viernes, abril 25, 2025

Crítica de ‘Una madre de Tokio’: La gran importancia de las cosas pequeñas

Las críticas de Laura Zurita:

Una madre de Tokio

El trabajo de Akio Kanzaki como jefe de recursos humanos está acabando con sus nervios. Para colmo, está a punto de divorciarse de su mujer y la relación con su hija universitaria no es precisamente fluida. Un día, para relajarse, decide visitar a su madre en el barrio antiguo del centro de Tokio. Pero en seguida nota que algo ha cambiado y todo le parece un poco raro.

Una madre de Tokio está dirigida por Yôji Yamada, sobre un guion escrito por él mismo en colaboración con Yuzo Asahara, basado en una obra original de Ai Nagai, e interpretada por Sayuri Yoshinaga, Yo Oizumi, Mei Nagano, Rosa Kato, Kanzaki Mai, Hiromasa Taguchi, Masayasu Kitayama y You. La película se estrena en España el 14 de agosto de 2024 de la mano de A Contracorriente Films.

Yamada, un gran realizador

Yôji Yamada, uno de los directores más destacados del cine japonés contemporáneo, nos presenta una obra profundamente arraigada en la tradición cinematográfica de su país. Pese a la evidente influencia del maestro Ozu, su discípulo Yamada ha logrado forjar un estilo propio que lo distingue como uno de los cineastas más originales de su generación.

Las similitudes en el estilo narrativo de Yamada y Ozu son indiscutibles. Yamada tuvo la oportunidad de trabajar como asistente de dirección del maestro Ozu, lo que le permitió absorber de primera mano el estilo único y la visión cinematográfica que tenía el director. Esta experiencia dejó una profunda huella en Yamada, quien ha reconocido en numerosas ocasiones la influencia de Ozu en su propio trabajo. Ambos directores comparten una predilección por los planos fijos, los ángulos bajos y una composición cuidadosa de la imagen, creando una estética característica del cine japonés clásico que busca transmitir una sensación de inmovilidad y trascendencia.

Tanto Ozu como Yamada exploran temas como la familia, el paso del tiempo y la poesía en los detalles mínimos de la vida cotidiana, agregando un fino sentido del humor. Una madre de Tokio es la última obra de Yamada y se inscribe en su línea característica, tanto en estilo como en el tema que desarrolla.

El cine de lo cotidiano

Y es que hay películas que, sin grandes acciones ni dramatismos, logran transmitir la riqueza de la cotidianidad junto a las grandes preguntas existenciales que todos nos hacemos. Es el caso de las obras de Ozu, muchas de Yamada y, más recientemente, Vidas pasadas (Celine Song, 2023), o Perfect Days (Wim Wenders, 2023). En estas películas, el secreto del éxito reside en la mirada del realizador, que consigue mostrar el fascinante universo que se esconde detrás de cualquier puerta.

Una madre de Tokio nos muestra a Akio, un hijo demasiado ocupado para dedicar tiempo a su madre que busca refugio en ella cuando atraviesa por un mal momento. A pesar de su éxito profesional, su vida privada se desmorona, y en su familia encuentra el cobijo y consuelo que necesita. Sin embargo, su vida profesional también se complica, enfrentando dilemas morales en un entorno laboral cada vez más competitivo.

Vuelta a un pasado que ya ha cambiado

En Una madre de Tokio, de manera simbólica, cuando las incertidumbres lo acosan, Akio regresa a la casa de su madre (esto es, al pasado feliz) en busca de certezas. Sin embargo, el tiempo pasa incluso en los hogares más tradicionales, y el hijo debe lidiar con las expectativas de su madre y con las propias contradicciones que surgen al confrontar el pasado y el presente.

El realizador, por medio de la dirección artística, nos da mensajes muy importantes usando discretamente la decoración de las viviendas en Una madre de Tokio. La casa de la madre representa la tradición, mientras que la casa de Akio, muestra a una generación a caballo entre esas tradiciones y la modernidad, al igual que su oficina reflejan la nueva estética y la impersonalidad. Las empresas japonesas, cuya cultura tradicionalmente se ha basado en la lealtad hacia la empresa, están cambiado, y en la empresa de Kazuo experimentan en carne propia que la seguridad laboral ya no es una garantía.

El lenguaje de la vida

La estética de la Una madre de Tokio sigue la línea troncal de Yamada, y su maestro Ozu, con la quietud de planos fijos que permiten a los sentimientos fluir por debajo de la superficie. No hay necesidad de grandes dramatismos, la vida tiene su propio lenguaje cuando estamos atentos a ella. Cierto es que a veces la acción no avanza, y el ritmo languidece, pero en general la película nos emociona y nos invita a pensar sobre el devenir de nuestra existencia. A esto contribuyen las actuaciones, discretas y congruentes, tanto de los protagonistas como de los actores secundarios.

El final de Una madre de Tokio es bellísimo, dulce y melancólico, envolviendo al espectador en una sensación de ternura y realismo. Es un final coherente con la historia y nos invita a reflexionar sobre las decisiones que tomamos a lo largo de la vida.

En resumen, Una madre en Tokio es una película conmovedora y reflexiva muy en línea con la trayectoria del cine de Yôji Yamada, convertido ya en uno de los grandes maestros del cine japonés. Cuenta unas historias pequeñas pero llenas de sentido, en un Japón que se mueve entre la tradición y la modernidad.


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Una madre de Tokio

7.2

Puntuación

7.2/10

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