaix ofrece una exploración cinematográfica sobre la naturaleza de las elecciones en la vida y la memoria. La película destaca por su experimentación visual, la belleza de su fotografía y la naturalidad de sus actuaciones, especialmente la de su protagonista principal. No obstante, su ritmo y la repetición de ciertos elementos pueden dificultar el mantenimiento del interés en algunos momentos.


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Morlaix

5.7

Puntuación

5.7/10

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